lunes, 25 de febrero de 2013

¿INFIDELIDAD? Una película de Miguel Oscar Menassa



DECLARACIÓN DE INTENCIONES
Todas las historias poseen varias interpretaciones y también varias maneras de ser contadas, ¿INFIDELIDAD? no es un caso especial en este sentido pero creemos que lo será en muchos otros aspectos. Nuestra creación parte una premisa: "el montaje de una película es el alma de la misma, lo esencialmente poético."
Se intentó una estructura narrativa atemporal, con el ánimo de desvirtuar el tiempo cronológico de las escenas y que el espectador acompañe las situaciones de los personajes a la espera del próximo paso narrativo que instituirá dentro del film un sentido recurrente de dichas escenas.
Lo esencial, la tilde, intentamos que recayera sobre los diálogos, no se pretendía ocultar los puntos fuertes del desenlace dramático, se quiso dejar pistas en los sucesos para que el espectador sea un espectador tal cual un toro resabiado, que no sea sorprendido tanto por la trama sino que sea sorprendido por el contenido del texto a través de los diálogos o por el tratamiento metafórico de la imagen.
Cuando Silvia está a punto de contarle a su marido el secreto, el espectador sabe que ella se lo va a contar, incluso sabe de qué trata el secreto, lo que nunca se podrá esperar es la conversación que tiene lugar entre Gustavo, amigo de Walter, Silvia y el propio Walter.
La obra artística queda sujeta en la materialidad que, por ley, la materia prima imprime al acto creativo. Se podría argumentar que la pintura abstracta es destilada por la mirada del observador y en éste se forma un hálito, un espejismo de materialidad corpórea, en cierta medida los sueños son un buen ejemplo del desarrollo discursivo del pensamiento sutil, es decir, del pensamiento humano. Este pensamiento esencialmente humano desconoce las leyes lógicas del tiempo, no las llega a admitir, por ello la película ¿INFIDELIDAD? ha sido concebida en su base para producir esta lectura diferente a la del tiempo cronológico, ha sido concebida en la estructura aparentemente hipotética que se forma en el sueño, en el pensamiento humano o, si se quiere, en la calidez que devela la pintura abstracta en su insondable morfología y la sutil materialidad que en ella se construye. En la realidad no existe esta continuidad lógica que tanto conforta al sujeto, ¿INFIDELIDAD? ha buscado en su creación la resignificación de las relaciones sociales y la restitución del tiempo narrativo.
Es cierto que el guión de ¿INFIDELIDAD? también posee los tres momentos narrativos clásicos, pero como si se tratase de una suma se ha llevado a cabo la siguiente ley: "el orden de los factores no altera el producto". Así las tres fases de la narración 
siguen estando pero topológicamente alternadas. Esta rotura del espacio temporal abre varias interpretaciones de la relación formada entre el cine y el arte hace más de cien años.
Cada imagen cinematográfica, ya sea banalmente aterciopelada, insípida o nimia, queda transformada en la pantalla. El objeto más insignificante se llena de sentido, un buen ejemplo rescatado de ¿INFIDELIDAD? es cuando Gustavo deja los bombones en el centro de la imagen, entre él y Josefina, en el suelo, significando ausencia de dueño.
En cierta manera, ¿INFIDELIDAD? es una ambiciosa construcción cinematográfica, donde se pretende traspasar ciertos límites de la narración tradicional y los problemas de "ritmología", musicalidad o ética y estética del cine convencional, enalteciendo la experiencia creativa como extensión expresiva de una realidad que dispone tanto de los procesos racionales como
de los procesos poéticos.

lunes, 11 de febrero de 2013

PARA QUIÉN ESCRIBO de Vicente Aleixandre. las 2001 Noches nº 107



I
¿Para quién escribo?, me preguntaba el cronista, el periodista o simplemente el curioso.
No escribo para el señor de la estirada chaqueta, ni para su bigote enfadado, ni siquiera para su alzado índice admonitorio entre las tristes ondas de música.
Tampoco para el carruaje, ni para su ocultada señora (entre vidrios, como un rayo frío, el brillo de los impertinentes).
Escribo acaso para los que no me leen. Esa mujer que corre por la calle como si fuera a abrir las puertas a la aurora.
O ese viejo que se aduerme en el bando de esa plaza chiquita, mientras el sol poniente con amor le toma, le codea y le deslíe suavemente en sus luces.
Para todos los que no me leen, los que no se cuidan de mí, pero de mí se cuidan (aunque me ignoren).
Esa niña que al pasar me mira, compañera de mi aventura, viviendo en el mundo.
Y esa vieja que sentada a su puerta ha visto vida, paridora de muchas vidas, y manos cansadas.
Escribo para el enamorado; para el que pasó con su angustia en los ojos; para el que le oyó; para el que al pasar no miró; para el que finalmente cayó cuando preguntó y no le oyeron.
Para todos escribo. Para los que no me leen sobre todo escribo. Uno a uno, y la muchedumbre. Y para los pechos y para las bocas y para los oídos donde, sin oírme,
está mi palabra.
II
Pero escribo también para el asesino. Para el que con los ojos cerrados se arrojó sobre un pecho y comió muerte y se alimentó, y se levantó enloquecido.
Para el que se irguió como torre de indignación, y se desplomó sobre el mundo.
Y para las mujeres muertas y para los niños muertos, y para los hombres agonizantes.
Y para el que sigilosamente abrió las llaves del gas y la ciudad entera pereció, y amaneció un montón de cadáveres.
Y para la muchacha inocente, con su sonrisa, su corazón, su tierna medalla, y por allí pasó un ejército de depredadores.
Y para el ejército de depredadores, que en una galopada final fue a hundirse en las aguas.
Y para esas aguas, para el mar infinito.
Oh, no para el infinito. Para el finito mar, con su limitación casi humana, como un pecho vivido.
(Un niño ahora entra, un niño se baña, y el mar, el corazón del mar, está en ese pulso.)
Y para la mirada final, para la limitadísima Mirada Final, en cuyo seno alguien duerme.
Todos duermen. El asesino y el injusticiado, el regulador y el naciente, el finado y el húmedo, el seco de voluntad y el híspido como torre.
Para el amenazador y el amenazado, para el bueno y el triste, para la voz sin materia y para toda la materia del mundo.
Para ti, hombre sin deificación que, sin quererlas mirar, estás leyendo estas letras.
Para ti y todo lo que en ti vive,
yo estoy escribiendo.