LO QUE VENDRÁ
Quise otro ámbito para hablar apenas,
un silencio interrumpido sin consignas.
Quise una vida otra, diferente, sin tiempos deformados en relojes,
con ausencias debidas,
con la alegría necesaria del amor trayendo el pan de cada día
a la mesa de todos mis hermanos.
Social la tarde gris en la que quise que el sol brillara para siempre
que mi piel tomase su color de oro, de incendio, de impiedades,
y quise que se acerquen lentamente las cuentas del rosario a mi plegaria
para que pies y manos conjurasen la danza tenebrosa que rodeaba
aquel día, aquel de aquel, aquel del otro, del que no vino todavía.
Y aquí estoy cavilando el infortunio
lo poco que se cumplieron mis palabras
mi sensación de arruga arrinconada
mis papeles escritos sin cajones
donde estacionar el fermento que no habito,
que no tendré, porque amo lo instantáneo.
El surco como herida germinando
la eterna semilla ignorante del futuro,
como yo aquí cuando me encuentro cavilando
entregada a los climas de la razón,
cuando no queda el tiempo necesario para salir de mis diplomas
y ver pasar el coche gris sobre la piedra gris, en este día gris,
tanto cemento urbano
que no queda balcón,
ni estancia verde ombú donde ubicar el acertijo,
aquel que pide que se terminen los tímidos percances que rodean al día
aquel día, aquel de aquel, aquel del otro, del que no vino nunca.
Quise otro ámbito para hablar apenas,
un silencio interrumpido sin consignas.
Quise una vida otra, diferente, sin tiempos deformados en relojes,
con ausencias debidas,
con la alegría necesaria del amor trayendo el pan de cada día
a la mesa de todos mis hermanos.
Social la tarde gris en la que quise que el sol brillara para siempre
que mi piel tomase su color de oro, de incendio, de impiedades,
y quise que se acerquen lentamente las cuentas del rosario a mi plegaria
para que pies y manos conjurasen la danza tenebrosa que rodeaba
aquel día, aquel de aquel, aquel del otro, del que no vino todavía.
Y aquí estoy cavilando el infortunio
lo poco que se cumplieron mis palabras
mi sensación de arruga arrinconada
mis papeles escritos sin cajones
donde estacionar el fermento que no habito,
que no tendré, porque amo lo instantáneo.
El surco como herida germinando
la eterna semilla ignorante del futuro,
como yo aquí cuando me encuentro cavilando
entregada a los climas de la razón,
cuando no queda el tiempo necesario para salir de mis diplomas
y ver pasar el coche gris sobre la piedra gris, en este día gris,
tanto cemento urbano
que no queda balcón,
ni estancia verde ombú donde ubicar el acertijo,
aquel que pide que se terminen los tímidos percances que rodean al día
aquel día, aquel de aquel, aquel del otro, del que no vino nunca.