domingo, 31 de mayo de 2009

"Comencé a darme cuenta" de Miguel Oscar Menassa. Las 2001 Noches nº 62

COMENCÉ A DARME CUENTA

Comencé a darme cuenta de que no era libre.
Nadie toleraba que a los 61 años,
amara el amor en lugar de hacerlo.

Nadie toleraba que a los 61 años,
todavía amara la libertad
que nunca había conseguido.

Ni yo mismo a los 61 años
puedo amar mis deseos sexuales.

Y después, las tardes de domingo,
me dejaba caer como una flor marchita
para que ella me pisoteara y nunca, nadie,
ni siquiera ella misma en su temblor,
podía tolerar mi resurrección.

Y yo me alzaba como los que saben volar
y ya tenía 61 años y siempre me veía caer
pero la vida misma es una sola para todos
por eso hubo días que algo en mí no caía.

Ella, rezando arrodillada
y yo, alzándome en la frase
hasta tocar su alma,
su vientre
su canción.

Ahí estaban las luces y éramos todos ciegos.

Nadie podía ver más allá de su amor.


Nadie podía llorar por desgracias ajenas.
Nadie podía dar comida al hambriento,
nuestra desgracia se lo llevaba todo.
Nunca hubo justicia entre nosotros
y jamás conocimos la libertad,
somos un pueblo muerto,
desde el comienzo nunca hubo pan.

Así eran las frases que ella recitaba
cuando, valientes, hacíamos el amor.

Y nadie toleraba que nuestro amor
fuera ese suave galope cibernético
a los 61 años
casi sin piernas
sin ganas de volar
sin cabellos al aire
sin manos al unísono
grabando en tu cuerpo
las huellas del tiempo.
A los 61 años,
cuando hacíamos el amor
todo era alucinación
verbo y locura.

Y lo peor de todo
era que nadie podía soportar,
ni siquiera ella misma,
que yo la mirara a los ojos
durante las comidas,
en el baño,
un momento antes de parir,
hijo o poema,
y la miraba a los ojos
cuando hacíamos el amor
y eso, en verdad, la enloquecía
y su goce era magistral y nuevo
pero nunca pudo tolerarlo.

Un día me lo dijo claramente:
no soporto que a los 61 años
seas tan feliz.


sábado, 30 de mayo de 2009

Recital poético musical


Auditorio Municipal de Camarma de Esteruelas.
Edificio Multifuncional. C/ Daganzo, 2
Entrada por lateral (Calle Soledad)
ENTRADA LIBRE
Para poder verlo hay que acceder a la siguiente dirección:
www.helloworld.com/grupocero. Una vez en la página hay que pinchar donde pone Live! (situado arriba, a la derecha de la página)
Una vez que se abre pulsar Play

"Discurso de Eva" de Carilda Oliver Labra. Las 2001 Noches nº 4

DISCURSO DE EVA

Hoy te saludo brutalmente:
con un golpe de tos
o una patada.
¿Dónde te metes,
a dónde huyes con tu caja loca
de corazones,
con el reguero de pólvora que tienes?
¿Dónde vives:
en la fosa en que caen todos los sueños
o en esa telaraña donde cuelgan
los huérfanos de padre?

Te extraño.
¿sabes?
como a mí misma
o a los milagros que no pasan.
Te extraño,
¿sabes?
Quisiera persuadirte no sé de qué alegría,
de qué cosa imprudente.

¿Cuándo vas a venir?
Tengo una prisa por jugar a nada,
por decirte: «mi vida»
y que los truenos nos humillen
y las naranjas palidezcan en tu mano.
Tengo unas ganas de mirarte al fondo
y hallar velos
y humo,
que, al fin, perece en llama.

De verdad que te quiero,
pero inocentemente,
como la bruja clara donde pienso.
De verdad que no te quiero,
pero inocentemente,
como el ángel embaucado que soy.
Te quiero,
no te quiero.
Sortearemos estas palabras
y una que triunfe será la mentirosa.

Amor...
(¿Qué digo? estoy equivocada,
aquí quise poner que ya te odio.)
¿Por qué no vienes?
¿Cómo es posible
que me dejes pasar sin compromiso con el fuego?
¿Cómo es posible que seas austral
y paranoico
y renuncies a mí?

Estarás leyendo los periódicos
o cruzando
por la muerte
y la vida. Estarás con tus problemas de acústica y de ingle,
inerte,
desgraciado,
entreteniéndote en una aspiración del luto.
y yo que te deshielo,
que te insulto,
que te traigo un jacinto desplomado;
yo que te apruebo la melancolía;
yo que te convoco


a las sales del cielo,
yo que te zurzo:
¿qué?
¿Cuándo vas a mátame a salivazos,
héroe?
¿Cuándo vas a molerme otra vez bajo la lluvia?
¿Cuándo?
¿Cuándo vas a Ilámame pajarito
y puta?
¿Cuándo vas a maldecirme?
¿Cuándo?
Mira que pasa el tiempo,
el tiempo,
el tiempo,
y ya no se me aparecen ni los duendes,
y ya no entiendo los paraguas,
y cada vez soy más sincera,
augusta...
Si te demoras,
si se te hace un nudo y no me encuentras,
vas a quedarte ciego;
si no vuelves ahora: infame, imbécil, torpe, idiota,
voy a llamarme nunca.

Ayer soñé que mientras nos besábamos
había sonado un tiro
y que ninguno de los dos soltamos la esperanza.
Este es. un amor
de nadie;
lo encontramos perdido,
náufrago,
en la calle,
Entre tú y yo lo recogimos para ampararlo.
Por eso, cuando nos mordemos,
de noche,
tengo como un miedo de madre a quien dejaste sola.
Pero no importa,
bésame,
otra vez y otra vez
para encontrarme.
Ajústate a mi cintura,
vuelve;
sé mi animal,
muéveme.
Destilaré la vida que me sobra,
los niños condenados.
Dormiremos como homicidas que se salvan
atados por una flor incomparable.
Ya la mañana siguiente cuando cante el gallo
seremos la naturaleza
y me pareceré a tus hijos en la cama.

Vuelve, vuelve.
Atraviésame a rayos.
Hazme otra vez una llave turca.
Pondremos el tocadiscos para siempre.
Ven con tu nuca de infiel,
con tu pedrada.
Júrame que no estoy muerta.
Te prometo, amor mío, la manzana.

CARILDA OLIVER LABRA

viernes, 29 de mayo de 2009

"Historia" de Lepoldo de Luis. Las 2001 Noches nº 30

HISTORIA

Han pasado los años y las cosas
que nos vieron crecer jóvenes nada
más que recuerdo son. La tierra ha vuelto
a abrir ya veinte veces sus entrañas
bajo las duras manos que no logran
sino sufrir, pero jamás llamarla
suya, las manos que aún descubren
un cerco oscuro en sus muñecas, manchas
antiguas.

Transcurrieron años;

hijos nos han nacido que levantan
al sol los ojos y preguntan. Saben
que un día... Vagamente hablan
de lo que fue nuestro vivir,
la carne misma nuestra, sepultada
en el tiempo.

Miramos lentamente

hacia la luz que dora la ventana.
El sol ha vuelto ya, miles de veces,
a hundir sus naves en el agua
de la noche y hermosa, limpiamente,
se salvó del naufragio con el alba.

La Tierra, el Sol, los hijos...
La vida, un oleaje. No se para
en nuestras manos. Sigue, se va, rompe
barreras, ilusiones, vallas,
deseos...

Han pasado años.

Otras guerras han puesto su pisada
de sangre y cieno sobre el mundo, otras
paces soltaron sus palomas blancas.
Naciones han surgido. Pueblos nuevos
se congregan en torno de las brasas
de su reciente libertad. Pequeña
y enorme, en la materia agazapada
una fuerza fue vista por los ojos
del hombre y sus terrores amenazan
el mundo. Entre la rueda de los astros
giran estrellas con la huella humana
en su esqueleto...

Han pasado años.

Angustia comprenderlo. Tanta
vida...

Miramos lentamente.

La Tierra, el Sol, los hijos...
¿Qué palabras
desdecirán la realidad? ¿Qué hielo
sujetará este río?
Un llanto habla
solo al revés; remonta el cauce; ahonda
la antigua herida.
Todavía sangra.


LEOPOLDO DE LUIS
España-1918
De “Juego limpio”, 1961

miércoles, 27 de mayo de 2009

"De un mundo a otro" de Aldolfo Bioy Casares. Las 2001 Noches nº 24

DE UN MUNDO A OTRO
(Fragmento)
V
La madre había muerto en 1994; desde entonces el padre seguía viviendo en la vieja casa de la calle Hortiguera al quinientos (en una casa donde funcionó una prestigiosa imprenta), a pocos pasos del Parque Chacabuco. Cuando Javier fue a despedirse lo encontró en el escritorio, jugando con un lápiz. Tenía buenos colores en la cara; su cabeza, que era grande, parecía desnuda porque estaba rapada. No usaba anteojos. En una jaula había un loro muy verde.
-Vengo a despedirme, padre. Me voy de viaje.
-¿Adónde? -preguntó el padre.
-¿Adónde? -replicó el loro.
-A ver si me ayudas -dijo el padre-. Se ocupa del campo: once letras.
-Agropecuario -contestó Javier.
-Gracias, estoy orgulloso de vos, hijo mío. Otra pregunta: curiosidad sexual. Nunca los hubo y siempre los hay. Doce letras. Concluye en A.
-Hermafrodita.
-¡Qué hijo tengo!
-Tengo -dijo el loro.
-No te alegres demasiado, padre. Me voy de viaje. Si me extrañás como yo te extraño cuando no te veo...
-¿Qué vas a hacer en Montevideo? Antes de irte podrías darme otra mano. Raro. Empieza con H. Once letras.
-No sé qué puede ser, padre: pero me voy, porque estás muy ocupado...
-Cuando empiezo unas palabras cruzadas, no las dejo a medio llenar.. en fin, cuando puedo. Me parece que ha de ser heterogéneo.
-Genio -dijo el loro. Javier suspiró y dijo:
-Bueno, padre, me voy. Tengo que dejar aquí todo arreglado, porque la ausencia puede ser larga... El padre se incorporó, lo abrazó y preguntó con voz trémula:
-¿Vas lejos? ¿Por mucho tiempo? ¡Piensa que sin tus visitas no sé qué será de mí!
-¿Qué le vamos a hacer? No creas que me voy muy contento. Hay que sobreponerse... Siempre te quedan las palabras cruzadas y el loro.
-No seas tan severo conmigo.
-No quiero serlo. Vine a despedirme. Trataré de que tengas noticias mías.
-Mías -dijo el loro.
-Sé que no bien te vayas -dijo el padre- me voy a arrepentir de no haberte, preguntado nada sobre tu viaje.
-Prometo -dijo Javier, mientras abrazaba a su padre- tenerte informado.
Cuando salió a la calle respiró profundamente. La visita a su padre lo había entristecido. Ya se sabe: la vida es implacable y cuando la vejez llega nos aísla, nos tapa los oídos, nos quita la luz de los ojos; por todo eso, por un tiempo, nos sumimos en la tristeza y, por último, lo que es mucho peor, caemos en la indiferencia. Sí, por un rato había sentido que su padre estaba fuera de alcance, pero, acaso afortunadamente, en el momento de la separación, o poco antes, dejó ver su tristeza y también su afecto.
Después de caminar unas cuadras encontró un teléfono público, pero no pudo comunicarse Con Margarita, porque el aparato estaba descompuesto. Se internó en el Parque Chacabuco y un poco en broma lamentó que no fuera de noche, porque entonces habría más probabilidades de que lo asaltaran. Sí, un buen asalto, con el correspondiente maltrato, quizás le permitiera olvidar por un tiempo el malhadado viaje que al día siguiente a la mañana lo alejaría ¿para siempre? de Margarita.
Al anochecer cansadísimo, llegó a la Plaza Irlanda. Comentó consigo que las plazas de Buenos Aires eran hermosas y también la circunstancia extraña, pero desprovista de interés, de que las dos personas a quienes quería abrazar antes de partir vivían cerca de plazas: su padre y Castro, el amigo de toda la vida. Se dijo: estoy pensando en estas necedades, para olvidar lo que me espera. Dobló por la calle Neuquén y a pocos pasos encontró la casa de su amigo. Era diminuta, de techo rojo y en punta, como los de algunos campanarios, y precedida por un jardín exiguo, muy mal cuidado. Castro lo recibió afectuosamente. Muy pronto Javier, que no tenía secretos para él, le anunció el viaje y le explicó la situación con Margarita. El amigo le dijo:
-Yo seré un tipo raro, pero sistemáticamente me opongo a que los otros me obliguen a hacer algo que no quiero. ¿Por qué aceptaste participar en ese viaje espantoso? Nada más que para no separarte de Margarita y ahora, que ella no va ¿por qué inexplicable razón arriesgas la vida? Te digo con la mano en el corazón: lo más probable es que no llegues a ninguna parte y que te pierdas en el espacio. Pero si llegaras a otro mundo, lo que me parece improbable ¿has pensado en lo que allá vas a encontrar? A lo mejor seres rarísimos, que los atacarán a ustedes y los matarán.
Javier se había cuidado muy bien de explicar que por toda tripulación irían él y un astronauta encargado de la conducción de la nave.

lunes, 25 de mayo de 2009

"Tristeza de la luna" de Charles Baudelaire. Las 2001 Noches nº 33

TRISTEZA DE LA LUNA

Esta noche la luna sueña con más pereza,
como sobre cojines tendida una belleza
que, acariciando leve con mano distraída
el contorno del seno, se va a quedar dormida.

Sobre su suave espalda con pálidos nublados,
moribunda, se entrega a éxtasis prolongados,
y pasea sus ojos por las blancas visiones
que en el azul ascienden igual que floraciones.

Cuando sobre este mundo su languidez ociosa
deja caer alguna lágrima silenciosa,
un poeta piadoso, enemigo del sueño,

en su mano recoge esta lágrima fría
como un fragmento de ópalo que al iris desafía,
y de ella al solitario corazón hace dueño.

domingo, 24 de mayo de 2009

"Burnt Norton" de Thomas Stearns Eliot. Las 2001 noches nº 61

BURNT NORTON

I

Tiempo presente y tiempo pasado
se hallan, tal vez, presentes en el tiempo futuro,
y el futuro incluido en el tiempo pasado.
Si todo tiempo es un presente eterno
todo tiempo es irredimible.
Lo que pudo haber sido es un abstracción
que alienta, posibilidad perpetua,
sólo en un mundo de especulaciones.
Lo que pudo haber sido y lo que ha sido
tienden a un sólo fin, siempre presente.
Resuenan pisadas en la memoria
por la senda que no tomamos
hacia la puerta que jamás abrimos
ante el jardín de rosas. Así en tu mente
resuenan mis palabras.
Mas, qué las mueve
a perturbar el polvo en un cuenco de pétalos de rosa,
no lo sé.
Otros ecos
habitan el jardín. ¿Los seguiremos?
Rápido, dijo el pájaro, halladlos, halladlos,
tras la esquina. A través de la primera verja,
en nuestro primer mundo, ¿haremos caso
al engaño del tordo? En nuestro primer mundo.
Allí estaban, sí, graves, invisibles,
moviéndose sin prisa sobre las hojas muertas,
en el calor de otoño, por el aire vibrante,
y el pájaro cantó, en contestación
a la inaudible música oculta en la maleza,
y el dardo no visible del mirar cruzó el aire, pues las rosas
tenían apariencia de flores que se saben contempladas.
Como huéspedes nuestros, allí estaban, acogidos y acogedores.
Entonces recorrimos, en procesión formal,
la vereda desierta, hasta el cerco de setos,
y miramos atentos el estanque drenado.
Seco el estanque un agua hecha de sol,
y los lotos se alzaron, en silencio, en silencio,
fulgió la superficie desde el corazón de la luz,
y allí permanecieron, tras nosotros, reflejados en el estanque.
Luego pasó una nube, y el estanque quedó vacío.
Idos, nos dijo el pájaro, pues los niños bullían en las frondas,
ocultos y excitados, conteniendo la risa.
Idos, idos, nos dijo: el ser humano
no puede soportar demasiada realidad.
Tiempo pasado y tiempo futuro
lo que pudo haber sido y lo que ha sido
tienden a un solo fin, siempre presente.


THOMAS STEARNS ELIOT
Estados Unidos, 1888

martes, 19 de mayo de 2009

"No se culpe a nadie" de Julio Cortázar. Frescores de las 2001 Noches nº 75


90 AÑOS DE SU NACIMIENTO


El frío complica siempre las cosas, en verano se está tan cerca del mundo, tan piel contra piel, pero ahora a las seis y media su mujer lo espera en una tienda para elegir un regalo de casamiento, ya es tarde y se da cuenta de que hace fresco, hay que ponerse el pulóver azul, cualquier cosa que vaya bien con el traje gris, el otoño es un ponerse y sacarse pulóveres, irse encerrando, alejando. Sin ganas silba un tango mientras se aparta de la ventana abierta, busca el pulóver en el armario y empieza a ponérselo delante del espejo. No es fácil, a lo mejor por culpa de la camisa que se adhiere a la lana del pulóver, pero le cuesta hacer pasar el brazo, poco a poco va avanzando la mano hasta que al fin asoma un dedo fuera del puño de lana azul, pero a la luz del atardecer el dedo tiene un aire como de arrugado y metido para adentro, con una uña negra terminada enpunta. De un tirón se arranca la manga del pulóver y se mira la mano como si no fuese suya, pero ahora que está fuera del pulóver se ve que es su mano de siempre y él la deja caer al extremo del brazo flojo y se le ocurre que lo mejor será meter el otro brazo en la otra manga a ver si así resulta más sencillo. Parecería que no lo es porque apenas la lana del pulóver se ha pegado otra vez a la tela de la camisa, la falta de costumbre de empezar por la otra manga dificulta todavía más la operación, y aunque se ha puesto a silbar de nuevo para distraerse, siente que la mano avanza apenas y que sin alguna maniobra complementaria no conseguirá hacerla llegar nunca a la salida. Mejor todo al mismo tiempo, agachar la cabezapara cazarla a la altura del cuello del pulóver a la vez que mete el brazo libre en la otra manga enderezándola y tirándo simultáneamente con los dos brazos y el cuello. En la repentina penumbra azul que lo envuelve parece absurdo seguir silbando, empieza a sentir como un calor en la cara, aunque parte de la cabeza ya debería estar fuera, pero la frente y toda la cara siguen cubiertas y las manos andan apenas por la mitad de las mangas, por más que tira nada sale afuera y ahora se le ocurre pensar que a lo mejor se ha equivocado en esa especie de cólera irónica con que reanudó la tarea, y que ha hecho la tontería de meter la cabeza en una de las mangas y una mano en el cuello del pulóver. Si fuese así, su mano tendría que salir fácilmente, pero aunque tira con todas sus fuerzas no logra hacer avanzar ninguna de las dos manos, aunque en cambio parecería que la cabeza está a punto de abrirse paso porque la lana azul le aprieta ahora con una fuerza casi irritante la nariz y la boca, lo sofoca más de lo que hubiera podido imaginarse, obligándolo a respirar profundamente mientras la lana se va humedeciendo contra la boca, probablemente desteñirá y le manchará la cara de azul. Por suerte en ese mismo momento su mano derecha asoma al aire, el frío de afuera, por lo menos ya hay una afuera aunque la otra siga apresada en la manga, quizá era cierto que su mano derecha estaba metida en el cuello del pulóver, por eso lo que él creía el cuello le está apretando de esa manera la cara, sofocándolo cada vez más, y en cambio la mano ha podido salir fácilmente. De todos modos y para estar seguro lo único que puede hacer es seguir abriéndose paso, respirando a fondo y dejando escapar el aire poco a poco, aunque sea absurdo porque nada le impide respirar perfectamente salvo que el aire que traga está mezclado con pelusas de lana del cuello o de la manga del pulóver, y además hay el gusto del pulóver, ese gusto azul de la lana que le debe estar manchando la cara ahora que la humedad del aliento se mezcla cada vez más con la lana, y aunque no puede verlo porque si abre los ojos las pestañas tropiezan dolorosamente con la lana, está seguro de que el azul le va envolviendo la boca mojada, los agujeros de la nariz, le gana las mejillas, y todo eso lo va llenando de ansiedad y quisiera terminar de ponerse de una vez el pulóver sin contar que debe ser tarde y su mujer estará impacientándose en la puerta de la tienda. Se dice que lo más sensato es concentrar la atención en su mano derecha, porque esa mano por fuera del pulóver está en contacto con el aire frío de la habitación, es como un anuncio de que ya falta poco y además puede ayudarlo, ir subiendo por la espalda hasta aferrar el borde inferior del pulóver con ese movimiento clásico que ayuda aponerse cualquier pulóver tirando enérgicamente hacia abajo. Lo malo es que aunque la mano palpa la espalda buscando el borde de lana, parecería que el pulóver ha quedado completamente arrollado cerca del cuello y lo único que encuentra la mano es la camisa cada vez más arrugada y hasta salida en parte del pantalón, y de poco sirve traer la mano y querer tirar de la delantera del pulóver porque sobre el pecho no se siente más que la camisa, el pulóver debe haber pasado apenas por los hombros y estará ahí arrollado y tenso como si él tuviera los hombros demasiado anchos para ese pulóver, lo que en definitiva prueba que realmente se ha equivocado y ha metido una mano en el cuello y la otra en una manga, con lo cual la distancia que va del cuello a una de las mangas es exáctamente la mitad de la que va de una manga a otra, y eso explica que él tenga la cabeza un poco ladeada a la izquierda, del lado donde la mano sigue prisionera en la manga, si es la manga, y en cambio sumano derecha que ya está afuera se mueva con toda libertad en el aire aunque no consiga hacer bajar el pulóver que sigue como arrollado en lo alto de su cuerpo. Irónicamente se le ocurre que si hubiera una silla cerca podría descansar y respirar mejor hasta ponerse del todo el pulóver, pero ha perdido la orientación después de haber girado tantas veces con esa especie de gimnasia eufórica que inicia siempre la colocación de una prenda de ropa y que tiene algo de paso de baile disimulado, que nadie puede reprochar porque responde a una finalidad utilitaria y no a culpables tendencias coreográficas.


En el fondo la verdadera solución sería sacarse el pulóver puesto que no ha podido ponérselo, y comprobar la entrada correcta de cada mano en las mangas y de la cabeza en el cuello, pero la mano derecha desordenadamente sigue yendo y viniendo como si ya fuera ridículo renunciar a esa altura de las cosas, y en algún momento hasta obedece y sube a la altura de la cabeza y tira hacia arriba sin que él comprenda a tiempo que el pulóver se le ha pegado en la cara con esa gomosidad húmeda del aliento mezclado en el azul de la lana, y cuando la mano tira hacia arriba es un dolor como si le desgarraran las orejas y quisieran arrancarle las pestañas. Entonces más despacio, entonces hay que utilizar la mano metida en la manga izquierda, si es la manga y no el cuello, y para eso con la mano derecha ayudar a la mano izquierda para que pueda avanzar por la manga o retroceder y zafarse, aunque es casi imposible coordinar los movimientos de las dos manos, como si la mano izquierda fuese una rata metida en una jaula y desde afuera otra rata quisiera ayudarla a escaparse, a menos que en vez de ayudarla la esté mordiendo porque de golpe le duele la mano prisionera y a la vez la otra mano se hinca con todas sus fuerzas en eso que debe ser su mano y que le duele, le duele a tal punto que renuncia a quitarse el pulóver, prefiere intentar un último esfuerzo para sacar la cabeza fuera del cuello y la rata izquierda fuera de la jaula y lo intenta luchando con todo el cuerpo, echándose hacia adelante y hacia atrás, girando en medio de la habitación, si es que está en medio porque ahora alcanza a pensar que la ventana ha quedado abierta y que es peligroso seguir girando a ciegas, prefiere detenerse aunque su mano derecha siga yendo y viniendo sin ocuparse del pulóver, aunque su mano izquierda le duela cada vez más como si tuviera los dedos mordidos o quemados, y sin embargo esa mano le obedece, contrayendo poco a poco los dedos lacerados alcanza a aferrar a través de la manga el borde del pulóver arrollado en el hombro, tira hacia abajo casi sin fuerza, le duele demasiado y haría falta que la mano derecha ayudara en vez de trepar o bajar inútilmente por las piernas, en vez de pellizcarle el muslo como lo está haciendo, arañándolo y pellizcándolo a través de la ropa sin que pueda impedírselo porque toda su voluntad acaba en la mano izquierda,quizá ha caído de rodillas y se siente como colgado de la mano izquierda que tira una vez más del pulóver y de golpe es el frío en las cejas y en la frente, en los ojos, absurdamente no quiere abrir los ojos pero sabe que ha salido fuera, esa materia fría, esa delicia es el aire libre, y no quiere abrir los ojos y espera un segundo, dos segundos, se deja vivir en un tiempo frío y diferente, el tiempo de fuera del pulóver, está de rodillas y es hermoso estar así hasta que poco a poco agradecidamente entreabre los ojos libres de la baba azul de la lana de adentro, entreabre los ojos y ve las cinco uñas negras suspendidas apuntando a sus ojos, vibrando en el aire antes de saltar contra sus ojos, y tiene el tiempo de bajar los párpados y echarse atrás cubriéndose con la mano izquierda que es su mano, que es todo lo que le queda para que lo defienda desde dentro de la manga, para que tire hacia arriba el cuello del pulóver y la baba azul le envuelva otra vez la cara mientras se endereza para huir a otra parte, para llegar por fin a alguna parte sin mano y sin pulóver, donde solamente haya un aire fragoroso que lo envuelva y lo acompañe y lo acaricie y doce pisos.

sábado, 16 de mayo de 2009

"Descripción de tu pecho" de César Fernández Moreno. Las 2001 Noches nº 31

DESCRIPCIÓN DE TU PECHO

vuelvo naturalmente
sobre esa delicada especialidad de tu ser
sobre ese empuje suave
ese avance blanco y suave
que de oscuros extremos ásperamente suaves se corona
esa única parte de tu cuerpo
que decidida amorosamente
viene de ti hacia mí

destaco otra vez el equilibrio
entre su ímpetu y su inercia
convexo y lo cóncavo
sus distintas maneras de empezar
y ese gracioso modo
ceder a su peso sin olvidar su forma

te acuestas boca arriba
qué difícil precisar sus límites
y si me abrazas en la noche
tus pechos nacen del mío
son esa caricia inaudita que me viene de afuera
sino invertidos pechos que nacen de mí
como dulces surtidores
brotándome de dos puntos activos
abriéndose luego cálidamente
y perdiéndose en la plenitud de tu cuerpo


CÉSAR FERNÁNDEZ MORENO
Argentina, 1919

viernes, 15 de mayo de 2009

"La rosa de Paracelso" de Jorge Luis Borges. Las 2001 noches nº 25

LA ROSA DE PARACELSO

En su taller, que abarcaba las dos habitaciones del sótano, Paracelso pidió a su Dios, a su indeterminado Dios, a cualquier Dios, que le enviara un discípulo. Atardecía. El escaso fuego de la chimenea arrojaba sombras irregulares. Levantarse para encender la lámpara de hierro era demasiado trabajo. Paracelso, distraído por la fatiga, olvidó su plegaria. La noche había borrado los polvorientos alambiques y el atanor cuando golpearon la puerta. El hombre, soñoliento, se levantó, ascendió la breve escalera de caracol y abrió una de las hojas. Entró un desconocido. También estaba muy cansado. Paracelso le indicó un banco; el otro se sentó y esperó. Durante un tiempo no cambiaron una palabra.

El maestro fue el primero que habló.

-Recuerdo caras del Occidente y caras del Oriente -dijo no sin cierta pompa-. No recuerdo la tuya. ¿Quién eres y qué deseas de mí?

-Mi nombre es lo de menos -replicó el otro-. Tres días y tres noches he caminado para entrar en tu casa. Quiero ser tu discípulo. Te traigo todos mis haberes.

Sacó un talego y lo volcó sobre la mesa. Las monedas eran muchas y de oro. Lo hizo con la mano derecha. Paracelso le había dado la espalda para encender la lámpara. Cuando se dio vuelta advirtió que la mano izquierda sostenía una rosa. La rosa lo inquietó.

Se recostó, juntó la punta de los dedos y dijo:

-Me crees capaz de elaborar la piedra que trueca todos los elementos en oro y me ofreces oro. No es oro lo que busco, y si el oro te importa, no serás nunca mi discípulo.

-El oro no me importa -respondió el otro-. Estas monedas no son más que una parte de mi voluntad de trabajo. Quiero que me enseñes el Arte. Quiero recorrer a tu lado el camino que conduce a la Piedra.

Paracelso dijo con lentitud:

-El camino es la Piedra. El punto de partida es la Piedra. Si no entiendes estas palabras, no has empezado aún a entender. Cada paso que darás es la meta.

El otro lo miró con recelo. Dijo con voz distinta:

-Pero, ¿hay una meta?

Paracelso se rió.

-Mis detractores, que no son menos numerosos que estúpidos, dicen que no y me llaman un impostor. No les doy la razón, pero no es imposible que sea un iluso. Sé que «hay» un Camino.

Hubo un silencio, y dijo el otro:

-Estoy listo a recorrerlo contigo, aunque debamos caminar muchos años. Déjame cruzar el desierto. Déjame divisar siquiera de lejos la tierra prometida, aunque los astros no me dejen pisarla. Quiero una prueba antes de emprender el camino.

JORGE LUIS BORGES
Argentina, 1899

jueves, 14 de mayo de 2009

"Llegaste en un barco cualquiera" de Miguel Oscar Menassa. Las 2001 Noches nº 52 + fotografías del Recital Poético Musical de Primavera





RECITAL POÉTICO MUSICAL DE PRIMAVERA

en el Colegio Mayor Nuestra Señora de África

el 13 de mayo de 2009


Miguel Oscar Menassa (Buenos Aires, 1940)

Miguel Oscar Menassa al inicio del recital


Recitando el poema “La patria del poeta”


Con el acompañamiento musical de Indios Grises

Con Juan Garrido Presidente de la Fundación Siglo Futuro

El poeta palestino Mahamouth Schowb y Menassa


Disfrutando del recital

El Director del Colegio Nuestra Señora de África, D. José Ramón Guerrero, el poeta Miguel Menassa y la subdirectora del colegio, Dña, Margarita Mifsut

miércoles, 13 de mayo de 2009

Recital poético musical de primavera


PRESENTACIÓN DEL RECITAL DE MIGUEL OSCAR MENASSA

Miércoles, 13 de mayo de 2009 a las 19 h, en el Colegio Mayor Nuestra Señora de África. c/Ramiro de Maeztu, 8. Metro: Metropolitano. Autobuses: 132, F y Circular.
Tengo el placer de presentar este acto, broche de oro del ciclo de clases POESÍA: UNA MANERA DE VIVIR, que gracias al colegio Mayor Nuestra Señora de África hemos podido llevar a cabo en sus instalaciones.
Agradecerles también a los participantes a dichas clases el entusiasmo y la colaboración en el desarrollo de las mismas y a todos ustedes por haber venido a compartir con nosotros este momento poético.

Miguel Oscar Menassa, que estará hoy, 13 de mayo de 2009 a las 19 h, con nosotros, es un poeta profundo y de versos, en la mayoría de los casos, sencillos. Ha pasado durante 50 años por la medicina, el psicoanálisis, la pintura y el cine, pero su mansión siempre fue la poesía, de la cual hoy nos dará una muestra.

En cuanto a la temática de su poesía, cuando uno se encuentra con su obra, podríamos decir que, en general, este escritor se ocupa de todo. No encontraremos argumentos o razones acerca de qué es o cómo se hace la poesía, sino el ejercicio vital de esa entrega.

LA POESÍA MIGUEL OSCAR MENASSA

Antonio Aliberti: “En MOM todo confluye en poesía, la poesía se justifica por sí misma.”

Alberto Luis Ponzo: Hay algo que se cumple en la poesía de Menassa, y es que escribe sobre lo que está pasando, pero no a cada uno de nosotros, sino lo que está pasando y deben saber las generaciones futuras.

Juan Jacobo Bajarlía: “Estamos enfrente de una poesía que instaura los valores inalienables de la dimensión humana, una poesía en la que Menassa funda el objeto polisémico de un fervor que se hunde en las raíces del hombre para extraer las verdades absolutas o permanentes, como escribía Heidegger cuando definía la poesía como la fundación del ser por la palabra.”

Nicolás del Hierro (acerca de Amores perdidos): “Yo, un poeta de lenta elaboración, tengo, a fuerza de ser sincero, que descubrirme ante el torrente hermoso de quienes como tú escriben.”

Concepción Silva Belinzón (poeta uruguaya): “Con un sistema poderoso de señales, Miguel Oscar Menassa consigue el hallazgo imprevisto de hoy y de siempre. Y lo hace como culminación de toda aquella belleza, superando sus propios elementos, porque puede erigir en Cuerpo Poético las relaciones y correspondencias entre los seres y las cosas, el misterio y el sentido de su trabajo creador. Cuando leo sus libros, mis manos se llenan de estrellas. ”

En el nº 6 de la revista Las 2001 noches, Leopoldo de Luis (Premio Nacional de Literatura 1979) dice: “Hay dos clases de poetas: la del que requiebra a la poesía y la seduce con joyas verbales, y la del que se acuesta con ella, Menassa es de estos últimos.”

Presentación del recital poético musical de primavera a cargo de Miguel Oscar Menassa

Miércoles, 13 de mayo de 2009 a las 19 h, en el Colegio Mayor Nuestra Señora de África. c/Ramiro de Maeztu, 8. Metro: Metropolitano. Autobuses: 132, F y Circular.


Tengo el placer de presentar este acto, broche de oro del ciclo de clases POESÍA: UNA MANERA DE VIVIR, que gracias al colegio Mayor Nuestra Señora de África hemos podido llevar a cabo en sus instalaciones.
Agradecerles también a los participantes a dichas clases el entusiasmo y la colaboración en el desarrollo de las mismas y a todos ustedes por haber venido a compartir con nosotros este momento poético.
Miguel Oscar Menassa, que estará hoy, 13 de mayo de 2009 a las 19 h, con nosotros, es un poeta profundo y de versos, en la mayoría de los casos, sencillos. Ha pasado durante 50 años por la medicina, el psicoanálisis, la pintura y el cine, pero su mansión siempre fue la poesía, de la cual hoy nos dará una muestra.
En cuanto a la temática de su poesía, cuando uno se encuentra con su obra, podríamos decir que, en general, este escritor se ocupa de todo. No encontraremos argumentos o razones acerca de qué es o cómo se hace la poesía, sino el ejercicio vital de esa entrega.

LA POESÍA MIGUEL OSCAR MENASSA
Antonio Aliberti: “En MOM todo confluye en poesía, la poesía se justifica por sí misma.”
Alberto Luis Ponzo: Hay algo que se cumple en la poesía de Menassa, y es que escribe sobre lo que está pasando, pero no a cada uno de nosotros, sino lo que está pasando y deben saber las generaciones futuras.
Juan Jacobo Bajarlía: “Estamos enfrente de una poesía que instaura los valores inalienables de la dimensión humana, una poesía en la que Menassa funda el objeto polisémico de un fervor que se hunde en las raíces del hombre para extraer las verdades absolutas o permanentes, como escribía Heidegger cuando definía la poesía como la fundación del ser por la palabra.”
Nicolás del Hierro (acerca de Amores perdidos): “Yo, un poeta de lenta elaboración, tengo, a fuerza de ser sincero, que descubrirme ante el torrente hermoso de quienes como tú escriben.”
Concepción Silva Belinzón (poeta uruguaya): “Con un sistema poderoso de señales, Miguel Oscar Menassa consigue el hallazgo imprevisto de hoy y de siempre. Y lo hace como culminación de toda aquella belleza, superando sus propios elementos, porque puede erigir en Cuerpo Poético las relaciones y correspondencias entre los seres y las cosas, el misterio y el sentido de su trabajo creador. Cuando leo sus libros, mis manos se llenan de estrellas. ”
En el nº 6 de la revista Las 2001 noches, Leopoldo de Luis (Premio Nacional de Literatura 1979) dice: “Hay dos clases de poetas: la del que requiebra a la poesía y la seduce con joyas verbales, y la del que se acuesta con ella, Menassa es de estos últimos.”


martes, 12 de mayo de 2009

"Buenos Aires, la reina de Plata, adiós" de Miguel Oscar Menassa. Las 2001 Noches nº 32


BUENOS AIRES,
LA REINA DE PLATA,
ADIÓS


24 de junio de 1977, Madrid,
Fiesta de San Juan


Para saber de pequeño y de loco
olía los olores buscando aquel olor.
Serpiente adolescente recupero tu piel,
para ser tan sólo contra el tiempo mi tiempo.

Hurtaba de las noches sueños y flores negras.
Opacas madres reventando sus sexos
entre la algarabía y los colores
de la palabra puta.

Ella era el otoño.
Sus frutos secos su color marrón,
su frío entrecortado por el sol
palabras del pasado.

Dormía bien
comía mi bocado de pan
y amaba de ella
los resplandores.
Su cuerpo contra mi cuerpo
todo lo primordial.
Sus humedades contra el dolor de la vigilia.

Recuerdo sus pechos en mi propio latir
redondos como toda la nieve
como la blanca nieve universal,
sus pechos
altas fragancias en mis ojos. Olor de los olores.
Busqué,
con toda la impiedad de la locura
tus pechos en la tierra.
Y en cada flor, y en cada hombre
y en cada letra de mis versos,
busqué,
tus ojos en la tierra.

Supe del tiempo de los despedazados pétalos
entre las manos.
Y fue imposible ser.
Del viejo amor
del desenfado de mi cuerpo
sobre tu bajo vientre,
sólo me quedan en las manos,
astillas
encuentros con la muerte.

En mis pequeños oídos malheridos
el ronroneo de tu voz, la vociferación de tus encantos
entre mis piernas. Lenguas de fuego
tu voz, tu canto amable, tu nada misteriosa.

Y fui para saber, tu dios
el rey de tus aullidos
el omnipresente legislador de tus blasfemias.
Tu poeta inmortal.
La grieta en tu mirada, para siempre.

Bebedor insaciable, lleno de sed
pleno de rabia y de lujuria, bebí toda tu sangre,
tu embriagadora leche, bebí, todo el dolor.
Tus líquidos orgánicos,
tus carnes desgarradas con mis dientes
no bastaron.
Mi sed era insaciable.
Era una sed de tiempos, de palabras.

El sol que yo buscaba era otro sol
ni llamas, ni fulgores, ni roncas caricias sobre mi piel.
El sonido del sol, el estruendo del sonido del sol.
El nombre de tu cuerpo.

lunes, 11 de mayo de 2009

"Declaración de principios". Miguel Oscar Menassa. Las 2001 Noches nº 54

1982
DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS

No soy idéntico ni siquiera a mí mismo, trazo sin sustancia, soy Ello capaz de engendrar lo que circula.Desfiladero material hacia la muerte, las palabras; despuéstodavía, hablar, escribir, amar. Este tiempo es el tiempo de lacreación, y no porque iremos a poner flores a ningún muerto,sino porque el hombre está en condiciones de afirmar que hablar, escribir, amar, son en realidad el mismo acto, el mismo verbo, ya que existe una simultaneidad, un tiempo diferente donde un acto concebido como generado en esa triple articulación, es lo que se ha dado en llamar desde antaño, sin entrar nunca en sus verdaderos mecanismos de producción, acto poético, es decir, producir lo que sólo existirá después, y es aquí, donde Poesía y Ciencia se confunden, podríamos decir, en un abrazo mortal para ambas.
1. La igualdad no existirá en ningún caso a menos que se trate de una convención.
2. Todo integrante de la Asociación Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero tiene que hablar.
3. Escribir.
4. Amar.
Todo esto teniendo en cuenta:
A. A la palabra hablada, sin la objetivación de la escritura, se la lleva el viento.
B. La escritura no puede alcanzar su objetivación como tal antes de la palabra hablada.
C. El amor antes de hablar y escribir es, si quiere el integrante, amor, pero con su madre.
D. Psicoanalizarse, si bien será obligatorio todo el tiempo que el integrante sea integrante, no será suficiente para ser psicoanalista.
E. El conocimiento no será lo que le falte al psicoanálisis individual de un aspirante a psicoanalista, ni será considerado conocimiento el conocimiento que se da fuera de los límites del amor.
F. En el tiempo en que simultáneamente acontezcan la palabra hablada, la palabra escrita y el amor, habrá conocimiento.
G. Hablar, escribir y amar son en realidad el mismo acto.
H. Cada integrante se autoriza a sí mismo al pasaje correspondiente, concibiendo en esa autorización, si es errónea, la sanción grupal, que por grupal será siempre diferente.
Se sancionará a la situación tal cual está dada: a =/ a. Uno no es igual a sí mismo. Si uno no puede cambiar, pretende ser igual a sí mismo, habrá que sancionarle.

domingo, 10 de mayo de 2009

"Espera" de Leopoldo de Luis. Las 200 Noches nº 30

1948
DE "HUÉSPED DE UN
TIEMPO SOMBRÍO"

ESPERA

COMO tras de las losas fugitivas
donde el agua, corcel blanco, se aquieta
torna el campo a sus gracias primitivas
y la rosa a su línea o luz concreta.
Como tras del oscuro toro lento
que cornea la seda azul del alba
un claro mayoral de viento a viento
dorado va por la mañana malva.

Después del hielo de este invierno o llanto,
de este toro nocturno de amargura,
de este desnudo y dolorido canto,
de estas flores sin gracia ni hermosura,

sólo ese sol de la palabra espera
baña de luz el corazón cobarde,
sólo esa evocación de primavera
su rosa o fuego aquí en el pecho arde.

No es ya ni la esperanza, es solamente
una palabra o cuerda en la que suena
un eco de metal lejano, ausente,
bajo esta opaca y triste voz de arena.
Esperaré. Ya sé que en vano se hace,
como en vano la noche espera al día
que sólo al alcanzarlo, se deshace;
como es nada al llegar al mar la ría.
Canto mi soledad, álamo triste.
Lo que me abrasa canto, mientras muero.
¿Detrás del llanto un mundo nuevo existe?
Todos los días de mi edad espero.


Leopoldo de Luis
De "Huesped de un tiempo sombrío"

viernes, 8 de mayo de 2009

"Mundo de siete pozos" de Alfonsina Storni. Las 2001 Noches nº 28

D34 (MOM)


MUNDO DE SIETE POZOS

Se balancea,
arriba, sobre el cuello,
el mundo de las siete puertas:
la humana cabeza…

Redonda, como dos planetas:
arde en su centro
el núcleo primero.
Ósea la corteza;
sobre ella el limo dérmico
sembrado
del bosque espeso de la cabellera.

Desde el núcleo
en marcas
absolutas y azules,
asciende el agua de la mirada
y abre las suaves puertas
de los ojos como mares en la tierra.
…tan quietas
esas mansas aguas de Dios
que sobre ellas
mariposas e insectos de oro
se balancean.

Y las otras dos puertas:
las antenas acurrucadas
en las catacumbas que inician las orejas;
pozos de sonidos,
caracoles de nácar donde resuena
la palabra expresada
y la no expresa;
tubos colocados a derecha e izquierda
para que el mar no calle nunca,
y el ala mecánica de los mundos
rumorosa sea.

Y la montaña alzada
sobre la línea ecuatorial de la cabeza:
la nariz de batientes de cera
por donde comienza
a callarse el color de vida;
las dos puertas
por donde adelanta
—flores, ramas y frutas—
la serpiente olorosa de la primavera.

Y el cráter de la boca
de bordes ardidos
y paredes calcinadas y resecas;
el cráter que arroja
el azufre de las palabras violentas,
el humo denso que viene
del corazón y su tormenta;
la puerta
en corales labrada suntuosos
por donde engulle, la bestia,
y el ángel canta y sonríe
y el volcán humano desconcierta.

Se balancea,
arriba,
sobre el cuello,
el mundo de los siete pozos:
la humana cabeza.

Y se abren praderas rosadas
en sus valles de seda:
las mejillas musgosas.

Y riel
sobre la comba de la frente,
desierto blanco,
la luz lejana de una luna muerta…

jueves, 7 de mayo de 2009

Frescores. Juan-Jacobo Bajarlía. Georgette Duvernois-Desbordes. Las 2001 Noches nº 66


GEORGETTE DUVERNOIS-DESBORDES

La medusa encapuchada que amó Luis XI Los clásicos son lúdicos y eróticos. Se expresan con la misma franqueza con que puede hacerlo un Henry Miller. Aristófanes, por ejemplo, nos habla de "...la mensajera/(que) levanta primero las piernas y yo la atravieso" (Los pájaros, V, 1255, muy citado en erotología). Repite una de las posturas eróticas registradas por Carl Forberg (1770-1848) en sus Apophereta, libro que inspiró el Erotischen Kunst (1912) de Eduard Fuchs.
El juego del homo ludens se convierte en la ingenuidad del homo eroticus. Ejemplo de esta metamorfosis la hallamos en Les cent nouvelles nouvelles, relatos atribuidos al príncipe Luis XI, después rey de Francia.
En uno de éstos, el marido sorprende a su mujer con un amante.
Avanza lleno de ira hacia el lecho. El amante tapa la cabeza de la dama y levanta las cobijas para que el marido vea sólo la desnudez de la mujer y se convenza de que no se trata de la que él cree, sino de otra con la que el agraviado no tiene ningún parentesco. Incluso, le hace acariciar un par de veces las nalgas de la mujer. El marido, turbado, opta por retirarse.
Este libro se publicó en inglés con el título de One Hundred Merrie and Delightstome Stories (Cien alegres y sabrosos relatos).
Por último, Les cent nouvelles nouvelles fueron publicadas en París, en 1899. Desde esta edición se pierde toda noticia al respecto.
Luis XI, al escribir estos relatos siguió la tradición; lo mismo hizo Boccaccio en el Decamerón.
Se recuerda, sin embargo, que el relato del marido celoso fue un hecho vivido por el propio Luis XI con una mujer de la corte, llamada Georgette Duvernois-Desbordes, rubia, de mediana estatura, con ojos "más celestes que el cielo", en la expresión de Jules Deschamps.
La variante, esquematizándola, nos habla de que vuelto el caballero a su casa después de haber tocado el cuerpo desnudo (con la cabeza tapada), cuyo honor debió a la magnificencia del príncipe, le dice a su cónyuge que ha visto la más bella mujer desnuda jamás imaginada. Algo que sólo a los ángeles le estaba permitido ver, especialmente "las ebúrneas nalgas florecidas" que Afrodita envidiaría.
Las nalgas y "la dulce herida" que llevaba al paraíso.
Lo que no sospechaba el marido engañado es que ella había tenido tiempo de regresar, adelantándose hábilmente a su llegada.
En otra variante sobre el mismo relato, realizada por Araäljib, el amante le dice al marido: "Si además de tocar, quieres gozarla, no hay ningún inconveniente. Lo único que no debes hacer es destapar su cabeza, porque sobre ella pesa una maldición. Quien ve su cabellera queda ciego. Sólo está destinada a que la posean, pero quedan condenados los que pretendan verla tal cual es".
El marido, dice Araäljib, impulsado por la hermosura de esa desnudez, vacila un instante. Pero el amante salva la situación con estas palabras: "Es mejor que no te acuestes. En el ardor puede ella misma destaparse el rostro. Entonces, nadie te salvará de la maldición".
Oído esto, el marido que había comenzado a desabrocharse, resuelve arreglarse en el toilette contiguo al dormitorio. Este es el instante que aprovecha la mujer para salir precipitadamente por la otra puerta, sospechando que el marido irá a la casa en busca de ella.
Araäljib nos recuerda que este relato llevaba el título de El reverso de la medalla.
JUAN-JACOBO BAJARLÍA
Argentina, 1914

miércoles, 6 de mayo de 2009

"Amor perdido. Los indios" de Miguel Oscar Menassa. Las 2001 Noches nº 39

AMOR PERDIDO
LOS INDIOS


I

Escribir un soneto para un indio es cosa fácil.
Pongo aquí una injusticia, aquí pongo una burla.
Pongo las tumbas violadas de mis antepasados
y para terminar esta cuarteta, una niña vejada.

Un soneto no es cosa complicada para un indio,
puntuando, tengo la humillación de cinco siglos,
en la mitad, precisa, del quehacer estos versos.
Y ahora para hacer el espacio dejo caer el oro.

Y así empieza el final de estos comienzos,
por eso pongo aquí el peso duro de la carne,
nuestros muertos al defender tierra arrebatada.

El cuerpo de la fertilidad de nuestra tierra.
El humus encantado que hace vivir al indio,
esa flor siempre-viva, clavada en las Américas.

II

Esta vez soy el indio que no hará la guerra.
Esta vez soy el indio que no someterán.
Esta vez soy el indio que habla las palabras.
Esta vez soy el indio que se libera en versos.

No véis que ya no quedan puñales en mis ojos,
ni lanzas a caballo corriendo hacia la muerte.
No véis que Cristo ha caído en los Andes,
que ya no quedan, en mis ojos, plegarias.

Esta vez soy el indio que viene del futuro.
No tengo tesoros que guardar, ni templos,
ni mujeres enamoradas, ni tierras fértiles.

No haré la guerra ni el amor, ni escaparé, cobarde.
Provengo de sumergidas Atlántidas del verbo.
Soy el indio poeta, esa civilización imposible.

III

Y soy americano y soy de América.
Mi voz es una voz americana.
Mis lujurias mis locas ambiciones de volar,
son americanas y Madrid, mi querida,
mis pequeños huérfanos parisinos,
no es Europa ni lo será en mil años.
Madrid es trozo central,
del gran diamante americano.
La lengua que genera un don que la supera.
La increíble madre que se quedó sin dueño
y se deja llevar tranquilamente por sus hijos.
El tiempo no es el ser,
pero el ser no puede ser fuera del tiempo

y tiempo es una lengua, una escritura.

Yo soy, de piedra, el indio americano,
que no mató España en la conquista.
Vengo de un cielo, cálido, sin dioses.
De una llanura fértil, casi sin límites.

Soy el sangrante y hablador guaraní,
la pura lágrima, límpida del maya,
el surco abierto, con firmeza, por el inca,
la tristeza, infinita, de lo que no muere.

Soy el árbol, la fruta, el oro, la pérfida esmeralda.
Plata descuartizada, sangriento cobre ametrallado.
Montañas y mujeres saqueadas en nombre de Dios.
Soy de América el verbo, la pluma diferente,
indígena y galáctico, histórico y superfluo,
granítica presencia, hiel de los tiempos.

IV

Aplastado por el hambre crecí profundo,
llegué a tocar, en el centro de la tierra,
en el borde, exacto, de la vida plena,
el fuego máximo, los calores extremos.

Fui expulsado del centro mismo de la tierra,
por ambiciones de mineros y comerciantes.
Las aguas me llevaron hasta donde el océano,
se repliega, sobre sí mismo, para ser el amor.

En esa negra profundidad turbulenta,
donde no había, una cúspide posible,
de la perfecta roca surgió mi cuerpo.

Pescadores y gobernantes me expulsaron del mar.
Y, aún, fuego volcánico, tierra, agua desesperada,
vuelo, ahora, perfilándome viento, letra futura.

V

Hoy quiero hablar de la soberbia del indio americano.
Lágrima que para pedir piedad no ha sido derramada.
Hoy quisiera ser yo que, al escribir, llore ese pedido,
cuando los salvajes recuerdos de mi vida me detienen.

Cualquiera de los jefes diría, sabiamente,
que si hay una lágrima todavía escondida,
una lágrima guardada durante cinco siglos,
pequeña lágrima que, todavía, es nuestra.

Si esa lágrima existe, debe quedarse donde está,
allí, guardada, escondida, esperando el momento,
esperando los truenos, la expansión de la selva.

Esa perla del alma, esa lágrima nuestra,
debe esperar del alba, antes de derramarse,
los gritos enloquecidos de Dios arrepentido.

VI

Este verso es la mano derecha de Tupacamarú.
Este verso es la mano izquierda de Tupacamarú.
Este verso es la pierna derecha de Tupacamarú
Este verso es la pierna izquierda de Tupacamarú.

Este verso es el caballo atado a la mano derecha de
Tupacamarú.
Este verso es el caballo atado a la mano izquierda de
Tupacamarú.
Este verso es el caballo atado a la pierna derecha de
Tupacamarú.
Este verso es el caballo atado a la pierna izquierda de
Tupacamarú.

Este verso es el látigo que espantó los caballos de la derecha.
Este verso es el látigo que espantó los caballos de la izquierda.
Este verso es nada de nada, es el grito que desgarró la tierra.

Este verso es el tiempo de los cuatro caballos reventados.
Este verso es el cuerpo despedazado de Tupacamarú.
Este verso es, por fin, el último verso y está muerto..

martes, 5 de mayo de 2009

"Pequeña Biografía de un hombre contemporáneo" de Germán Pardo García. Las 2001 Noches nº 67

Entre dos guerras deflagró mi vida.
Entre dos apogeos del estrago.

Dos guerras grandes cual el mundo mismo.
Antes de la primera yo fui blanco.

Después de la segunda ya tenía
el color de la pólvora tatuado.

Antes de la primera iba desnudo,
animal inocente por los llanos

frumentales. Después de la segunda,
cota de malla y corazón blindado.

Olía el musgo a semen de leones.
Los arroyos a orines de caballo.

Antes de la primera no tenía
temor del fuego, del rescoldo humano.

Durante la segunda, intensamente
los tuétanos salidos me quemaron.

Pude sobrevivir arrebatándole
a un muerto su rincón. Y así, empujándolo

como a un costal de carcomidos huesos,
lo eché del foso y me escondí en su cárcamo.

Después clamaban a millar de voces
que yo era un resurrecto. Y me apedrearon.

Antes de la primera, humildemente
como se brinda un pan daba la mano.

Después de la segunda la escondía.
Antes de la primera, noble el paso.

El de un hombre sencillo que confiara.
Después de la segunda, brinco largo

de tigre hambriento. Vida bifurcada.
Ni siquiera me duele recordarlo.

Carezco de dolor. No tuve triunfos
ni dignidad y soy uno de tantos

delincuentes que nombran las noticias
cotidianas. Un nadie. Un ser castrado.

Lo demás que pudiera referiros es aún
más torpe, sórdido y extraño.

Intimidad inverecunda y podre.
Mi rostro no es auténtico. Es el falso

que todos ya tenemos; y conmigo
porto un papel. En uno de sus ángulos,

mi única dirección. No es verdadera.
teléfono ficticio y un retrato

lleno de arrugas; máscara de un hombre
deliberadamente equivocado.

Alma y figura, nombre y domicilio,
todo simulación, todo bastardo.

Lo que sé y lo que ignoro y lo que nunca
podré saber. El sueño y lo insoñado.

La inmunda cabellera hasta la espalda.
Un infeliz andrógino barbado.

Mas pudieran valerme estas señales
si algún día vulgar, un día amargo

sin fecha, como hay muchos en la vida;
sin prodigalidad, un día avaro,

yo me muero en la calle como muere
bajo la oscuridad un perro anciano.

domingo, 3 de mayo de 2009

"El poeta es el gran responsable" de León Felipe. Las 2001 Noches nº 14

El poeta es el gran responsable.

La vieja viga maestra que se vino abajo de pronto estaba
apoyada en una canción,
estaba sostenida sobre un salmo.
El salmo sustentaba la cúpula
y también el techo de la lonja.
Y al desplomarse el salmo
se hundió todo el Reino.
Cuando pierde el poeta la gracia y ensucia la canción,
el mercader cambia las medidas
y achica la libra y el almud.
Oíd:
Los salmistas caminan delante del juez,
Y si el salmo se quiebra
se quiebra la ley.

Cuando todo se hundió en España, hace ya tiempo,
antes de la sangre,
los poetas se arrodillaron ante el polvo.
Muchos dejaron la voz
en la mesa de las tabernas,
en las subastas,
en los mercados,
y en las discusiones de las escuelas.
Algunos, para recobrarla, descendieron hasta el betún
profundo de los subterráneos
y otros volaron por encima de las cornisas.
Todos olvidaron que el poeta habla siempre desde el nivel
exacto del hombre.
Y el nivel exacto del hombre es la sombra.

Alguien gritó después sobre las ruinas:
¡Hosanna! ¡Hosanna! Aquí vienen los puros.
Eran los fariseos,
¡eran los fariseos revolucionarios!
Oíd lo que decían:
La Poesía es el verbo en oración.
Pero aquel que no cuente sus plegarias con nuestro rosario
y no escanda sus versos con nuestro compás,
es un publicano que no sabe rezar.
Los que se levantaron entonces en motín y soberbia a
defender la Poesía
fueron tan disolventes como los que después se levantaron a
defender la Libertad.

Luego hablaron los carceleros.
Y uno dijo: la Poesía está secuestrada en una torre;
y otro: la Poesía está en la caña de pescar,
en las mallas de la red
y en el reclamo.
Otro: está en la pirueta
y en el trapecio;
-está en la greguería

en el hai-kai,
en el refrán,
en las migajas sueltas de la hogaza
y en los cristales rotos del gran espejo que se estrelló en el
patio;
-está en la trampa mágica del cubilete;
-está en la rueda de la fortuna;
-está en la rueda de la propaganda;
-está en el musgo rancio de las ruinas eclesiásticas;
-está en los arcones de Don Lope;
-está en el tirso hueco de los pastores áulicos;
-está en el estrabismo y en la joroba de los sodomitas;
-está en los cascabeles cínicos del bufón;
-está en las cordilleras solitarias de la luna;
-está en la voz ronca del gangster,
-del ventrílocuo
y del lobo de la conseja;
-está en el fondo del pozo, entre el légamo de las sabandijas;
-está recluida en la redoma;
-está en el termómetro del invernadero;
-está en la panza polícroma del camaleón,
y en la montera proteica del transformista;
-está en la llama sin leyenda de la imagen inédita;
-está en el beso ígneo, mítico y entrañable del pedernal y
el eslabón;
-está en la gruta helada de las estalactitas
y de los poliedros de cristal;
-está en el laberinto;
-está en el jeroglífico;
-está en el surtidor;
-está en la miniatura y en el guardapelo;
-está en las avellanas horadadas de los rosarios;
-está en la sala misteriosa de los ecos;
-está en la alberca alucinante de Narciso;
-está en las cuencas tétricas de las estatuas;
-está en el cuerno rizado del sátiro barroco;
-está en el misticismo mecánico del aluminio;
-está en el gesto inalterable y deshumanizado del filósofo...

Y el gran hierofante: ¡Silencio todos!
A la Poesía la tengo yo escondida en mi casa, por su gusto
y el mío.
Es mi amante. Y duerme conmigo solamente.
Todos se callaron ante la voz del tirano.
Pero, ¿quién habló así?
¿Era el poeta?
¿Era el ungido el que habló de este modo?
¡Otra vez la soberbia, hija de la hiel y el azufre!
¡Y otra vez el ángel en la charca!
Mirad:
¿La gracia se hizo baba...!
No preguntéis,
no preguntéis ahora,
no preguntéis ya más,
no consultéis a los horóscopos.
Escuchad otra vez esta sentencia:
Cuando el poeta pierde la gracia y ensucia la canción,
Hablan el trueno y la sangre.
El poeta es el gran responsable.
La vieja viga maestra que se vino abajo de pronto
estaba sostenida sobre un salmo.
El salmo sustentaba la cúpula...
y también la espada y el rencor.
Y al desplomarse el salmo...
¡vino la guerra!

II
Yo no soy más que un hombre sin oficio y sin gremio.
No soy un constructor de cepos.
¿Soy yo un constructor de cepos?
¿He dicho alguna vez:
Clavad esas ventanas,
poned vidrios y pinchos en las cercas?
Yo he dicho solamente:
No tengo podadera
ni tampoco un reloj de precisión que marque exactamente
los rítmicos latidos del poema.
Pero sé la hora que es.
No es la hora de la flauta.
¿Piensa alguno
que porque la trilita dispersó los orfeones
tendremos que llamar de nuevo a los flautistas?
No.
No es ésta ya la hora de la flauta.
Es la hora de andar,
de salir de la cueva y de andar,
de andar.. de andar.. de andar..
Yo soy un vagabundo.
No soy un tocador de flauta.
Yo no soy más que un vagabundo
sin ciudad y sin tribu.
Y mi éxodo es ya viejo.
No viene de ayer como el tuyo.
En mis ropas duerme el polvo de todos los caminos
y el sudor de muchas agonías.
Hay saín en la cinta de mi sombrero,
mi bastón se ha doblado
y en la suela de mis zapatos llevo sangre,
llanto

y tierra de muchos cementerios.
Lo que sé, me lo han enseñado
el viento,
los gritos
y la sombra... ¡la sombra!...

Y digo que la Poesía está en la sombra,
en la sombra del mundo donde el hombre, ciego, se revuelve
y grita;
que es un grito en la sombra,
que es un coro de gritos que quieren burlar la sombra,
escapar de la sombra,
asesinar la sombra...
La Poesía está escondida en la sombra.
¿Quién la quiere esconder más todavía?
¿No hay bastantes cerrojos?
Oíd:
No son cerrojos
ni puertas clavadas
ni alcobas silenciosas
ni paredes de musgo
ni ventanas herméticas
lo que necesita la palabra del hombre, sino escalas,
escalas y hogueras
y piquetas y gritos... ¡gritos!
El poema es un grito en la sombra, como el salmo.
Hoy no es más que un salmo en la sombra.
Es también una luz encendida en la niebla,
y la Poesía, un sistema de señales,
un sistema luminoso de señales,
hogueras que encendemos aquí abajo,
entre tinieblas encontradas.
Todos... ¡todos!
(Cualquiera puede encender su corazón en las tinieblas)
para que alguien nos vea,
para que no nos olviden...
¡Aquí estamos, Señor!
La sombra es tuya y mía,
y hoy más negra que nunca.
La sombra es de todos...
y el grito y el salmo también.
¿Es que yo no puedo llorar?
¿Sólo tú puedes quejarte?
¿Job ya no puede lamentarse con la angustia de su espíritu?
¿Ni plañir con la amargura de su alma?
¿Tiene que refrenar la boca?
¿Ya no puede decir:
Aunque hoy es amarga mi queja
mi herida es más grave que mi gemido. Ya no puede gritar:
¿Por qué no me morí yo antes de la matriz?
¿Por qué se me pusieron delante los pechos para que
mamase?
¿Sólo tú,
sólo tú puedes arremeter contra el muro macizo del misterio?
¿No hay más que una piqueta?,
La Poesía... ¿es tuya solamente?
Mientras haya una sombra en el mundo,
la Poesía es mía
y de Job
y de todos los hombres de la sombra.
Mañana será de la luz,
pero hoy la Poesía es de la sombra.
¿Quién es capaz de recluirla?
Hoy.. ahora... ¿quién se atreve a quitármela?
¿Quién,
quién quiere apagar mi canto,
mi canto de música y de piedra-alarido y guijarro?
¿No puedo golpear yo ahora con él,
ahora,
ahora mismo
en la puerta de la injusticia y del tirano,
en el pórtico del silencio y de la sombra?
¿No puedo golpear ahora con él
en el claustro callado del cielo,
en el pecho mismo de Dios,
para pedir una rebanada de luz?...
Porque somos mendigos.
¡No somos mas que mendigos en la sombras

¿No puedo yo gritar en la sombra?
¿No puedo yo cantar en la sombra?
Para que grite conmigo busco yo al hombre y le digo:
la Poesía es un grito en la sombra, grita conmigo;
la Poesía es un canto en la sombra, canta conmigo;
canta, canta y grita... ¡grita!
porque Dios está sordo
y todos se han dormido allá arriba.
La Poesía es el derecho del hombre
a empujar una puerta,
a encender una antorcha,
a derribar un muro,
a despertar al capataz
con un treno
o con una blasfemia.
Porque Job se quejó
y cantó
y lloró
y blasfemó
y pateó furioso en la boca cerrada de Dios,
habló Jehová desde el torbellino.
¡Que hable otra vez!

Todas las lenguas en un salmo único,
todas las bocas en un grito único,
y todas las manos en un ariete solo
para derribar la noche,
para rasgar el silencio,
para echar de nosotros la sombra...
¡para que hable de nuevo Jehová!
¡Habla... habla!
¿No hablaste ya un día
para responder a los aullidos de un solo leproso?
Pues habla ahora con más razón.
Ahora,
ahora, que la humanidad,
ahora que toda la humanidad
no es más que una úlcera gafosa, delirante y pestilente.
Habla otra vez desde el torbellino,
que el hombre te contestará
desde su inmenso muladar
-¡tan grande como tu gloria!-
y sentado sobre un Himalaya de ceniza.
Habla.

-Ciñete pues los lomos como hombre valeroso.
Yo te preguntaré y Tú me harás saber.
-Pregunta.
-¿Has pisado tú por las honduras recónditas del abismo?
-No. Pero he entrado en el imperio corrosivo y sin limites
de la injusticia.
-¿Sabes tú cuándo paren las cabras montesas?
-No. Pero sé cuándo el arzobispo bendice el puñal y la
pólvora.
-Y en cuanto a las tinieblas... ¿dónde está el lugar de las
tinieblas?
-En la mirada y en el pensamiento de los hombres. Tuya
es la luz.
-¿Y has penetrado tú hasta los manantiales del mar?
-No, pero he llegado hasta el venero profundo de las
lágrimas: Mío es el llanto.

Y ahora pregunta el hombre,
ahora pregunto yo... ¡y Tú me harás saber!
¿Para qué sirve el llanto?
Si no es para comprarte la luz ¿para qué sirve el llanto?
¿Por qué hemos aprendido a llorar?
¿El llanto no es más que la baba de un gusano?
¿Lloramos sólo porque Tú has apostado con Satán?
Nuestra lepra,
esta lepra de ahora
¿ha salido también del gran cubilete de tus dados?
¿No somos más que una jugada tirada sobre la mesa verde
de Tu gloria?
¿Apuestas ahí arriba con el Diablo, a la luz y a la sombra
como al negro y al rojo en un garito?
Y ahora... ¿ha ganado el negro...
ha triunfado la sombra?...
¡te ha vencido Satán!
¿Y yo no soy más que una ficha,
una moneda,
una res,
un esclavo...
el objeto que se apuesta...
lo que va de un paño a otro paño
de una bolsa a otra bolsa?
¿Y no puedo gritar?
¿Yo no puedo llorar?
¿No puedo ofrecerte mi llanto,
todo mi llanto por la luz...
por una gota de luz?
Si puedo.
Puedo llorar
y gritar
y patear
y denunciar la trampa.
Y aunque sueltes sobre mi boca todos los ladridos del
trueno, me oirás.
Y aunque arrojes sobre las cuencas de mis ojos las lluvias
y los mares,
la amargura de mis lágrimas te llegará hasta la lengua,
Tuya es la luz...
¡pero el llanto es mío!

III
Escucha, poeta cervatillo,
que buscas tu canción, asustado,
en el cauce del no que se va
y en el viento que te empuja por la espalda...
Escucha:
Todo lo que hay en el mundo es nuestro,
tuyo y mío
y valedero para entrar en un poema,
para alimentar una fogata...

Todo cuanto mi fuego pueda devorar es mío:
todas las palomas de mi alero,
las que ya volaron ayer con otro designio
y los pichones que acaban de nacer..
y también las torcaces que me trajo mi amigo de su
palomar.
Todo buen combustible para sostener encendido mi grito,
todo buen combustible para el horno de mis entrañas
avarientas
es material poético excelente.
Nada es despreciable.
Todo puede entrar en el salmo:
lo ilustre y lo viscoso,
el mar y el albañal,
el halcón y la rata,
el héroe y Chamberlain.
Porque la Poesía es esta fuerza,
esta fuerza de mi sangre,
este fuego de mi corazón,
este llanto rojo de lava
que lo enciende,
que lo funde,
que lo organiza todo en una arquitectura luminosa,
en un alarido,
en un guiño flamígero
bajo las estrellas impasibles.
Os cuento estas cosas a vosotros,
los poetas adolescentes que váis a venir
y los que acabáis de llegar,
nacidos del llanto y del escombro...
que andáis perdidos en la niebla del mundo,
por ciudades extrañas
sin término y sin silla,
buscando consuelo en los poetas que os arrullaron al nacer.
Esos poetas no tienen ya nada que ofrecemos.
Su legado fue un puñado de preceptos enemigos,
un romance de harcas,
una copla tribal,
una flauta
y un ademán oscuro
de sonámbulos,
de borrachos
y de genios rencorosos.

Buscad solos vuestra canción.
En vuestro llanto,
en la sombra cerrada
y en el grito de vuestro exilio
están el verso y la esperanza de mañana.
Que las piedras rotas de los escombros del mundo os sirvan
para apedrear a los que nieguen la luz de vuestras
lágrimas.
No oigáis a los que dicen:
el grito ha perdido la batalla.
Porque el salmo está aún de pie.
Se fue de los templos, como vosotros de la tribu
cuando se hundieron el tejado y la cúpula.
Pero aún está de pie,
de pie y en marcha,
sin ritmo levítico y mecánico
sin rencor ni orgullo de elegido,
sin nación y sin casta
y sin vestiduras eclesiásticas.
¡Oídle... miradle ...!
Viene aullando en la ráfaga negra de todos los vientos,
por todos los caminos de la Tierra.
Es esa voz
loca,
ciega,
acorralada en la noche del mundo,
angustiada y suplicante,
sin lámpara y sin luna, que pregunta
agarrada, en agonía,
a la pez de pellejo que embadurna
estrellas y senderos,
umbrales y ventanas:
Señor, Señor.. ¿por dónde se sale?
¿Sabes tú por dónde se sale?
¿Lo sabe el hombre de la fuerza?
¿Lo sabe el hombre de la ley?
¿Lo sabe el hombre de la mitra?
¿Lo sabe el filósofo inalterable y deshumanizado?
¿Lo sabe el tocador de flauta?
Pues entonces... ¡dejadme gritar!
Maciza y ubicua es la sombra.
Polvo es el aire,
polvo de carbón apagado...
Y si nadie me dice por dónde se sale
¿por qué no he de llorar?

El llanto es la piqueta que se clava en la sombra,
la piqueta que horada el murallón de asfalto
donde se estrellan la razón y la soberbia.
El ritmo,
el número
y el coro
los ha engendrado el llanto.
Y ahora, aquí, el módulo es la lágrima...
Y se sale
por el taladro del gemido.

Y a ver si me entendéis.
No lloro ni grito por mis muertos
ni porque se me haya perdido una vaca
ni porque me aprieten los zapatos...
Lloro y grito porque me han enterrado vivo,
con los ojos abiertos y la lengua caliente.
Lloro porque es la hora del llanto.
(¿O es la hora del retórico y del confitero?)
Y grito porque es la hora del grito,
del grito a tensión que reviente los manómetros
y haga estallar la bóveda de las tumbas.
Yo no soy más que un grito ¡ya lo sé!
un grito como el niño.
Y ahora cuando todos,
el político,
el filósofo
y el arzobispo
han ahuyentado a Dios
yo le llamo con lo que tengo,
con lo que soy.
Y no soy más que un niño,
un niño que grita
que llora y que patea...
Eso soy... y ¿qué?
¿Tienes tú otra cosa que suene mejor?
Ahora aquí
en el mundo de las sombras
el grito vale más que la ley,
más que la razón,
más que la dialéctica...
El ritmo del llanto es dialéctico
hay lágrimas de tesis y antítesis
y lágrimas sintéticas.
El hombre llora en la mañana y en la noche
y entre dos luces cuando canta el gallo.
Mi llanto vale más que la espada
más que la sabiduría
y más que la Revelación.
Mi llanto es la llamada en la puerta de otra Revelación.
Poetas cervatillos:
gritad, llorad todos,
haced de vuestras flautas un lamento
y de vuestras arpas un gemido.

El salmo en masa,
el grito,
el llanto en coro es el que manda.
¡El gemido, el aullido es el amo, el maestro!
Matad a vuestros ídolos antiguos:
al que hace de la flema una virtud,
al que partió el poema
y al que guarda en un cofre la canción.
Porque ¿quién va a decir ahora entre nosotros?
¿quién va a gritar ahora entre las tumbas:
Yo seré el que conduzca,
yo seré el profesor de los que vengan?
¿El poeta?
El poeta es el gran responsable.
Hoy, el gran responsable
de la sangre,
del odio
y del polvo del mundo.
Y no puede iluminar a nadie
ni caminar delante
ni dirigir el coro...


sábado, 2 de mayo de 2009

"Llegó la poesía y me dijo" de Miguel Oscar Menassa. Las 2001 Noches nº 53

LLEGÓ LA POESÍA Y ME DIJO

Un sí o, bien, un no, me hicieron
abrir nuevos caminos, abandonar caminos.

Hasta que topé, una noche, con la poesía
me la pasaba volando de un lado para otro
según el capricho de mis tiernas amadas
que del amor, sólo sabían hacer el amor.

La Poesía me dijo con solvencia
para vivir, un hombre, no necesita volar
menos aún de un lado para otro tras su amada.
Un hombre debe tener los pies a la altura de los pies.

El alma al alcance de una breve caricia,
el sol sobre la tierra a la hora del sol,
el cuerpo y la palabra cual ríos disponibles
y a la noche algún sueño, una historia de amor.

Un hombre tiene todas sus esperanzas en el hombre
Un hombre tiene como bandera la libertad.
Le da agua al sediento y lucha por un trozo de pan
y ama, hace como que ama pero no sabe amar.

Un hombre, dijo la Poesía, con severidad.
Un hombre sabe que morirá y no le importa.
Sabe que muere cuando escribe y, sin embargo, escribe.
Sabe que cada amor le mata y, sin embargo, se enamora.

Un hombre, le dije, ambiciona volar
y aunque no pueda no le importa.

Ambiciona volar, ama la ilusión de volar.
Sentir en ese instante que algún día...

Un hombre, poesía, es capaz de matar,
es capaz de comerse el corazón amado,
quitarse de la boca con asco un beso de amor
y amar, de sus cautivos amantes, el dinero.

También una tarde cualquiera un hombre
se deja acariciar por una brisa, un aire,
un sentimiento lo golpea en el pecho
y el pobre hombre cayendo se enamora.

Y hace como si tuviera sangre en las venas
y salta y corre y se acaricia con frenesí
y quiere entregarse, totalmente, por amor
y, ahí, viene la policía y lo encarcelan.

Me sigues, poesía, del hombre hablamos.
Es capaz de morir por ideales falsos
capaz de hacer la guerra por casi nada
dejar morir su otra mitad, en silencio.

Se mete en el centro del volcán y lo desafía.
Quiere atravesar los océanos con su cuerpo,
tocar la inmensidad, el cielo con sus versos
agujerear el vientre de la montaña, la piedra.

El hombre quiere llegar con sus latidos
al centro desconocido de la tierra,
a la vida íntima de todos sus amantes,
quiere llegar, al corazón de las cosas.

Y se enamora, poesía,
y se pudre como una flor al sol
cuando alguien se muere o le abandona.

viernes, 1 de mayo de 2009

Primero de mayo, día internacional del trabajo. Las 2001 Noches nº 35

AÑO 2000, PRIMERO DE MAYO, DÍA INTERNACIONAL DEL TRABAJO

En uno de mis poemas de juventud llegué a decir: «No estoy maravillado por mi vida. Estoy arteramente sorprendido por mi vida» en ese momento (1976–1981), los pasajes más negros del exilio hacían verdadero mi decir. Lo que no pude saber en ese momento fue que, 25 años después, mi vida me volvería a sorprender arteramente.
Hace 25 años, un cuarto de siglo, ninguna felicidad esperaba a un hombre que lo había abandonado todo para seguir viviendo. Fue, entonces, cuando fui atravesado por una frase del inmenso poeta cubano, José Martí: «La felicidad sólo puede hallarse en el camino del trabajo» y volví a tener ilusiones de ser feliz, podía producir con mi trabajo un poco de felicidad para mi pequeña familia.
El sólo pensarlo me hacía feliz.
Lo que no sabía hace 25 años era que a los trabajadores se los puede explotar de una manera absoluta, se los puede estafar impunemente.
Y entonces fue cuando escribí:
«No fui feliz porque ser feliz es una argucia del sistema.»
Después, también, me dije:
EN UNA SOCIEDAD JUSTA EL TRABAJO ES UN DON.
Hacer dinero no sirve para nada. Lo importante para la humanidad es generar trabajo y para cuanta más gente mejor.
Esa será toda nuestra riqueza, trabajar hasta casi morir y, aún, tendremos tiempo para el amor, la poesía, el dinero (si alguno lo deseara), la loca soledad de la vejez y esas conversaciones, absolutamente, cotidianas que entre nosotros, los poetas, han producido, también, el trabajo.
Antes de conversar no sabíamos que el trabajo puede modificar la naturaleza de las cosas. De todas las cosas.
Dios ¿acaso lo sería sin sus escritores?
Hasta Dios sería justo si alguien lo escribiera.
Y qué decir de las clases sociales que produjo el trabajo, cuando el mismo trabajo produjo el, aparente, desorden actual donde la gente, (intelectuales de todo tipo, locutores haciendo de maestros) ha llegado a pronunciar en voz alta y a publicar en grandes titulares: LAS CLASES SOCIALES NO EXISTEN.
Y, por último, porque sé que me aman, me pregunto:
¿Qué sería del Inconsciente sin el trabajo de Freud, sin nuestro trabajo?
Y la poesía, mentecatos, ¿qué sería la poesía sin el trabajo de los poetas?
A ver ¿qué sería el mar, el inmenso mar, sin mi mirada?
Vengan a mí los libros, es el mundo que amo.

EL OBRERO INVISIBLE