miércoles, 26 de mayo de 2010

LA MONEDA DE HIERRO de Jorge Luis Borges. las 2001 Noches nº 65


Aquí está la moneda de hierro. Interroguemos
las dos contrarias caras que serán la respuesta
de la terca demanda que nadie no se ha hecho:
¿Por qué precisa un hombre que una mujer lo quiera?
Miremos. En el orbe superior se entretejen
el firmamento cuádruple que sostiene el diluvio
y las inalterables estrellas planetarias.
Adán, el joven padre, y el joven Paraíso.
La tarde y la mañana. Dios en cada criatura.
En ese laberinto puro está tu reflejo.
Arrojemos de nuevo la moneda de hierro
que es también un espejo mágico. Su reverso
es nadie y nada y sombra y ceguera. Eso eres.
De hierro las dos caras labran un sólo eco.
Tus manos y tu lengua son testigos infieles.
Dios es el inasible centro de la sortija.
No exalta ni condena. Obra mejor: olvida.
Maculado de infamia ¿por qué no han de quererte?
En la sombra del otro buscamos nuestra
sombra;
en el cristal del otro, nuestro cristal recíproco.

martes, 25 de mayo de 2010

UN HOMBRE TREPA POR LAS PAREDES Y SUBE AL CIELO de Edgar Bayley. las 2001 Noches nº 71


Colgado de una soga
el hombre que escala las paredes
tiene fuertes zapatones con clavos
Escala las paredes
porque ha olvidado las llaves de su casa
y mientras escala las paredes
hasta llegar al piso trece
se detiene algunos momentos
en los balcones de cada piso
donde aspira al olor de los geranios
las madreselvas
las hortensias
y los malvones
Hay sol
gallardetes
vendedores ambulantes
y más allá está el río
y más allá los puentes
por donde se va a la pampa
Abajo están los niños
que salen de las escuelas
y por el cielo pasan aviones y pájaros
y sombreros de anchas alas
que el viento arrancó a los desprevenidos
La soga ha sido atada a la viga
que sobresale en la azotea
Un hombre la ciñó a su cintura
y asciende tomándose de la soga
con sus manos enguantadas
Usa un chaleco floreado y una gorra a cuadros
Debe llegar al piso trece
donde tiene que regar unos claveles
pisar maíz
escribir unas cartas
y preparar una cazuela
Sube lentamente
y en cada piso se detiene un rato para descansar
Entra en el balcón de cada piso
y se sienta en un sillón
o se extiende sobre una reposera
y conversa con la vecina o los vecinos
y acepta un café o un mate
o deja caer un chorro de una bota de vino
en su garganta
o juega a las cartas
o escucha confidencias y da consejos
y cuenta algún episodio de su vida
hasta que saluda y se va
y sigue trepando por las paredes
colgado de una soga
Es el hombre que tiene fuertes zapatones con clavos
y un chaleco floreado y una gorra a cuadros
que olvidó las llaves de su casa
y aspira el olor de los geranios
y debe llegar al piso trece
antes de que aparezcan los búhos
y se iluminen las ventanas
Están los pájaros y el río allá lejos
y el césped del parque
y los caballos que galopan por la llanura
y esta silla desvencijada
y la bañera
fuera de uso
llena de tierra y de flores
y el mar y el navío que se acerca
y la lagartija que se escurre entre las rocas
y el vendedor de diarios que desde abajo
le grita consejos y advertencias
mientras el hombre vuela
asciende
conquista cada piso con esfuerzo
y mira siempre hacia arriba
la tierra está lejos
el cielo está lejos
El hombre que trepa por las paredes
colgado de una soga
cuando entra en una casa por el balcón
es bien recibido por los vecinos
y él trata de ser útil
pero en uno de los pisos
una mujer inesperada
que es una sola
y al mismo tiempo
todas las mujeres de su vida
le pide que la lleve con él
Entonces ella se ata también con la soga
y sube con el hombre
más allá del piso trece
hacia las nubes
el aire libre
el cielo
el viento
entre los geranios
las sombrillas
las reposeras
sobre puentes y puestos de diarios
y mástiles
y enredaderas
y algunas gotas
y semillas
y sueños
con su gorra a cuadros
con su chaleco floreado
con su enamorada de siempre

lunes, 24 de mayo de 2010

PATERNIDAD de Cesare Pavese. Las 2001 Noches nº 78


Fantasía de la mujer que baila, y del viejo
que es su padre y la llevó en la sangre
y la hizo una noche, gozando en el lecho, todo desnudo.
Ella se apura para llegar con tiempo a desvestirse,
y otros viejos esperan. Todos
le devoran, cuando salta a bailar, la fuerza
de las piernas con los ojos, pero los viejos tiemblan.
Casi desnuda está la joven. Y los jóvenes miran
con sonrisas, y hay quien quisiera estar desnudo.

Se parecen a su padre los viejos entusiastas
y son todos, bamboleantes, una sobra de cuerpo
que ha gozado otros cuerpos. También los jóvenes un día
serán padres, y la mujer es para todos una sola.
Hay un silencio. Una alegría profunda
tiene la oscuridad frente a la joven viva.
Todos los cuerpos no son más que un cuerpo, uno solo
que se mueve clavando las miradas de todos.

Esta sangre, que recorre los miembros rectos
de la joven, es la sangre que se hiela en los viejos;
y su padre que fuma en silencio, calentándose,
no salta, pero ha hecho la hija que baila.
Hay un olor y un ímpetu en el cuerpo de ella
que es el mismo en el viejo, y en los viejos.
En silencio fuma el padre y la espera que vuelva, vestida.
Esperan todos, jóvenes y viejos, y la miran;
y cada uno, al beber solo, se acordará de ella.

sábado, 22 de mayo de 2010

EN TANTO QUE DE ROSA Y DE AZUCENA de Garcilaso de la Vega. Las 2001 noches nº 87


En tanto que de rosa y de azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;

y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, un vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.

viernes, 14 de mayo de 2010

PREPARATIVOS DE VIAJE de Dámaso Alonso. Las 2001 Noches nº 106

Unos
se van quedando estupefactos,
mirando sin avidez, estúpidamente, más allá, cada vez
más allá,
hacia la otra ladera.

Otros
voltean la cabeza a un lado y otro lado,
sí, la pobre cabeza, aún no vencida,
casi
con gesto de dominio,
como si no quisieran perder la última página de un libro
de aventuras,
casi con gesto de desprecio,
cual si quisieran
volver con despectiva indiferencia las espaldas
a una cosa apenas si entrevista,
mas que no va con ellos.

Hay algunos
que agitan con angustia los brazos por fuera del embozo,
cual si en torno a sus sienes espantaran tozudos
moscardones azules,
o cual si bracearan en un agua densa, poblada de invisibles
medusas.

Otros maldicen a Dios,
escupen al Dios que les hizo,
y las cuerdas heridas de sus chillidos acres
atraviesan como una pesadilla las salas insomnes del
hospital,
hacen oscilar como un viento sutil
las alas de las tocas
y cortan el torpe vaho del cloroformo.

Algunos llaman con débil voz
a sus madres,
las pobres madres, las dulces madres
entre cuyas costillas hace ya muchos años que se pudren
las tablas del ataúd.

Y es muy frecuente
que el moribundo hable de viajes largos,
de viajes por transparentes mares azules, por archipiélagos
remotos,
y que se quiera arrojar del lecho
porque va a partir el tren, porque ya zarpa el barco.
(Y entonces se les hiela el alma
a aquellos que rodean al enfermo. Porque comprenden).

Y hay algunos, felices,
que pasan de un sueño rosado, de un sueño dulce, tibio
y dulce,
al sueño largo y frío.

Ay, era ese engañoso sueño,
cuando la madre, el hijo, la hermana
han salido con enorme emoción, sonriendo, temblando,
llorando,
han salido de puntillas,
para decir: “¡Duerme tranquilo, parece que duerme muy bien!”
Pero, no: no era eso.

... Oh, sí; las madres lo saben muy bien: cada niño se duerme
de una manera distinta...

Pero todos, todos se quedan
con los ojos abiertos.
Ojos abiertos, desmesurados en el espanto último,
ojos en guiño, como una soturna broma, como una mueca
ante un panorama grotesco,
ojos casi derramados, que miran por fisura, por un trocito
de arco, por el segmento inferior de las pupilas.

No hay mirada más triste.
Sí, no hay mirada más profunda ni más triste.

Ah, muertos, muertos, ¿qué habéis visto
en la esquinada cruel, en el terrible momento del tránsito?
Ah, ¿qué habéis visto en ese instante del encontronazo
con el camión gris de la muerte?
No sé si cielos lejanísimos de desvaídas estrellas, de lentos
cometas solitarios hacia la torpe nebulosa inicial,
no sé si un infinito de nieves, donde hay un rastro de sangre,
una huella de sangre inacabable,
ni si el frenético color de una inmensa orquesta convulsa
cuando se descuajan los orbes,
ni si acaso la gran violeta que esparció por el mundo la
tristeza como un largo perfume de enero,
ay, no sé si habéis visto los ojos profundos, la faz
impenetrable.

Ah, Dios mío, Dios mío, ¿qué han visto un instante esos ojos
que se quedaron abiertos?

lunes, 10 de mayo de 2010

LECTURA AL ATARDECER de Germán Pardo García. Las 2001 Noches nº 66

En un diario cualquiera estoy leyendo:
"Un submarino atómico fue hundido
por fuerzas misteriosas..." Y suspendo

la lectura y me oculto adolorido,
con los ojos a ras de ruina y tierra,
girando en la penumbra y el olvido


de tanta angustia como el mundo encierra,

y ojos y manos en silencio junto.
Tanta impiedad mi corazón aterra

y ya casi sonámbulo pregunto:
¿Tuvieron esperanza esos soldados?
¿Qué quedó de su vida en aquel punto

del hundimiento? ¿Fueron devorados
por el mar implacable en un segundo?
¿Tuvieron esperanza esos soldados?

La pregunta me hiere, ¡oh triste mundo
parecido a una trágica cisterna,
con un rostro sangrante en lo profundo!

Salgo a mirar hacia la vida externa.
Un niño pasa. Y pienso, en mi descanso:
¿qué será de este niño que se interna,

no cual una barquilla en un remanso,
sino en orbes de llamas homicidas?
Torno a mi soledad de siervo manso,

y apenas con las luces encendidas
a las seis de la tarde, estoy leyendo
muchas cosas quizá desconocidas:

un avión propulsor que estaba haciendo
maniobras de luceros y soldados,
estalló en el espacio. Oigo el estruendo

de ruedas y motores calcinados,
y pregunto con súplica insistente:
¿tuvieron esperanza esos soldados?

Inclino en lenta sumisión la frente
y leo otra noticia rezagada:
"anteayer, en Vietnam, súbitamente

fue una escuela de niños bombardeada".
Y siento que una mano enceguecida
me da en el corazón honda estocada.

Mi jardinero espíritu, a la vida
pregúntale: ¿quién abre en mis costados
esta mortal y rencorosa herida?

¿Tuvieron esperanza esos soldados,
los cosmonautas mártires caídos
y los niños inermes bombardeados?

¡Oh mundo que conviertes tus sentidos
en una enorme y funeral hoguera,
desde la maravilla de los nidos

a la crucifixión en la trinchera!
La mano encumbro en actitud de lira
de cinco resonancias, cual si fuera

todo mi ser un himno que suspira
por la paz de los vivos y los muertos,
arrastrados al fondo de la pira.

Y canto a los purísimos desiertos
y al león semental y a los ganados,
y a las blandas colinas y los huertos,

y de pronto mis labios azorados
preguntan a los aires enemigos:
¿por qué fueron los niños bombardeados?

Paz y esperanza, escribo a mis amigos
con mi letra de araña tejedora,
sepultada en los musgos y los higos.

Y encumbro la otra mano pulsadora,
y soy diez cuerdas dígitas cantando
a la naturaleza constructora.

Y, laúd decimal, brillo danzando
sobre la negación, y danza y danza
mi espíritu sinfónico, escuchando

los triunfos del amor y la esperanza.
Paz y esperanza, escribo a mis amigos.
Y un sol sin senectud arde en mi lanza

del color de la sábila y los trigos
y la roturación de los arados.
Mas, de pronto, a los aires enemigos

oigo batir los muros almenados,
y vuelvo a preguntar con insistencia:
¿tuvieron esperanza esos soldados?

¡Ah mi simplicidad sin resistencia
para la angustia de la extraña herida,
y la incineración de la inocencia!

Mi espíritu se aleja de la vida
sobre un caballo de cristal y espuma,
que luce al galopar lirios por brida.

Yo impediré que el odio lo consuma.
Mi instinto de jinete es cabalgarlo
sin que le invada el corazón la bruma.

Trenzador de sus crines, he de amarlo
más allá de la muerte. Y cuando muera,
en medio de palomas sepultarlo.

Así, al atardecer, en un cualquiera
periódico del mundo, estoy leyendo
tanta noticia cruel que uno quisiera

que no fuese verdad, y padeciendo
por los niños que fueron bombardeados
cuando estaban inermes, conociendo

la verdad de la vida, ensimismados
en sus pequeños libros de lectura.
¡Pobres niños! me digo, incinerados

por un mundo que bebe su amargura
y come un pan con ácidos dementes,
revueltos en la blanca levadura.

Salgo a mirar las cosas y las gentes.
Delante de mi casa hay un gran pino.
¿Sufren, tal vez, sus ramas penitentes?

¡Ah, no lo sé! Paréceme divino,
como implorando paz en esta hora,
para una humanidad que a su destino

tiene atada una estrella destructora.
Ya son las siete de la tarde. El viento
regresa en calma tímida, insonora.

Busco mi asilo defensor y siento
que algo me oprime. Pienso en los soldados
en el fondo del mar. El sufrimiento

se me vuelve tenaz. En los costados
de mi espíritu humilde, una estocada
destrúyeme los sueños dibujados

allá cuando la vida era contada
por mi padre, como un cuento sin brumas,
y mi credulidad iba montada
sobre un caballo de cristal y espumas.

sábado, 1 de mayo de 2010

LICANTROPÍA CONTEMPORÁNEA de Louis Aragon. Las 2001 Noches nº 1 y nº 109


El grado más alto de la tristeza tanto puede ser

un general ciego mendigando a través de las islas

como hacia las 3 de la mañana la avenida

de la Opera

No hay límites para la melancolía humana

Se cuenta siempre con una piedra para colocar sobre la

[pirámide de las lágrimas

Estáis seguros de padecer tanto como una mujer estrangulada en el momento en que ella sabe que todo ha terminado y desea acabar

Estáis seguros de que no valdría más ser

ser estrangulado si uno piensa en los cuchillos de las horas que se acercan

Desde hace tiempo vivo mi último minuto

La arena que mastico es la de una agonía invisible y perpetua

Las llamas que hago recortar de tiempo en tiempo por el

[peluquero

son las únicas en delatar el negro infierno interior que

[me habita

Como cuerpos privados de sepultura

los hombres se pasean por el jardín de mi mirada

Soñadores inexplicables

o soy el único a quien golpea una mano desecada

en este desierto poblado entre estas flores áridas

Amo y soy amado Nada nos separa

Por qué entonces estar triste en el corazón espléndido

[del amor

El mundo sacude su estúpida cabeza Sabelotodo

Amo aunque la vida sea mortalmente intolerable

Amo aunque luego me vea obligado a aullar

Detrás de mí arrastro el manto fantasmal de las

[intenciones ocultas

Una cadena de perfeccionamiento del dolor moral

suena a mis pies espantosamente desdichados

Amo y nos amamos pero en medio de un naufragio

pero en la punta de un puñal y no puedo

no puedo soportar el mal que esto ha de hacerte

Tus ojos amor mío desorbitados por todo lo que no sea placer

Que me arranquen el corazón con tenazas

que terminen con mi cabeza que se despega

Bebo una leche como tinta y la hora del mediodía

se parece al carbón de los pantanos

donde se marchita el Sphagnum al que tomo por mi

[imagen en los espejos

Yo amo Yo te amo pero

en la cala de un barco en el instante de dar el salto

[Impaciente

Innoble impaciencia de saber si eso podrá soportarse

Es probable que todos me juzguen un criminal

guiándose sólo por las debilidades y el aspecto

Ese hombre que según los diarios de la mañana

[decapitó a su amante

mientras dormía a su lado sollozó en el juzgado

La había asesinado en el cuarto después

en el sótano primero con un cuchillo luego con una sierra

separó la cabeza adorable para poner

el cuerpo en una bolsa lamentablemente algo pequeña

Sollozó en el juzgado

No somos acaso parecidos a las palmas

que crecen unidas florecen y fructifican

para dar una imagen del amor perfecto

El otoño llega con las manos llenas de ilusiones

resplandecientes

Qué crimen es ese que me hace sollozar

Mirad mi amor está vivo Muéstrate querida mía

Nada podréis probar La coartada verde como una floresta

se extiende por el horizonte donde graznan inútilmente

[los cuervos

Sin embargo en cada árbol hay un ahorcado que se balancea

en cada hoja una mancha de sangre

Qué puede haber peor que el cielo al amanecer o el betún

[de la tarde

Qué es eso que me impide morder a los paseantes en los

[bulevares

La amargura que siento crecer en mí puede ser el primer

[torrente de un diluvio

a cuyo lado el otro parece un vulgar desborde de cloacas

Recuerdo que en mil quinientos cuarenta y uno

cerca de Pavia

cuando me apresaron en la campiña por donde deambulaba

víctima de los primeros efectos del mal

los campesinos no quisieron creerme cuando les dije la

[verdad

Rehusaron tomarme por lobo furioso

a causa de mi piel humana y Santos Tomases

eternos de la ciencia experimental

cuando les confesé que mi piel lupina estaba oculta

entre pellejo y carne

con sus puñales me hicieron tajos en los miembros y el cuerpo

para verificar mis melancólicas afirmaciones

no me tocaron la cara

espantados por la atroz poesía de mis rasgos

Qué es eso que me impulsa a aullar en las tumbas

qué es eso que me obliga a escarbar irresistiblemente en el polvo

donde duermen los enamorados en descomposición

Qué vas tú a exhumar como si la luz viviente

no tuviera bastante con las heridas de los vivos

Dadme el lenguaje tenebroso de los ajusticiados en la silla

[eléctrica

el vocabulario último de los guillotinados

La existencia es un ojo reventado Que se me entienda

bien un ojo que hacen reventar a cada instante

el harakiri sin fin Me enfurezco

al ver la calma idiota con que reciben mis gritos

Por eso quiero sacar de las fosas hipócritas

a los fallecidos de muerte violenta con sus pupilas

[horrorizadas

quiero desterrar a las víctimas de las catástrofes

cuyos esqueletos conservan las posturas del terror

que se adaptan maravillosamente a estos días que corren

Decía precisamente mi vecina que hay

gentes que se tiran al agua

Si soy una bestia babosa a quien el asco del mundo

hace babear sería muy fácil acabar con todo

amor mío amor mío oyes esta blasfemia

No es la palidez del amor no es la palidez de la muerte

sino la de los lobos ésta que hay en mi rostro

No puedo morir a causa de esta flor inmensa

cuyo cáliz no puedo soportar que se cierre

Se ha logrado un notable progreso en materia de torturas

sobre el cobayo que soy

sobre el cobayo salvaje que soy las dos manos

atrapadas en dos puertas

el amor la muerte

y unos hércules abstractos se apoyan sobre las dos puertas

con la tranquila seguridad de un número de music-hall

ejecutado sin ningún esfuerzo aparente

Cómo nunca notaste que mis besos se parecían a las

[palabras sacrílegas

que son todo lo que queda por decir a los esclavos

[descuartizados

Cómo nunca notaste que te amo en el instante mismo en

[que me matan

que es siempre la última vez que gozo abominablemente

[en tus brazos

Tus brazos tan bellos que ahí está justamente

ahí está lo más terrible

Todo tendrá que acabar de modo salvaje

Yo te perteneceré hasta arrojar a tu amante a las fieras

O lo haré examinar con engaños por un médico alienista

o bien lo mataré fríamente

amor mío

durante su sueño mientras yace pálido y desnudo

mientras los lobos surgen en torno de los cementerios

[donde duermen

los bellos días que pasamos juntos amor mío.