jueves, 29 de octubre de 2009

JULIO HERRERA Y REISSIG COSTADO LÚDICO DE LA POESÍA. Las 2001 Noches nº 44



JULIO HERRERA Y REISSIG y sus "Pascuas del Tiempo"

La polvareda modernista esparció su nube de oro por el paisaje poético de la España del novecientos. Se cierra ahora el siglo XX y aún alguna lectura nos deja en los párpados restos de aquella polvareda luminosa. ¿Se quedó en eso la poesía parnasiana nacida en Los trofeos de José María de Heredia, el medio cubano, medio francés? Para nuestro Juan Ramón Jiménez el parnasianismo es la expresión perfecta de una hermosa objetividad impasible. Pero, ¿se quedó en eso, o bien, "siguió su polvo sonando"? Y éste es un verso de Miguel Hernández, en el poema que dedicó a Julio Herrera y Reissig.

Últimamente se ha publicado una preciosa edición de Las Pascuas del Tiempo, ofrecida por Biblioteca Nueva y cuidada por Luis Íñigo Madrigal y Jenaro Talens, ambos grandes conocedores del fenómeno poético.

De la muerte del uruguayo se han cumplido noventa años. De la del cubano-francés se cumplirán noventa y cinco el próximo octubre.

Cuando nació Herrera, tenía Heredia treinta y tres, pero murieron con sólo cinco de diferencia. El joven Herrera pudo leer Les trophées con dieciocho años. Los dos habrían aprendido en Leconte de Lisle, al que Rubén Darío dedicó uno de sus "Medallones", con musicales alejandrinos, en las últimas páginas de Azul. Fastuosos son los versos orquestales de estas "Pascuas del Tiempo". Asombroso poeta de abigarrada cultura mitológica como un Góngora resurrecto. "Nada más apasionante que la poesía de este uruguayo fundamental, de este clásico de toda la poesía", dejó dicho de él Pablo Neruda.

Neruda mostraba afecto por Herrera y Reissig de antiguo. En 1936 preparó un número de "Caballo verde para la poesía" cuya aparición fue abortada por la guerra civil. Para ese número Vicente Aleixandre, aún en el ámbito surrealista, escribió su poema "Las barandas", incluido luego en el índice de Nacimiento último. A su vez, Miguel Hernández escribió "Epitafio desmesurado a un poeta", suyo es el verso que antes cité. Para el ya de por sí barroco Miguel, Herrera y Reissig era "trueno de sangre, pasión y locura".

En su curso sobre el Modernismo -1953-, Juan Ramón Jiménez no fue muy justo con el uruguayo. Le calificó de "raro, extravagante, bohemio" y cree que es "suma de lo más decadente y más vicioso del modernismo". Sin duda este juicio de "vicioso" (esto es, de abundante y sobrecargado) encuentra su justificación en los ocho cantos de estas Pascuas del Tiempo, colaboración de Herrera y Reissig para el "Almanaque Artístico del siglo XX", aparecido en 1900. Curiosamente, el poema aparece fechado: "Montmartre,

Sol en Sagitario, M.C.M.". Esta fechación forma parte del retoricismo y la imaginación del poeta, porque Julio no viajó nunca a Europa. No cabe sino pensar que el talante ecuménico con que redacta la nómina de personajes convocados le inclinó a desear un punto céntrico, un ombligo de la cultura, y ninguno tan típico como París. Bien sabemos que el modernismo americano se esforzaba por mirar a las modas francesas.

En el primer canto, el poeta alude al tiempo como a un viejo patriarca de cuyas arrugas ha de salir el futuro.

El canto segundo describe una imaginaria fiesta de ultratumba, con los más variados personajes históricos como invitados, en una mezcla que olvida la historicidad.


En el tercero, es la retahíla de los meses lo que deambula y baila.

En el cuarto se alza la harmonía (escrita con h, claro) de la lira de Orfeo.

En el quinto, la zarabanda de un repertorio de horas que culmina en el canto seis.

En el siete, el más extenso, vuelven los meses a entretejer un

himno, y en el último, figuras mitológicas llegan a la fiesta que se remata con un epílogo en cuatro versos de dieciséis sílabas.

La poesía modernista, con su creación de ritmos, desdoblando y ampliando la versificación, cobra en este poema de Herrera y Reissig un estadio delirante. Su lujo verbal, sus rimas que cantan y encantan, su sintaxis encaramada a la anáfora, el empleo de términos de tan singular brillo como de rareza de uso, el derroche de evocaciones que concitan protagonistas reales o supuestos, manifestándose en escenarios ya de gusto francés, ya de recreaciones helenas. Todo ello aleja la poesía de propuestas sentimentales, meditaciones o trascendencias, para instalarla en el ideal reino de la belleza. Pero es claro que la belleza puede alzarse como un valor rebelde. La belleza del arte, contra lo chabacano, la torpeza convencional y burda de la vieja burguesía. No se equivocaba el gran crítico Ricardo Gullón cuando, ante la elegancia de la estética modernista, decía que los cisnes y las princesas tenían sentido, lo que -según ha escrito el profesor Urrutia en su prólogo al libro de Juan Ramón Jiménez- puede interpretarse como deseo de elevación intelectual e idealista por encima de la vulgaridad.

Por si fuera poco, Herrera y Reissig introduce en sus elaborados versos un ingrediente irónico, con lo que se anticipa a la visión de un costado lúdico de la poesía manejada años después por los ultraístas.

Por los años cincuenta, visitaron Madrid un poeta y una poetisa de la República Oriental del Uruguay: Juvenil Ortiz Saralegui y Arsinoe Moratorio, ambos editores, en Montevideo, de unos cuadernos poéticos bajo el nombre de su gran poeta. Ellos me dieron a conocer algunos poemas de Herrera y Reissig, como el delicioso soneto "La novicia" que la fina escritora María Luz

Morales llevó a su "Libro de Oro de la poesía en lengua castellana" en edición de 1970. También la "Antología de poesía modernista", ordenada por Antonio Fernández Molina en 1982, recogió unos fragmentos de Las Pascuas del Tiempo. Ya en 1998, Ángeles Estévez preparó para el "Círculo de lectores" la obra completa.

Poesía como de ricos cortinajes y telas recamadas. Poesía de salones lujosos y adornos sensuales y tapices que evocan paisajes exóticos. Fuentes con ninfas, arquitectura de alhambras y mekas.

Espectros de rastros seculares. Borgia o Cleopatra; la Reina de Saba o Voltaire; la Pompadour o Santa Teresa; Atila o Byron.

Triunfo deslumbrante del movimiento que abre la poesía moderna en lengua española con el siglo que recién acaba. Por esas rutas transitó una pléyade renovadora e innovadora que merece recuerdo y gratitud. AJenaro Talens -poeta renovador él mismo- y a Luis Íñigo Madrigal les debemos este regalo, en manos de Biblioteca Nueva.

LEOPOLDO DE LUIS

domingo, 25 de octubre de 2009

"Hiroshima" de Héctor Yánover. Las 2001 Noches nº 67


HIROSHIMA

Doscientos ochenta mil muertos, compañeros.
Y una muñeca de arcilla los recuerda.
Una semana de años los recubren
a los doscientos ochenta mil muertos,
y otra vendrá, y vendrán otras,
pero nunca jamás olvidaremos.
Eran las ocho y treinta en la mañana,
un seis de agosto y fría era la muerte.
La guerra despedía sus veleros
con doscientos ochenta mil muertos
sorprendidos en la luz de su última mañana.
Sesenta millones precedían esta súbita muerte,
y eran pobres, mendigos, claudicantes,
señores, obreros y poetas;
resortes de ciudad en la mañana,
palanca de las horas venideras,
centrífugas del mal, del bien, del hambre,
del sol de fiesta, de la noche y luna.


HÉCTOR YÁNOVER
Argentina, 1929

lunes, 19 de octubre de 2009

"Lejanías de la tierra muerta" de Alfonsina Storni. Las 2001 Noches nº 4

LEJANIAS DE LA TIERRA MUERTA

A Gabriela Mistral

Llegará un día en que la raza humana

Se habrá secado como planta vana,

Y el viejo sol en el espacio sea

Carbón inútil de apagada tea.

Llegará un día en que el enfriado mundo

Será un silencio lúgubre y profundo:

Una gran sombra rodeará la esfera

Donde no volverá la primavera;

La tierra muerta, como un ojo ciego,

Seguirá andando siempre sin sosiego,

Pero en la sombra a tientas, solitaria,

Sin un canto, ni un ay!, ni una plegaria

Sola, con sus criaturas preferidas

En el seno cansadas y dormidas.

(Madre que marcha aún con el veneno

de los hijos ya muertos en el seno.)

Ni una ciudad de pie… Ruinas y escombros

Soportará sobre los muertos hombros.

Desde allí arriba, negra la montaña

La mirará con expresión huraña.

Acaso el mar no será más que un duro

Bloque de hielo, como todo oscuro.

Y así, angustiado en su dureza, a solas.

Soñará con sus buques y sus olas,

Y pasará los años en acecho

De un solo barco que le surque el pecho.

Y allá donde la tierra se le aduna.

Ensoñará la playa con la luna.

Y ya nada tendrá más que el deseo

Pues la luna será otro mausoleo.

En vano querrá el bloque mover bocas

Para tragar los hombres, y las rocas

Oír sobre ellas el horrendo grito

Del náufrago clamando al infinito:

Ya nada quedará: de polo a polo

Lo habrá barrido todo un viento solo:

Voluptuosas moradas de latinos

Y míseros refugios de beduinos;

Oscuras cuevas de los esquimales

Y finas y lujosas catedrales;

Y negros, y amarillos y cobrizos,

Y blancos y malayos y mestizos,

Se mirarán entonces bajo tierra

Pidiéndose perdón por tanta guerra.

De las manos tomados, la redonda

Tierra circundarán en una ronda.

Y gemirán en coro de lamentos:

¡Oh cuántos vanos, torpes sufrimientos!

-La tierra era un jardín lleno de rosas

Y lleno de ciudades primorosas;

-Se recostaban sobre ríos unas,

Otras sobre los bosques y lagunas.

-Entre ellas se tendían finos rieles,

Que eran a modo de esperanza fieles,

-Y florecía el campo, y todo era

Risueño y fresco como una pradera;

-Yen vez de comprender, puñal en mano

Estábamos hermano contra hermano;

-Calumniábanse entre ellas las mujeres

Y poblaban el mundo mercaderes;

-Íbamos todos contra el que era bueno

A cargarlo de lodo y de veneno

-Y ahora, blancos huesos, la redonda

Tierra rodeamos en hermana ronda.

-Y de la humana, nuestra llamarada,

iSobre la Tierra en pie no queda nada!

Pero quién sabe si una estatua muda

De pie no quede aún sola y desnuda.

Y así, surcando por las sombras, sea

El último refugio de la idea.

El último refugio de la forma

Que quiso definir de Dios la norma,

Y que, aplastada por su sutileza,

Sin entenderla, dio con la belleza.

Y alguna dulce, cariñosa, estrella,

Preguntará tal vez: ¿Quién es aquélla?

¿Quién es esa mujer que así se atreve,

Sola, en el mundo muerto que se mueve?

Y la amará por celestial instinto

Hasta que caiga al fin desde su plinto.

Y acaso un día, por piedad sin nombre

Hacia esta pobre tierra y hacia el hombre,

La luz de un sol que viaje pasajero

Vuelva a incendiarIa en su fulgor primero.

Y le insinúe: Oh, fatigada esfera:

¡Sueña un momento con la primavera!

-Absórbeme un instante: soy el alma

Universal que muda y no se calma...

¡Cómo se moverán bajo la tierra :

Aquellos muertos que su seno encierra!

¡Cómo pujando hacia la luz divina

Querrán volar al que los ilumina!

Mas será en vano que los muertos ojos

Pretendan alcanzar los rayos rojos.

¡En vano! ¡En vano! ¡Demasiado espesas

Serán las capas, ay, sobre sus huesas!...

Amontonados todos .y vencidos,

Ya no podrán dejar los viejos nidos,

Y al llamado del astro pasajero

Ningún hombre podrá gritar: iYO quiero!...

viernes, 16 de octubre de 2009

"Tres palabras de fortaleza" de JC.Friedrich Von Schiller. Las 2001 noches nº 87

TRES PALABRAS DE FORTALEZA

I

Hay tres lecciones que yo trazara
con pluma ardiente que hondo quemara,
dejando un rastro de luz bendita
doquiera un pecho mortal palpita.

II

Ten Esperanza. Si hay nubarrones,
si hay desengaños y no ilusiones,
descoge el ceño, su sombra es vana,
que a toda noche sigue un mañana.

III

Ten Fe. Doquiera tu barca empujen
brisas que braman u ondas que rugen,
Dios (no lo olvides) gobierna el cielo,
y tierra, y brisas, y barquichuelo.

IV

Ten Amor, y ama no a un ser tan sólo,
que hermanos somos de polo a polo,
y en bien de todos tu amor prodiga,
como el sol vierte su lumbre amiga.

V

¡Crece, ama, espera! Graba en tu seno
las tres, y aguarda firme y sereno
fuerzas, donde otros tal vez naufraguen,
luz, cuando muchos a oscuras vaguen.

jueves, 15 de octubre de 2009

"Conversación con el inspector fiscal sobre poesía" de Vladimir Maiacovski. Las 2001 Noches nº 26


Ciudadano inspector,

perdone la molestia.

Gracias,

no se preocupe,

me quedaré de pie.

Quiero tratar

un asunto bastante delicado:

qué sitio ha de ocupar

el poeta

en las filas obreras.

Igual que los que tienen

tiendas y terrenos

también yo debo pagar

impuestos.

Usted me pide

quinientos al semestre

más veinticinco

por no declarar a tiempo.

Mi trabajo

es igual

a cualquier otro.

Mire

cuántas pérdidas,

cuántos gastos

invierto en materiales.

Usted sabe

naturalmente

eso que llaman rima.

Si la primera línea

termina en "ajo"

entonces, la tercera,

repitiendo las sílabas

debe poner

algo así

como "cascajo".

Si utilizo su lenguaje

la rima es un cheque,

hay que cobrarlo alternando los versos

y buscas

con detalle sufijos y prefijos

en el cofre vacío

de las declinaciones,

de las conjugaciones.

Coges una palabra

y quieres meterla en la estrofa

pero si no entra

y aprietas,

se rompe.

Ciudadano inspector:

le juro

que el poeta paga caras

las palabras.

Hablando mi lenguaje

la rima es un barril

de dinamita,

y la estrofa es la mecha.

La estrofa se consume,

y estalla la rima,

y por el aire y la ciudad

la estrofa

vuela.

¿Dónde hallar,

y a qué precio,

rimas que estallen

y de golpe maten?

Quizá sólo sean

cinco las rimas

increíbles

y sin estrenar, perdidas

más allá

de Venezuela.

Me voy a buscarlas,

haga frío, haga calor,

atado por anticipos, préstamos y deudas.

Ciudadano,

tenga en cuenta

el pago de los viajes.

La poesía

toda

es un viaje a lo desconocido.

La poesía

es como la extracción del radio

-Un año de trabajo

para sacar un gramo.

Sacar una sola palabra

entre miles de toneladas

de materia prima verbal.

Pero ¡qué ardiente

el calor de estas palabras

comparado

con la humeante

palabra bruta!

Esas palabras

mueven

millares de años,

millares de corazones.

Claro

que hay poetas

de distinta calidad.

Muchos

de hábil mano,

como prestidigitador,

sueltan estrofas de la boca,

suyas y de otros.

Y para qué hablar

de los castrados líricos.

Meten un verso ajeno

y están felices.

Eso es

robo y despilfarro

uno más entre los que azotan el país.

Esos

125.000 ejemplares: NADIE, NUNCA ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA

Grupo Cero / Índice / Otros Números

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versos y odas

aplaudidos

hasta la saciedad

entrarán en la historia

como gastos accesorios

de lo hecho

por dos o tres buenos versos

de nosotros.

Muchos kilos de sal

habrás de comer

como suele decirse,

y fumar cien cigarrillos

hasta

sacar

la palabra preciosa

de las honduras artesianas

de la humanidad.

Rebaje por eso

los impuestos,

quítele

una rueda

a los ceros.

Uno noventa

cuestan cien cigarrillos.

Uno sesenta

la arroba de sal.

Demasiadas preguntas

su formulario tiene:

Ha viajado

o no ha viajado?

Y si le respondo

que en estos quince años

he reventado

decenas de Pegasos,

¿qué?

Póngase usted

en mi sitio,

piense en el servicio

y propiedades.

¿Qué ha de contestarme

si le digo que soy

caudillo popular

y al mismo tiempo

trabajo a su servicio?

La clase obrera

vibra en nuestras palabras,

somos proletarios

motores de la pluma.

La máquina

del alma

se gasta con los años.

Dicen entonces:

estás gastado,

fuera.

Cada vez amas menos,

te arriesgas menos

y mi frente

desgastada

por el tiempo no arremete.

Entonces llega

el desgaste mayor,

el desgaste

del alma, del corazón.

Y cuando

este sol,

grande y redondo

se alce

en el futuro

sin lisiados ni tullidos,

ya me habré

podrido,

muerto en una cuneta

junto

a decenas

de mis colegas.

Hago

mi balance final.Afirmo,

y no miento:

entre los vividores

y actuales fulleros

seré

el único

con deudas impagables.

Nuestra deuda

es aullar

como sirenas de bronce,

entre la niebla filistea

y el fragor de la tormenta.

El poeta

siempre adeuda al universo,

paga con su dolor

las multas,

los impuestos.

Adeudo

las calles de Broadway,

los cielos de Bagdad,

el ejército rojo,

los jardines de cerezos del Japón,

todo aquello

sobre lo que aún

no pude cantar.

Al fin y al cabo

¿para qué

tanto jaleo?

¿Para disparar rimas

y atronar con el ritmo?

La palabra del poeta

es su resurrección,

su inmortalidad,

ciudadano inspector.

Dentro de cien años,

en un pliego de papel

cogerán una estrofa

y resucitarán este tiempo

Y ese día

surgirá

con fulgor de asombros,

y olor a tinta

le envolverá en su vaho,

señor inspector.

Usted, habitante convencido

del día de hoy

saque en el Comisariado de Caminos

un pasaje para la eternidad,

calcule

el efecto de mis versos,

divida

mi salario

en trescientos años.

Mas la fuerza del poeta

no estriba

en que le recuerden a usted en el futuro

y se asusten.

No.

Hoy

la rima del poeta

es caricia también,

consigna,

látigo,

bayoneta.

Ciudadano inspector,

pagaré cinco

quitando los ceros que van detrás.

Por derecho

yo

reclamo un hueco

entre las filas

de los obreros

y campesinos más pobres.

Y si usted piensa

que todo consiste

en saber utilizar

palabras ajenas,

entonces, camaradas,

aquí tienen mi pluma,

y escriban

ustedes

cuanto quieran.


VLADIMIR MAIACOVSKI

Rusia, 1893

lunes, 12 de octubre de 2009

"Ni donde viviré por largos años" de Álvaro Cunqueiro. Las 2001 Noches nº 15

NI DONDE VIVIRÉ

POR LARGOS AÑOS

Ni donde viviré por largos años,

ciudad prometida primavera,

ni donde amante amor aguarda.

Atravesando la tierra, la temerosa rueda,

quizá un árbol florecido pueda

sostener la derramada soledad.

Quizá en la sombra aquella se encontrara

sed abundante, sangre, carne, hueso,

en que albergar la voz que ahora huye.

ALVARO CUNQUEIRO

domingo, 11 de octubre de 2009

"La verdad" de Vicente Aleixandre. Las 2001 Noches nº 14

LA VERDAD

¿Qué sonríe en la sombra sin muros que ensordece
mi corazón? ¿Qué soledad levanta
sus torturados brazos sin luna y grita herida
a la noche? ¿Quién canta sordamente en las ramas?

Pájaros no: memoria de pájaros. Sois eco,
sólo eco, pluma vil, turbia escoria, muerta materia sorda
aquí en mis manos. Besar una ceniza
no es besar el amor. Morder una seca rama
no es poner estos labios brillantes sobre un seno
cuya turgencia tibia dé lumbre a estos marfiles
rutilantes. ¡El sol, el sol deslumbra!

Separar un vestido crujiente, resto inútil
de una ciudad. Poner desnudo
el manantial, el cuerpo luminoso, fluyente,
donde sentir la vida ferviente entre los ramos
tropicales, quemantes, que un ecuador empuja.

Bebed, bebed la rota pasión de un mediodía
que en el cenit revienta sus luces y os abrasa
volcadamente entero, y os funde. ¡Muerte hermosa vital,
ascua del día! ¡Selva virgen que en llamas te destruyes!

sábado, 10 de octubre de 2009

"En tanto que de rosa y de azucena" de Garcilaso de la Vega. Las 2001 Noches nº 87

EN TANTO QUE DE ROSA

Y DE AZUCENA

En tanto que de rosa y de azucena

se muestra la color en vuestro gesto,

y que vuestro mirar ardiente, honesto,

con clara luz la tempestad serena;

y en tanto que el cabello, que en la vena

del oro se escogió, un vuelo presto,

por el hermoso cuello blanco, enhiesto,

el viento mueve, esparce y desordena:

coged de vuestra alegre primavera

el dulce fruto, antes que el tiempo airado

cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado,

todo lo mudará la edad ligera

por no hacer mudanza en su costumbre.

miércoles, 7 de octubre de 2009

FRIEDRICH HEBBEL. Aforismos. Las 2001 Noches nº 63

- Actualmente se vive del arte de gastar el dinero que el vecino lleva en el bolsillo.

- Hay gente que sólo se lava cuando ve a los demás sucios.

- A más de uno que dice que la vida es breve, le parece el día demasiado largo.

domingo, 4 de octubre de 2009

"Un cuerpo no tiene nombre" de José Ángel Valente. Las 2001 Noches nº 26


Y ahora, una y otra vez, volver
a la misma palabra
como el nocturno vientre de la hembra.
Volver, bajar en círculos concéntricos,
igual que el ave cae desde muy lejos
sobre la palpitante entraña de su presa.

Y ahora volver, forzar la resistencia
con que secreto encierra su semilla
el corazón del fruto.

Abatirse, caer, como la zarpa busca
el apretado ramo de las venas,
sobre tu amurallado sueño,
sobre tu sangre interminable.

sábado, 3 de octubre de 2009

"Se levanta en la noche y anda" de Olga Orozco. Las 2001 Noches nº 1

«La aflicción mayor es la del porvenir traicionado.»

GASTON BACHELAR

"Ojalá nos hubieran devorado los monos
bajo el ácido aliento de aquella callejuela del mercado,
en el amanecer húmedo y gris."
"Ojalá nos hubiéramos envenenado con aquellas almendras tan amargas,
mientras brillaba como nunca el sol."
"Ojalá te comieran el corazón los perros todavía,
bien lejos, amor mío,
los perros en la noche que te apartó de mí.”
¿Quién maldice en voz baja?
¿Quién susurra como nodriza loca entre los aleteos de la oscuridad?
Es alguien que se levanta a tientas y empieza a caminar entre los muertos;
alguien que roza un trapo o que pisa una sombra con un escalofrío.
El lugar está lleno de trastos, de alimañas y de polvo insistente por todos los rincones.
No hay sitio ni para una moneda por aquí.
Pero ella vuelve del revés los días, revisa los agujeros de las noches
hasta el vacío del final.
Una vez más aún, una vez más busca entre vidrios rotos la llave del error,
entre cuentas vencidas la cifra del fracaso,
entre ataduras sueltas el nudo del adiós.
iAh memoria, memoria,
cuando apilabas sólo encantamientos de hoy para mañana y después de mañana,
tenías las manos fervorosas y los ojos de transparente miel!
Mamá, papá, no me miren ahora desde allá, desde entonces,
como si mi destino estuviera anunciado por la fulguración de las estrellas,
como si fuera el ángel del futuro esplendor.
Sí, sí, todo estaba teñido con el color de los paraísos prometidos
y yo era como el sueño de la más absoluta, la más incorruptible de las primaveras.
Julieta suspendida del canto del ruiseñor hasta el veneno,
cada encuentro en el filo del cuchillo y cada cielo en ascuas:
el imposible triunfo del amor que siempre se traiciona.
Mamá, papá, recogieron los dados.
No seré ni siquiera como el punto luminoso de Keops para el amante,
ni mi ausencia será tiniebla sin remedio para nadie hasta el
juicio final.
Pero bórrate ya, espejo infamatorio, espejo usurpador,
¿acaso hay alguien más infeliz que yo en este inalterable, mutilado universo?
"Te pertenezco", dijo. "¿Tanto como los ojos que no ves,
como la voz que clama en el desierto?”, dije,
"Tanto como tú misma. Tanto como el lugar del bien perdido.
Pero ésta es una historia para después del mundo", dijo.
¡Ah memoria, memoria,
tienes las manos frías y la mirada oscura de los que vuelven desde nunca!
Llevemos, de todos modos, esas habitaciones abismales,
esos parques con lluvia y aquel muelle donde sólo es verano.
No dejemos caer las lámparas guardianas ni las cartas tan frágiles:
pongamos en esta misma sal los besos, los adioses, los retornos;
guardemos cada piedra, cada sol, cada lágrima.
Y así, paso por paso, año tras año, hemos forzado el tiempo
reavivando el pasado boca a boca con el vino vertiginoso del porvenir
hasta ver el presente posado aquí o allá como un pájaro ciego.
Fue un incesante y arduo traslado subterráneo.
Ahora estamos cerca del final, de cara contra el muro que no cede.
Han caído ciudades; han pasado dinastías de hormigas.
Todos estos escombros han sido removidos, triturados, confundidos,
sin ninguna piedad, sin ninguna esperanza.
¡Ah memoria, memoria,
nos hemos deslizado varias veces por los alrededores de la eternidad,
donde alguien nos estará esperando cualquier día, "para después del mundo", como dijo!
Entonces ella se alza entre ráfagas frías y turbios remolinos
igual que las mendigas destempladas de los basurales,
y tropieza y escarba y maldice tu sombra todavía:
"¡Ojalá te comieran el corazón,
ya frío,
los perros en la noche que te alejó de mí".