A Gabriela Mistral
Llegará un día en
que la raza humana
Se habrá secado como
planta vana,
Y el viejo sol en el
espacio sea
Carbón inútil de
apagada tea.
Llegará un día en
que el enfriado mundo
Será un silencio
lúgubre y profundo:
Una gran sombra
rodeará la esfera
Donde no volverá la
primavera;
La tierra muerta,
como un ojo ciego,
Seguirá andando
siempre sin sosiego,
Pero en la sombra a
tientas, solitaria,
Sin un canto, ni un
jay!, ni una plegaria
Sola, con sus
criaturas preferidas
En el seno cansadas
y dormidas.
(Madre que marcha
aún con el veneno
de los hijos ya
muertos en el seno.)
Ni una ciudad de
pie.. Ruinas y escombros
Soportará sobre los
muertos hombros.
Desde allí arriba,
negra la montaña
La mirará con
expresión huraña.
Acaso el mar no será
más que un duro
Bloque de hielo,
como todo oscuro.
Y así, angustiado en
su dureza, a solas.
Soñará con sus
buques y sus olas,
Y pasará los años en
acecho
De un solo barco que
le surque el pecho.
Y allá donde la
tierra se le aduna.
Ensoñará la playa con
la luna.
Y ya nada tendrá más
que el deseo
Pues la luna será
otro mausoleo.
En vano querrá el
bloque mover bocas
Para tragar los
hombres, y las rocas
Oír sobre ellas el
horrendo grito
Del náufrago
clamando al infinito:
Ya nada quedará: de
polo a polo
Lo habrá barrido
todo un viento solo:
Voluptuosas moradas
de latinos
Y míseros refugios
de beduinos;
Oscuras cuevas de
los esquimales
Y finas y lujosas
catedrales;
Y negros, y
amarillos y cobrizos,
Y blancos y malayos
y mestizos,
Se mirarán entonces
bajo tierra
Pidiéndose perdón
por tanta guerra.
De las manos
tomados, la redonda
Tierra circundarán
en una ronda.
Y gemirán en coro de
lamentos:
¡Oh cuántos vanos,
torpes sufrimientos!
-La tierra era un
jardín lleno de rosas
Y lleno de ciudades
primorosas;
-Se recostaban sobre
ríos unas,
Otras sobre los
bosques y lagunas.
-Entre ellas se
tendían finos rieles,
Que eran a modo de
esperanza fieles,
-Y florecía el
campo, y todo era
Risueño y fresco
como una pradera;
-Yen vez de
comprender, puñal en mano
Estábamos hermano
contra hermano;
-Calumniábanse entre
ellas las mujeres
Y poblaban el mundo
mercaderes;
-Íbamos todos contra el que era bueno
A cargarlo de lodo y de veneno
-Y ahora, blancos huesos, la redonda
Tierra rodeamos en hermana ronda.
-Y de la humana, nuestra llamarada,
iSobre la Tierra en pie no queda nada!
Pero quién sabe si una estatua muda
De pie no quede aún sola y desnuda.
Y así, surcando por las sombras, sea
El último refugio de la idea.
El último refugio de la forma
Que quiso definir de Dios la norma,
Y que, aplastada por su sutileza,
Sin entenderla, dio con la belleza.
Y alguna dulce, cariñosa, estrella,
Preguntará tal vez: ¿Quién es aquélla?
¿Quién es esa mujer que así se atreve,
Sola, en el mundo muerto que se mueve?
Y la amará por celestial instinto
Hasta que caiga al fin desde su plinto.
Y acaso un día, por piedad sin nombre
Hacia esta pobre tierra y hacia el hombre,
La luz de un sol que viaje pasajero
Vuelva a incendiarIa en su fulgor primero.
Y le insinúe: Oh, fatigada esfera:
¡Sueña un momento con la primavera!
-Absórbeme un instante: soy el alma
Universal que muda y no se calma...
¡Cómo se moverán bajo la tierra :
Aquellos muertos que su seno encierra!
¡Cómo pujando hacia la luz divina
Querrán volar al que los ilumina!
Mas será en vano que los muertos ojos
Pretendan alcanzar los rayos rojos.
¡En vano! ¡En vano! ¡Demasiado espesas
Serán las capas, ay, sobre sus huesas!...
Amontonados todos .y vencidos,
Ya no podrán dejar los viejos nidos,
Y al llamado del astro pasajero
Ningún hombre podrá gritar: iYO quiero!...
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