domingo, 30 de octubre de 2016

AL DORSO DE UN RETRATO de Carilda Oliver Labra. Las 2001 Noches nº 104


Mira el retrato...
¡Fíjate bien!:
en lo que tengo tras la sien
hay arrebato.
Y la sonrisa
que por el rostro se pasea,
como enfermiza,
es pena fea.
¿No has observado
esta nariz?
Es un rarísimo desliz...
¡Vaya pecado!
En la garganta
ya casi pura
cantando canta
mi sepultura.
No he de ocultarte que por la frente
anda cautivo
un ser ausente,
peor que vivo.
Mira mi boca
-¿será de hada, será de bruja?-:
me la he cosido con una aguja;
herida antigua que se sofoca.
Jardín de rasos elementales,
ya no es un vino;
y aunque le corto ala y camino
tiene una furia, sufre unos males...
Aquí en el pecho
inútilmente, no sin razón,
loco, maltrecho,
mi corazón
el tiempo olvida;
por una estrella lo cambia todo,
y muy a su modo
hace la vida.
Estas orejas
guardan secretos interesantes,
músicas viejas,
voces de antes.
Lo que me pierde
y me aniquila
es la pupila
trágica, verde:
jade en que huyo,
mito en desgracia,
hoja de acacia,
luz de cocuyo.
A maravilla
el mármol finge
de alguna estatua, de alguna esfinge
esta mejilla;
y sin embargo
es suave y dulce como una pera
y sólo espera
un beso largo.
¿Y mi cabello?
Pobre tesoro,
pájaro bello,
lluvia de oro,
sube que sube
se enreda siempre con una nube.
Soy algo boba,
soy algo miope.
(Uno me daña y otro me roba);
pero ando en sueños siempre a galope.
¿Ves este cuello?
Pues se me enfría...
Lleva la muerte como un destello
de poesía.
Vida absoluta.
Hay cierta monja que nunca azoro,
hay cierta puta
aquí en mi carne. Con ambas lloro.
Cuando mañana se vuelva ayer
no haré del polvo un parentesco:
¡en el retrato siempre parezco
una mujer!

martes, 18 de octubre de 2016

SONETO de Rafael Alberti. Las 2001 Noches Nº 16


a Federico García Lorca
Sal tú, bebiendo campos y ciudades
en largo ciervo de agua convertido,
hacia el mar de las altas claridades
del martin-pescador mecido nido.
 
Que yo saldré a esperarte amortecido,
hecho junco, a las altas soledades,
herido por el aire y requerido
por tu voz sola entre las tempestades.
 
Deja que escriba, débil junco frío,
mi nombre en esas aguas corredoras,
que el viento llama, solitario, río.
 
Disuelto ya en tu nieve el nombre mío,
vuélvete a tus montañas trepadoras,
ciervo de espuma, rey del monterío.

miércoles, 12 de octubre de 2016

VIOLENCIA DE LAS HORAS de César Vallejo. Las 2001 Noches Nº 9


    Todos han muerto
    Murió doña Antonia, la ronca, que hacía pan barato en el burgo.

    Murió el cura Santiago, a quien placía le saludasen los jóvenes y las mozas, respondiéndoles a todos, indistinta- mente: «Buenos días, José! Buenos días, María!».
     Murió aquella joven rubia, Carlota, dejando un hijito de meses, que luego también murió a los ocho días de la madre.
     Murió mi tía Albina, que solía cantar tiempos y modos de heredad, en tanto cosía en los corredores, para Isidora, la criada de oficio, la honrosísima mujer.
     Murió un viejo tuerto, su nombre no recuerdo, pero dormía al sol de la mañana, sentado ante la puerta del hojalatero de la esquina.
     Murió Rayo, el perro de mi altura, herido de un balazo de no se sabe quién.
   Murió Lucas, mi cuñado en la paz de las cinturas, de quien me acuerdo cuando llueve y no hay nadie en mi
experiencia.

   Murió en mi revólver mi madre, en mi puño mi hermana
  y mi hermano en mi víscera sangrienta, los tres ligados por un género triste de tristeza, en el mes de agosto de años sucesivos.

   Murió el músico Méndez, alto y muy borracho, que
solfeaba en su clarinete tocatas melancólicas, a cuyo articulado se dormían las gallinas de mi barrio, mucho antes de que el sol se fuese.

    Murió mi eternidad y estoy velándola.

martes, 11 de octubre de 2016

DOMINGO FERREIRO de Raúl González Tuñón. Las 2001 Noches nº 2


Toca la gaita Domingo Ferreiro
toca la gaita... «¡Non queiro, non queiro!»
Porque están llenas de sangre las rías,
porque no quiero, no quiero, no quiero.
Y se secaron los ramos floridos
que ella traía en la falda del viento,
que ella traía a su novio soldado
o pescador, labrador, marinero.
Sobre Galicia ha caído la peste,
ay, los oscuros sargentos vinieron.
Están colgando en los pinos los hombres,
toca la gaita, no quiero, no quiero.
Nuestros hermanos que están allá abajo
pronto vendrán a vengar a los muertos,
pronto vendrán en mitad del verano,  
pronto vendrán en mitad del invierno.
El que no ha muerto andará por el monte
y en las aldeas cayeron los buenos.
Ay, que no vayan los lobos al monte,
toca la gaita, no quiero, no quiero.
Ya llegarán las valientes milicias
para acabar con la hez del desierto.
Ya llegarán en mitad de la Historia,
ya llegarán en mitad de los tiempos.

Toca la gaita... ¡que baile el obispo!
Toca la gaita, no quiero, no quiero.
Porque no es hora de fiesta en España,
porque no quiero, no quiero, no quiero.
Ya llegarán los soldados leales
para acabar con los pájaros negros,
ya llegarán en mitad de la Biblia,
ya llegarán en mitad de los muertos.
Toca la gaita. ¡Que baile la víbora!
Toca la gaita, no quiero, no quiero.
Porque la gaita no quiere que toque.
Porque se ha muerto Domingo Ferreiro.

DOMINGO FERREIRO de Raúl González Tuñón. Las 2001 Noches nº 2


Toca la gaita Domingo Ferreiro
toca la gaita... «¡Non queiro, non queiro!»
Porque están llenas de sangre las rías,
porque no quiero, no quiero, no quiero.
Y se secaron los ramos floridos
que ella traía en la falda del viento,
que ella traía a su novio soldado
o pescador, labrador, marinero.
Sobre Galicia ha caído la peste,
ay, los oscuros sargentos vinieron.
Están colgando en los pinos los hombres,
toca la gaita, no quiero, no quiero.
Nuestros hermanos que están allá abajo
pronto vendrán a vengar a los muertos,
pronto vendrán en mitad del verano,
 
pronto vendrán en mitad del invierno.
El que no ha muerto andará por el monte
y en las aldeas cayeron los buenos.
Ay, que no vayan los lobos al monte,
toca la gaita, no quiero, no quiero.
Ya llegarán las valientes milicias
para acabar con la hez del desierto.
Ya llegarán en mitad de la Historia,
ya llegarán en mitad de los tiempos.

Toca la gaita... ¡que baile el obispo!
Toca la gaita, no quiero, no quiero.
Porque no es hora de fiesta en España,
porque no quiero, no quiero, no quiero.
Ya llegarán los soldados leales
para acabar con los pájaros negros,
ya llegarán en mitad de la Biblia,
ya llegarán en mitad de los muertos.
Toca la gaita. ¡Que baile la víbora!
Toca la gaita, no quiero, no quiero.
Porque la gaita no quiere que toque.
Porque se ha muerto Domingo Ferreiro.