miércoles, 31 de octubre de 2012

TODO SE IBA...



Había mujeres débiles,
y además mujeres fáciles
y mujeres fatales
que lloraban gritaban sollozaban
delante de hombres de paja
que ardían.
Niños extraviados corrían por calles en ruinas
muy pálidos al saber que nunca más volverían a encontrarse.
Y jefes de familia
que ya no distinguían el suelo del techo
revoloteaban de un piso al otro
en una lluvia de felpudos de lámparas de cucharillas
y de plumones.
Todo se iba.
La ciudad se desmoronaba
bullía
se desmenuzaba
y giraba sobre sí misma
sin que pareciera moverse.
Unos cerdos negros cegados
en la súbita oscuridad
de una pocilga moderna en desuso
galopaban.
La ciudad se iba
sudando sangre y agua
envases de gas reventados.
Los que sólo soñaron en heridas y golpes
se despertaban
decapitados
habiendo perdido peines y cepillos
y otras cositas mundanas.
Una boda muy negra muerta de pie
desde el padrino hasta los novios
conservaban un equilibrio de ceniza petrificada
frente a un fotógrafo
torrado aterrado.
Ruinas recientes totalmente nuevas
homenaje de guerra
juegos de rompecabezas
ganancias y pérdidas
leña y carbón.
En lo que quedaba de una casa de obreros
una tortilla abandonada
colgaba como ropa vieja
sobre un ventanal roto
y en las migajas de un viejo lecho calcinado mezcladas
con el serrín gris de un armario volatilizado
la carne humana se incorporaba al asado de carne
comestible.
En las bambalinas del progreso
hombres íntegros proseguían integralmente la
desintegración
progresiva de la materia viva
desamparada.

Jacques Prévert
De "La pluie et le beau temps"
Versión de Aldo Pellegrini