Booz se había acostado, rendido de fatiga;
Todo el día había
trabajado sus tierras
y luego preparado su
lecho en el lugar de siempre;
Booz dormía junto a
los celemines llenos de trigo.
Ese anciano poseía campos de trigo y de cebada;
Y, aunque rico, era
justo;
No había lodo en el
agua de su molino;
Ni infierno en el
fuego de su fragua.
Su barba era plateada como arroyo de abril.
Su gavilla no era
avara ni tenía odio;
Cuando veía pasar alguna pobre espigadora:
"Dejar caer a
propósito espigas" -decía.
Caminaba puro ese hombre, lejos de los senderos desviados,
vestido de cándida
probidad y lino blanco;
Y, siempre sus sacos
de grano, como fuentes públicas,
del lado de los
pobres se derramaban.
Booz era buen amo y fiel pariente;
aunque ahorrador, era
generoso;
las mujeres le
miraban más que a un joven,
pues el joven es
hermoso, pero el anciano es grande.
El anciano que vuelve hacia la fuente primera,
entra en los días
eternos y sale de los días cambiantes;
se ve llama en los
ojos de los jóvenes,
pero en el ojo del
anciano se ve luz.
* * * *
Así pues Booz en la
noche, dormía entre los suyos.
Cerca de las hacinas
que se hubiesen tomado por ruinas,
los segadores
acostados formaban grupos oscuros:
Y esto ocurría en
tiempos muy antiguos.
Las tribus de Israel tenían por jefe un juez;
la tierra donde el
hombre erraba bajo la tienda, inquieto
por las huellas de
los pies del gigante que veía,
estaba mojada aún y
blanda del diluvio.
* * * *
Así como dormía
Jacob, como dormía Judith,
Booz con los ojos
cerrados, yacía bajo la enramada;
entonces, habiéndose
entreabierto la puerta del cielo
por encima de su
cabeza, fue bajando un sueño.
Y ese sueño era tal que Booz vio un roble
que, salido de su
vientre, iba hasta el cielo azul;
una raza trepaba como
una larga cadena;
Un rey cantaba abajo,
arriba moría un dios.
Y Booz murmuraba con la voz del alma:
"¿Cómo podría
ser que eso viniese de mí?
la cifra de mis años
ha pasado los ochenta,
y no tengo hijos y ya
no tengo mujer.
Hace ya mucho que aquella con quien dormía,
¡Oh Señor! dejó mi
lecho por el vuestro;
Y estamos todavía tan
mezclados el uno al otro,
ella semi viva, semi
muerto yo.
Nacería de mí una raza ¿cómo creerlo?
¿Cómo podría ser que
tenga hijos?
Cuando de joven se
tienen mañanas triunfantes,
el día sale de la
noche como de una victoria;
Pero de viejo, uno tiembla como el árbol en invierno;
viudo estoy, estoy
solo, sobre mí cae la noche,
e inclino ¡oh Dios
mío! mi alma hacia la tumba,
como un buey sediento
inclina su cabeza hacia el agua".
Así hablaba Booz en el sueño y el éxtasis,
volviendo hacia Dios
sus ojos anegados por el sueño;
el cedro no siente
una rosa en su base,
y él no sentía una
mujer a sus pies.
* * * *
Mientras dormía, Ruth, una Moabita,
se había recostado a
los pies de Booz, con el seno desnudo,
esperando no se sabe
qué rayo desconocido
cuando viniera del
despertar la súbita luz.
Booz no sabía que una mujer estaba ahí,
y Ruth no sabía lo
que Dios quería de ella.
Un fresco perfume salía de los ramos de asfodelas;
los vientos de la
noche flotaban sobre Galgalá.
La sombra era nupcial, augusta y solemne;
allí, tal vez,
oscuramente, los ángeles volaban,
a veces, se veía
pasar en la noche,
algo azul semejante a
un ala.
La respiración de Booz durmiendo
se mezclaba con el
ruido sordo de los arroyos sobre el musgo.
Era un mes en que la naturaleza es dulce,
y hay lirios en la
cima de las colinas.
Ruth soñaba y Booz
dormía; la hierba era negra;
Los cencerros del
ganado palpitaban vagamente;
Una inmensa bondad
caía del firmamento;
Era la hora tranquila
en que los leones van a beber.
Todo reposaba en Ur y en Jerimadet;
Los astros esmaltaban
el cielo profundo y sombrío;
El cuarto creciente
fino y claro entre esas flores de la sombra
brillaba en
Occidente, y Ruth se preguntaba,
inmóvil, entreabriendo los ojos bajo sus velos,
qué dios, qué segador
del eterno verano,
había dejado caer
negligentemente al irse
esa hoz de oro en los
campos de estrellas.
1º de mayo de 1859
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