Me dicen:
-Eres valiente-.
No.
Yo nunca fui valiente.
Juzgaba indigno, simplemente,
rebajarme con mis compañeros cobardes.
No demolía instituciones.
Tan sólo me reía de lo falso,
lo engolado.
Escribía artículos.
No denuncias.
E intentaba decir todo
lo que pensaba.
Sí,
defendía a la gente de talento,
señalaba a los que, sin tenerlo,
querían meterse a escritores.
Pero eso es un deber,
aunque hablen siempre de mi valentía.
Con amarga vergüenza recordarán
nuestros descendientes
-cuando hayan vencido la infamia-
aquellos tiempos
extraños
en los que
a la simple honradez
llamaban valentía...
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