lunes, 19 de noviembre de 2012

YO TAMBIÉN CANTO A AMÉRICA de Rafael Alberti. Las 2001 Noches nº 101



I, too, sing America.
Lansgton Hughes
Tú mueves propiedades en tu cielo,
astros que son verdad, estrellas tuyas,
planetas confiscados que en la noche
pasan gimiendo un rastro de cadenas.

Mueves bosques con hojas como círculos,
puertas verdes al sueño de los pumas,
bosques que marchan, selvas que caminan
invadiendo la sombra de raíces.

En tu entraña, piquetas y explosiones
dan a luz en lo oscuro nuevos ríos,
puestos al sol por hombres expropiados
a tu matriz herida y desangrada.

Ellos son, deben ser, y no los otros,
los que arañen sus manos en tus grietas,
los que tenaz descuelguen tu desvelo
en tus ocultas venas sacudidas.

Tú no eres un cadáver extendido
de mar a mar, velado por palmeras.
Tú estás de pie, la sangre te circula,
pero entre dos orillas de fusiles.

Ni siquiera eres dueña de tus noches,
insultada en los bares y cantinas,
noches con ojos indios impasibles
por los que pasan flechas vengadoras.

Yo he visto Panamá desde las nubes
como albos continentes sin viajeros,
de norte a sur, y comprobando el Istmo,
sobre una larga zona de uniformes;

la flor del mar Pacífico, entrevista
como una cresta roja de mi infancia,
gritando, muda, por tus litorales
de azúcar y café, pero invadidos;

jacales y bohíos limosneros
que intentan vagamente ser aldeas,
con raigones en tierras que son suyas
y recelos de canes arrojados.

Oigo un clamor de pumas y caimanes,
de idiomas dominados a cuchillo,
de pieles negras atemorizadas,
entre un sordo rumor que se unifica.

Despierta, de improviso, en esa hora
que el terremoto verde de tus bosques
a tientas reconstruye con sonidos
los escombros nocturnos de sus ramas.

Despiértate, y de un salto reconquista
tu subterránea sangre de petróleo,
brazos de plata, pies de oro macizos,
que tu existencia propia vivifiquen.

Va a sonar, va a sonar, yo quiero verlo,
quiero oírlo, tocarlo, ser su impulso,
ese sacudimiento que destruya
la intervención armada de los dólares.

Las estrellas verdad se confabulen
con tu robado mar, la tierra, el viento,
contra esas trece bandas corrompidas
y esa Company Bank de estrellas falsas.

Recupere -ciclones en las manos,
sísmicas lavas de correr ardiendo-
el predominio vasto de tus frutas
y el control de tus puertos y aduanas.

Yo también canto a América, viajando
con el dolor azul del mar Caribe,
el anhelo oprimido de sus islas,
la furia de sus tierras interiores.

Que desde el golfo mexicano suene
de árbol a mar, de mar a hombres y fieras
como oriente de negros y mulatos,
de mestizos, de indios y criollos.

Suene este canto, no como el vencido
letargo de las quenas moribundas,
sino como una voz que estalle uniendo
la dispersa conciencia de las olas.

Tu venidera órbita asegures
con la expulsión total de tu presente.
Aire libre, mar libre, tierra libre.
Yo también canto a América futura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario