miércoles, 3 de abril de 2013

MUJER AMERICANA de María Chévez. Las 2001 Noches nº 43


Te miraba
mujer americana
al galope del caballo y el tronar del fusil,
haciendo
con tus hombres
la lucha.
Algo que perdura
entre jazmines, hilillos de agua
y la roca.

Otras veces
te veía
mujer
americana
con un niño en brazos
removiendo alguna comida miserable
tarareando entre dientes
antiguas canciones de violencia y amor.
Nacida en un continente,
a pesar del quinquenio,
ubicado más allá.

Música
guitarra y violines
también trompetas
añorantes
-como si conocieran- 
el tiempo de la paz.

Te tiemblan las manos
lo sé
es la ternura
ante tus propios pasos
en praderas sin fin.

Como tus tierras
mujer ilusionada
eco
tañido
motín
infieles de pies sobre el polvo
matanza
exterminio
al calor de tus soles
protegiendo
al verde de su propia luz.

Hoy gritaban los periodistas
y se agitaban las cámaras de televisión
impulsados los acontecimientos
por guerras arcaicas
por intereses del poder sin nombre,
en búsqueda desconsolada, no hallaban la paz.

Pensaba
mujer americana
de ojos verdes
de ojos pardos
de ojos negros
y muchas veces de labios sellados
en nuestras tierras donde todo crece.

En el saber del emigrado,
la raíz es lo de menos.

Tierra del sol sin costumbres
sólo lo habitual
lo cotidiano
lo cosmopolita, lo contemporáneo
y lo de todos los días
-americana- esa lucha inconmovible.

También sabemos que el futuro existe.
Y no es cuestión de sapiencia
tener los pies en una tierra
donde todo depende del cielo.

Climas agrios y también
climas dulces
y el devenir
de nuestros ríos suaves
amamantando océanos.

Mujer
tú sí.

En ese bordado
donde permanece
nuestro amor
por las historias
alegres y tristes
es el límite. Ignorado.

Lo que habla.
Lo que existe.
Lo que late, pulsa, rueda.
Lo que vibra aún sin contraste.
Lo que ríe, trabaja y sueña.

La que teje en hilos de futuro
un latido inmenso
continental
ardiente
una unidad infranqueable.
Entre los trozos
y los escombros.

Al rescoldo
de palacios indígenas
buscando
el alba
fulminante
áurea
inigualable.

martes, 2 de abril de 2013

"Soy un discurrir de arena que resbala" de Samuel B. Beckett. Las 2001 Noches nº 130



soy un discurrir de arena que resbala
entre la duna y los guijarros
la lluvia del verano llueve sobre mi vida
sobre mí vida mía que me persigue y huye
y tendrá fin el día del comienzo
caro instante te veo
en el retroceder de este telón de bruma
donde ya no deberé pisar estos largos umbrales movedizos
y viviré lo mismo que una puerta
que se abre y se vuelve a cerrar
mi camino está en la arena que fluye
entre la duna y los guijarros
la lluvia del verano llueve sobre mi vida
sobre mí vida mía acosándome huyendo
hacia su inicio hacia su fin
mi paz está en la niebla que disminuye
cuando pueda dejar de pisar estos largos umbrales movedizos
y vivir lo mismo que una puerta
que se abre y se cierra