jueves, 21 de enero de 2016

ODA A LA MUERTE de Alejandra Menassa. Las 2001 Noches Nº 62


No es lo negro lo que me trae tu nombre,
no es la ausencia de sol.
Que ya te separé de la guadaña,
del gusano y de la calavera.
Que ya tuve contigo los hijos del silencio,
los hijos de los puntos y las comas,
los hijos del comienzo y del final.
No he de ir a buscarte en los lamentos
apagados de los funerales,
ni en las desalentadas estaciones del luto.
Lo múltiple te erige su reina mentirosa,
eres una pasión silenciosa y brutal,
eterno grito sin voz
en el hangar perdido de las horas.
He aprendido a conversar en tu presencia,
tú me traes los silencios necesarios.
La vida, vino la vida con su accidentado
caminar y ahí estabas tú,
en su regazo, en el beso inefable de sus labios,
mica y cuarzo para el mismo granito,
cuerpos entrelazados que morirán de amor.

martes, 19 de enero de 2016

LAMENTO POR EL ARBOLITO DE PHILIP de Juan Gelman. Las 2001 Noches Nº 5


philip se sacó la camisa servil
llena de tardes de oficina y sonrisas al jefe
y asesinatos de su niño románticamente hablando
su niño operado cortado transplantado injertado
de bucólicas primaveras y Ginger Street volando alto
                                                                  [verdadera
en la tarde de agosto cruel o gris
se quedó en pecho philip y cuando
se quedó en pecho hizo el recuento feliz de cuando:
le sacó la lengua al maestro (a espaldas del maestro)
le hizo la higa a la patria potestad (a espaldas de la patria
                                                                      [potestad)
formó cuernitos con la mano contra toda invasión maternal
                            [(a espaldas de toda invasión maternal)
se burló del ejército la iglesia (a espaldas del ejército la
                                                                         [iglesia)

en general de cuando
ejerció su rebelde corazón (dentro de lo posible)
fortificó sus entretelas acostumbradas al vacío (siempre que
                                                       [el tiempo lo permitía)
engañó a su mujer (con permiso)
philip era glorioso esas noches de whisky y hasta vino
exóticamente consumido con referencias a la costa del sol
una palabra encantadora lo detenía semanas y semanas a su
                                                                           [alrededor
sol por ejemplo
o sol digamos
o la palabra sol
como si philip buscara lejos de la sociedad industrial
fuentes de luz fuentes de sombra fuentes

qué coraje hablar del sol

como suele ocurrir philip murió
una tarde lenta amarilla buena callada en los tejados
no hablaremos de cómo lo lloró su mujer (a sus espaldas)

o el ejército la iglesia (a sus espaldas)
o el mundo en particular y en general súbitamente de espaldas:
su viuda le plantó un arbolito sobre la tumba en Cincinnati
que creció bendecido por los jugos del cielo
y también se curvó
Y si alguien piensa que lo triste es la vida de philip
fíjese en el arbolito le ruego
fíjese en el arbolito por favor
hay varias formas de ser mejor dicho
muchas formas de ser:
llamarse Hughes
hablar arameo mojarlo con té
estallar contra la tristeza del mundo
pero a ustedes les pido que se fijen
en el curvado arbolito
tiernamente inclinado sobre philip
su pecho en pena en piel como se dice
ni un pajarito nunca
cantó o lloró sobre ese árbol
verde y todo inclinado
inclinado.
                                                 

lunes, 18 de enero de 2016

EL CUERPO DESHABITADO de Rafael Alberti. Las 2001 Noches Nº 122

1
Yo te arrojé de mi cuerpo,
yo, con un carbón ardiendo.
- Vete.
Madrugada.
La luz, muerta en las esquinas
y en las casas.
Los hombres y las mujeres
ya no estaban.
- Vete.
Quedó mi cuerpo vacío,
negro saco, a la ventana.
Se fue.
Se fue, doblando las calles.
Mi cuerpo anduvo, sin nadie.
2
Que cuatro sombras malas
te sacaron en hombros,
muerta.
De mi corazón, muerta,
perforando tus ojos
largas púas de encono
y olvido.
De olvido,
sin posible retorno.
Muerta.
Y entraste tú de pie,
bella.
Entraste tú, y ahora,
por los cielos peores,
tendida,
fea,
sola.
Tú.
Sola entre cuatro sombras.
Muerta.
3
¿Quién sacude en mi almohada
reinados de yel y sangre,
cielos de azufre,
mares de vinagre?
¿Qué voz difunta los manda?
Contra mí, mundos enteros,
contra mí, dormido,
maniatado,
indefenso.
Nieblas de a pie y a caballo,
nieblas regidas
por humos que yo conozco
en mí enterrados,
van a borrarme.
Y se derrumban las torres,
las empinadas
centinelas de mi sueño.
Y el viento,
la tierra,
la noche.
4
Tú. Yo. (Luna). Al estanque.
Brazos verdes y sombras
te apretaban el talle.
Recuerdo. No recuerdo.
¡Ah, sí! Pasaba un traje
deshabitado, hueco,
cal muerta, entre los árboles.
Yo seguía… Dos voces
me dijeron que a nadie.
5
Dándose contra los quicios,
contra los árboles.
La luz no le ve, ni el viento,
ni los cristales.
Ya, ni los cristales.
No conoce las ciudades.
No las recuerda.
Va muerto.
Muerto, de pie, por las calles.
No le preguntéis. ¡Prendedle!
No, dejadle.
Sin ojos, sin voz, sin sombra.
Ya, sin sombra.
Invisible para el mundo,
para nadie.
6
I
Llevaba una ciudad dentro.
La perdió.
Le perdieron.
Solo, en el filo del mundo,
clavado ya, de yeso.
No es un hombre, es un boquete
de humedad, negro,
por el que no se ve nada.
Grito.
¡Nada!
Un boquete, sin eco.
7
II
Llevaba una ciudad dentro.
Y la perdió sin combate.
Y le perdieron.
Sombras vienen a llorarla,
a llorarle.
-Tú, caída,
tú, derribada,
tú;
la mejor de las ciudades.
Y tú, muerto,
tú, una cueva,
un pozo tú, seco.
Te dormiste.
Y ángeles turbios, coléricos,
la carbonizaron.
Te carbonizaron tu sueño.
Y ángeles turbios, coléricos,
carbonizaron tu alma,
tu cuerpo.