lunes, 26 de noviembre de 2012

MISTERIOS de EVGUENI EVTUCHENKO. las 2001 Noches nº 126



Todos los misterios de la infancia
se van como la niebla del río.
Misterios eran Tonias y Tanias
aún con los pies rojos por el frío.
Misterios las estrellas y animales,
y las setas bajo los temblores.
Y las puertas chirriaban misteriosamente,
como sólo chirrían las puertas en la infancia.
Los enigmas del mundo iban surgiendo
como las bolitas de la boca
de un faquir encantador
que sabe su secreto.
Copos de nieve encantados
sobre campos y bosques caían.
Sonrisas encantadas
danzaban en los ojos de las niñas.
Susurrábamos algo misteriosamente
en la misteriosa pista de hielo.
Y una mano tocaba a otra mano,
temerosa, como el misterio toca al misterio.
Y, de repente, fuimos mayores.
Con su frac desgastado, el faquir
se marchó de tournée a otra infancia,
a un lejano país.
Se olvidó de nosotros, ya adultos.
Faquir: ¡qué mala persona eres!
Tan sin misterio es, que hoy nos molesta
al caernos encima la nieve.
¿Dónde estáis, encantadas bolitas?
Nuestra tristeza no tiene misterio.
Ya no son un misterio los otros,
ni nosotros lo somos para ellos.
Cuando una mano, a veces,
a otra mano toca acariciando,
sólo toca una mano, no un misterio.
¿Comprendéis? Solamente una mano.
Dadnos un misterio muy sencillo,
ese misterio que es timidez y silencio,
un misterio delgado y descalzo.
Aunque sólo sea uno, ¡dadnos un misterio!
..............................................................................
SIEMPRE SE ENCONTRARÁ
Siempre se encontrará una mano de mujer
que, fresca y leve,
compadeciéndote, con un poco de amor,
como a un hermano te consuele.
Siempre se encontrará un hombro de mujer
para tu respirar acalorado,
donde, apoyando tu cabeza loca,
confiar puedas tu rebelde sueño.
Siempre se encontrarán unos ojos de mujer
que al ver tu sufrimiento,
te calmen el dolor
o un poco del dolor al menos.
Pero hay una mano de mujer
dulce como ninguna
cuando la frente atormentada toca
como la eternidad, como el destino.
Pero hay un hombro de mujer
que, sin saber por qué, se ha dado a ti,
y no por una noche, sino para siempre,
y hace ya mucho tiempo que lo comprendiste.
Pero hay unos ojos de mujer
que siempre miran con tristeza:
los ojos que serán, mientras tú vivas,
los ojos de tu amor y tu conciencia.
Y tú vives, a pesar de todo,
pero esa mano sólo no es bastante
para ti, ni ese hombro, ni esos ojos sagrados,
a los que tantas veces traicionaste.
Y al fin llega el castigo para ti.
“¡Traidor!”, te abofetea la lluvia.
“¡Traidor!”, las ramas te fustigan en la cara.
“¡Traidor!”, resuena por el bosque el eco.
Te agitas, te atormentas, te entristeces.
Ni siquiera tú mismo puedes perdonarte.
Sólo esa mano transparente te perdonará
aunque la ofensa es grave.
Sólo ese hombro cansado
te ha de perdonar, ahora y siempre.
Sólo esos ojos tristes
perdonarán lo que perdón no tiene.

domingo, 25 de noviembre de 2012

NO CANTA EL MIRLO EN LA RAMA de pedro Salinas. las 2001 Noches nº 128


No canta el mirlo en la rama,
ni alta la espuma en el agua:
lo que salta, lo que canta
es el proyecto en el alma.
Las promesas tienen hoy
rubor de haber prometido
tan poco, de ser tan cortas;
se escapan hacia su más,
todas trémulas de alas.
Perfección casi imposible
de la perfección hallada,
en el beso que se da
se estremece de impaciencia
el beso que se prepara.
El mundo se nos acerca
a pedirnos que le hagamos
felices con nuestra dicha.
Horizontes y paisajes
vienen a vernos, nos miran,
se achican para caberte
en los ojos; las montañas
se truecan en piedrecillas,
por si las coge tu mano,
y pierden su vida fría
en la vida de tu palma.
Leyes antiguas del mundo,
ser de roca, ser de agua,
indiferentes
se rompen porque las cosas
quieren vivirse también
en la ley de ser felices,
que en nosotros se proclama
jubilosamente.
Todo querría ser dos
porque somos dos. El mundo
seducido por el canto
del gran proyecto en el alma
se nos ofrece, nos da
rosas, brisas y coral,
innumerables materias
dóciles, esperanzadas
de que con ellas tú y yo
labremos
el gran amor de nosotros.
Coronándonos, la dicha
nos escoge, nos declara
capaces de creación
alegre. El mundo cansado
podría ser -él lo siente-,
si nosotros lo aceptamos
por cuerpo de nuestro amor,
recién nacido otra vez,
primogénito del gozo.
¿Le oyes
que se nos está ofreciendo
en flor, en roca y en aire?
Pero tú y yo resistimos
la tentación de su voz,
la lástima que nos da
su gran cuerpo sin empleo.
Allí se quedan las piedras,
las violetas, ajenas,
tan fáciles de morir,
esperando
otro amor que las redima.
No.
Nuestro proyecto cantante,
empinado, irresistible,
de su embriaguez en el alma,
no se labrará en los mármoles
ni con pétalos o sueños:
se hará carne en nuestra carne.
Le entregamos alma y cuerpo
para que él sea y se viva.
Y sin ayuda del mundo,
de su bronce, de su arena,
tendrá forma en lo que ofrecen
nuestros dos seres unidos:
la pareja suficiente.
Y las dos vidas, viviendo
abrazadas,
serán la dócil materia
eterna, con que se labre
el gran proyecto del alma.

lunes, 19 de noviembre de 2012

YO TAMBIÉN CANTO A AMÉRICA de Rafael Alberti. Las 2001 Noches nº 101



I, too, sing America.
Lansgton Hughes
Tú mueves propiedades en tu cielo,
astros que son verdad, estrellas tuyas,
planetas confiscados que en la noche
pasan gimiendo un rastro de cadenas.

Mueves bosques con hojas como círculos,
puertas verdes al sueño de los pumas,
bosques que marchan, selvas que caminan
invadiendo la sombra de raíces.

En tu entraña, piquetas y explosiones
dan a luz en lo oscuro nuevos ríos,
puestos al sol por hombres expropiados
a tu matriz herida y desangrada.

Ellos son, deben ser, y no los otros,
los que arañen sus manos en tus grietas,
los que tenaz descuelguen tu desvelo
en tus ocultas venas sacudidas.

Tú no eres un cadáver extendido
de mar a mar, velado por palmeras.
Tú estás de pie, la sangre te circula,
pero entre dos orillas de fusiles.

Ni siquiera eres dueña de tus noches,
insultada en los bares y cantinas,
noches con ojos indios impasibles
por los que pasan flechas vengadoras.

Yo he visto Panamá desde las nubes
como albos continentes sin viajeros,
de norte a sur, y comprobando el Istmo,
sobre una larga zona de uniformes;

la flor del mar Pacífico, entrevista
como una cresta roja de mi infancia,
gritando, muda, por tus litorales
de azúcar y café, pero invadidos;

jacales y bohíos limosneros
que intentan vagamente ser aldeas,
con raigones en tierras que son suyas
y recelos de canes arrojados.

Oigo un clamor de pumas y caimanes,
de idiomas dominados a cuchillo,
de pieles negras atemorizadas,
entre un sordo rumor que se unifica.

Despierta, de improviso, en esa hora
que el terremoto verde de tus bosques
a tientas reconstruye con sonidos
los escombros nocturnos de sus ramas.

Despiértate, y de un salto reconquista
tu subterránea sangre de petróleo,
brazos de plata, pies de oro macizos,
que tu existencia propia vivifiquen.

Va a sonar, va a sonar, yo quiero verlo,
quiero oírlo, tocarlo, ser su impulso,
ese sacudimiento que destruya
la intervención armada de los dólares.

Las estrellas verdad se confabulen
con tu robado mar, la tierra, el viento,
contra esas trece bandas corrompidas
y esa Company Bank de estrellas falsas.

Recupere -ciclones en las manos,
sísmicas lavas de correr ardiendo-
el predominio vasto de tus frutas
y el control de tus puertos y aduanas.

Yo también canto a América, viajando
con el dolor azul del mar Caribe,
el anhelo oprimido de sus islas,
la furia de sus tierras interiores.

Que desde el golfo mexicano suene
de árbol a mar, de mar a hombres y fieras
como oriente de negros y mulatos,
de mestizos, de indios y criollos.

Suene este canto, no como el vencido
letargo de las quenas moribundas,
sino como una voz que estalle uniendo
la dispersa conciencia de las olas.

Tu venidera órbita asegures
con la expulsión total de tu presente.
Aire libre, mar libre, tierra libre.
Yo también canto a América futura.

sábado, 17 de noviembre de 2012

TIEMPO SIN TIEMPO de Mario Benedetti. Las 2001 Noches nº 105

Preciso tiempo necesito ese tiempo
que otros dejan abandonado
porque les sobra o ya no saben
que hacer con él
tiempo
en blanco
en rojo
en verde
hasta en castaño oscuro
no me importa el color
cándido tiempo
que yo no puedo abrir
y cerrar
como una puerta
tiempo para mirar un árbol un farol
para andar por el filo del descanso
para pensar qué bien hoy es invierno
para morir un poco
y nacer enseguida
y para darme cuenta
y para darme cuerda
preciso tiempo el necesario para
chapotear unas horas en la vida
y para investigar por qué estoy triste
y acostumbrarme a mi esqueleto antiguo
tiempo para esconderme en el canto de un gallo
y para reaparecer en un relincho
y para estar al día
para estar a la noche
tiempo sin recato y sin reloj
vale decir preciso
o sea necesito
digamos me hace falta
tiempo sin tiempo.

jueves, 15 de noviembre de 2012

LA MUJER Y YO, un libro de Miguel Oscar Menassa. Las 2001 Noches nº 65


Un libro de película: Amor, sexo, lujuria, infidelidad, celos, envidia, amistad.
Viajes increíbles donde el poema, la música y la pintura hacen cine.
El autor nos dice que esto no es exactamente una novedad, ocurrieron cosas parecidas hace 5.000 años.
¿Qué es eso que, habiendo ocurrido hace tanto tiempo, resulta una novedad?
Si te gusta el cine, te gustarán estas películas, si no te gusta el cine, te gustarán estas películas, porque en ellas todo es un juego entre realidad y ficción.
Mecánicos del amor y de la guerra, espantapájaros de dios señalando caminos, hombres disfrazados de hombres que recién se levantan y quieren que la vida sea el sueño que atravesó la noche. Hombres que desean a su lado una mujer que desee.
Parecieran escenas amorosas en las que, leyendo detenidamente, veremos cómo se juegan contiendas donde quienes combaten son las palabras de ella y de él.
Y así él siempre sabe sin saber, como una mujer, y ella siempre se pregunta ¿realidad o sueño? ¿amor o muerte? ¿venganza o libertad?
Descubrimos en esta "opera prima" una manera de concebir el cine que cabe dentro de la corriente del "free cinema", que comenzó su andadura como cine "maldito", es decir, no comercial, para convertirse en la expresión del verdadero espíritu de ese invento del siglo XX que revolucionó para siempre el pasado y el futuro de la humanidad.
El cine produce otra lectura, ya que al utilizar otros medios de transmisión, su decir se equivoca y discurre en otra historia, que, si bien se relaciona con la anterior, produce otro tiempo.
En un diálogo de su conocida obra de teatro Luces de bohemia, Ramón del Valle-Inclán define lo que habría de representar un nuevo género literario y dramatúrgico: "El Esperpento, una tragedia, la nuestra, que no es tragedia". Según Valle- Inclán, en la voz de su personaje Max Estrella, "el esperpentismo lo ha inventado Goya", pues en sus cuadros y aguafuertes los héroes trágicos se han ido a pasear al callejón del Gato.
"Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada."
En La mujer y yo el lector percibe de manera poderosa un reflejo familiar y desconocido, esperpéntico, a fin de cuentas, de su propia vida cotidiana, de la ideología del amor y de las formas pervertidas del goce que nos rodean. Sólo una "estética sistemáticamente deformada", como la desplegada por Menassa en esta obra, puede dar cuenta de esa realidad para la que nuestros ojos no tienen mirada. Ciegos, sólo el Esperpento nos devuelve el fiel reflejo de lo que somos. Sólo en ese espejo cóncavo podemos recuperar la vista, mirarnos a la cara.
Para leer de esta manera la obra de Menassa, para tener una proximidad a la verdadera dimensión revulsiva de sus textos, nada como asistir a la proyección de los dos cortos producidos, como dos signos de admiración, antes y después del XIV Congreso Internacional Grupo Cero llevado a cabo en Buenos Aires.
Impresiona ver a Menassa interpretando y caracterizando sus propios personajes y sus diálogos. Si vemos los cortos con una mirada ingenua, se corre el riesgo de creer que raya en el ridículo, que no es más que una ópera bufa, una "trágica mojiganga" en la que los actores se han dejado contagiar y arrastrar por la fuerza dramática de los personajes.
Pero si utilizamos las mismas herramientas de lectura que usó Freud para analizar el trabajo del sueño, podemos comprender que esta representación es la única manera posible de tolerar la proximidad de lo que allí se dice, de lo que de esa manera se expresa. Se trata, pues, de una invitación a regenerar nuestra vida con un vuelo.

Taller de poesía de los sábados a las 17 h,
coordinado por Carmen Salamanca Gallego

miércoles, 14 de noviembre de 2012

PATERNIDAD de Cesare Pavese. Las 2001 Noches nº 78



Fantasía de la mujer que baila, y del viejo
que es su padre y la llevó en la sangre
y la hizo una noche, gozando en el lecho, todo desnudo.
Ella se apura para llegar con tiempo a desvestirse,
y otros viejos esperan. Todos
le devoran, cuando salta a bailar, la fuerza
de las piernas con los ojos, pero los viejos tiemblan.
Casi desnuda está la joven. Y los jóvenes miran
con sonrisas, y hay quien quisiera estar desnudo.
Se parecen a su padre los viejos entusiastas
y son todos, bamboleantes, una sobra de cuerpo
que ha gozado otros cuerpos. También los jóvenes un día
serán padres, y la mujer es para todos una sola.
Hay un silencio. Una alegría profunda
tiene la oscuridad frente a la joven viva.
Todos los cuerpos no son más que un cuerpo, uno solo
que se mueve clavando las miradas de todos.
Esta sangre, que recorre los miembros rectos
de la joven, es la sangre que se hiela en los viejos;
y su padre que fuma en silencio, calentándose,
no salta, pero ha hecho la hija que baila.
Hay un olor y un ímpetu en el cuerpo de ella
que es el mismo en el viejo, y en los viejos.
En silencio fuma el padre y la espera que vuelva, vestida.
Esperan todos, jóvenes y viejos, y la miran;
y cada uno, al beber solo, se acordará de ella.
 

lunes, 12 de noviembre de 2012

El hombre y yo

11
Nada nos será dado de la libertad 
sin arrancarla de nuestros corazones. 
Sexo que no consiguió 
sino el poema. 
Locura que brilló, 
sólo un instante. 
Fueron palabras 
todos mis odios, 
todos mis amores, 
el sexo y la locura
fueron palabras
hasta la libertad,
sólo palabras.

Miguel Oscar Menassa
De "El hombre y yo", 2005

sábado, 10 de noviembre de 2012

La mujer y yo - 7-


Dormíamos tranquilamente cuando ella 
se levantó sobresaltada y me dijo: 
Hoy quiero tener una aventura 
vivir lo no vivido, amar lo inexistente 
y ya sé que son las tres de la mañana 
pero quiero andar un camino nuevo 
donde no quede un sólo rastro de mí 
así que, por favor, escúchame.

Y no es que a mí, exactamente,
me guste dormir de noche
pero estaba dormido, soñando
tonos del ocre sobre el negro.
Primero tuve ganas de decirle:
“déjame de joder” o bien, indiferente
“¿te parece poca aventura vivir a mi lado?”
pero le dije, dulcemente, haciendo gala
del uso calculado de mi serena voz
cuando pronuncio las vocales:
Oh Diosa, portadora del dolor, te escucho.
Soy esa oreja invencible, habla,
di al viento lo que será del viento
y nadie escuchará.
Ella, tímidamente, recogió la ofrenda
y preguntó ¿entonces puedo hablar,
decir lo que me pasa por la mente
sin convenciones, sin moral, sin castigos?
Bueno, le dije, límites hay siempre,
a fin de mes me tienes que pagar,
y ella se desmayó por primera vez en su vida
aunque por poco tiempo.
Luego se despertó y preguntaba ansiosa:
¿Qué paso, qué pasó, qué fue lo que pasó?
Nada, le contesté, tuviste un orgasmo magistral,
antes de desmayarte, te retorcías y saltabas.
Pero ¿qué estás diciendo, que yo me retorcía?
No, le dije, estoy diciendo que tuviste un orgasmo
y era hermoso ver cómo se descomponía
tu bello rostro con el goce.
¿Mi bello qué?, ¿pero que estás diciendo?

Tu bello rostro, amor mío, tu bello rostro,
esa belleza donde renace, cada vez, el goce.
En ese momento ella dijo: te amo,
cuando mi belleza reina en ti, te amo.
Y no era para menos
esas palabras que le había dicho
antes eran todas de la poesía.

Te amo, decía ella, mientras se desnudaba,
hoy haré de ti amado, mujer y bestia
alondra que deja de volar porque llega el mar,
gacela que escapa sin escapar
y se la come el viento.
Leopardo seducido por las luces
del estallido de la pólvora
que lo matará.
Te haré mi amado, te haré...
Algo avergonzado, la interrumpí
y le dije: ¿Para qué tanto?
y ella me respondió con una pregunta:
¿Amas a otra mujer? eso es lo que pasa
y entonces, desesperado al borde del abismo,
decidí darle lo que pedía cuando le dije:
Sí, estoy enamorado de otra mujer
y ella nunca dejaría de sorprenderme:
Me gustaría conocerla, dijo,
y se quedó dormida.

A la mañana siguiente, al desayuno,
antes de ir a los trabajos,
me besó agradecida y me dijo:
¡Qué aventura que tuvimos anoche!
¡Querido, qué aventura!

Miguel Oscar Menassa
De "La mujer y yo", 2003

miércoles, 7 de noviembre de 2012

LEJANÍAS DE LA TIERRA MUERTA de Alfonsina Storni. Las 2001 Noches nº 4


A Gabriela Mistral

 Llegará un día en que la raza humana
 Se habrá secado como planta vana,

 Y el viejo sol en el espacio sea
 Carbón inútil de apagada tea.

 Llegará un día en que el enfriado mundo
 Será un silencio lúgubre y profundo:

 Una gran sombra rodeará la esfera
 Donde no volverá la primavera;

 La tierra muerta, como un ojo ciego,
 Seguirá andando siempre sin sosiego,

 Pero en la sombra a tientas, solitaria,
 Sin un canto, ni un jay!, ni una plegaria

 Sola, con sus criaturas preferidas
 En el seno cansadas y dormidas.

 (Madre que marcha aún con el veneno
 de los hijos ya muertos en el seno.)

 Ni una ciudad de pie.. Ruinas y escombros
 Soportará sobre los muertos hombros.

 Desde allí arriba, negra la montaña
 La mirará con expresión huraña.

 Acaso el mar no será más que un duro
 Bloque de hielo, como todo oscuro.

 Y así, angustiado en su dureza, a solas.
 Soñará con sus buques y sus olas,

 Y pasará los años en acecho
 De un solo barco que le surque el pecho.

 Y allá donde la tierra se le aduna.
 Ensoñará la playa con la luna.

 Y ya nada tendrá más que el deseo
 Pues la luna será otro mausoleo.

 En vano querrá el bloque mover bocas
 Para tragar los hombres, y las rocas

 Oír sobre ellas el horrendo grito
 Del náufrago clamando al infinito:

 Ya nada quedará: de polo a polo
 Lo habrá barrido todo un viento solo:

 Voluptuosas moradas de latinos
 Y míseros refugios de beduinos;

 Oscuras cuevas de los esquimales
 Y finas y lujosas catedrales;

 Y negros, y amarillos y cobrizos,
 Y blancos y malayos y mestizos,

 Se mirarán entonces bajo tierra
 Pidiéndose perdón por tanta guerra.

 De las manos tomados, la redonda
 Tierra circundarán en una ronda.

 Y gemirán en coro de lamentos:
 ¡Oh cuántos vanos, torpes sufrimientos!

 -La tierra era un jardín lleno de rosas
 Y lleno de ciudades primorosas;

 -Se recostaban sobre ríos unas,
 Otras sobre los bosques y lagunas.

 -Entre ellas se tendían finos rieles,
 Que eran a modo de esperanza fieles,

 -Y florecía el campo, y todo era
 Risueño y fresco como una pradera;

 -Yen vez de comprender, puñal en mano
 Estábamos hermano contra hermano;

 -Calumniábanse entre ellas las mujeres
 Y poblaban el mundo mercaderes;

-Íbamos todos contra el que era bueno
A cargarlo de lodo y de veneno

-Y ahora, blancos huesos, la redonda
Tierra rodeamos en hermana ronda.

-Y de la humana, nuestra llamarada,
iSobre la Tierra en pie no queda nada!

Pero quién sabe si una estatua muda
De pie no quede aún sola y desnuda.

Y así, surcando por las sombras, sea
El último refugio de la idea.

El último refugio de la forma
Que quiso definir de Dios la norma,

Y que, aplastada por su sutileza,
Sin entenderla, dio con la belleza.

Y alguna dulce, cariñosa, estrella,
Preguntará tal vez: ¿Quién es aquélla?

¿Quién es esa mujer que así se atreve,
Sola, en el mundo muerto que se mueve?

Y la amará por celestial instinto
Hasta que caiga al fin desde su plinto.

Y acaso un día, por piedad sin nombre
Hacia esta pobre tierra y hacia el hombre,

La luz de un sol que viaje pasajero
Vuelva a incendiarIa en su fulgor primero.

Y le insinúe: Oh, fatigada esfera:
¡Sueña un momento con la primavera!

-Absórbeme un instante: soy el alma
Universal que muda y no se calma...

¡Cómo se moverán bajo la tierra :
Aquellos muertos que su seno encierra!

¡Cómo pujando hacia la luz divina
Querrán volar al que los ilumina!

Mas será en vano que los muertos ojos
Pretendan alcanzar los rayos rojos.

¡En vano! ¡En vano! ¡Demasiado espesas
Serán las capas, ay, sobre sus huesas!...

Amontonados todos .y vencidos,
Ya no podrán dejar los viejos nidos,

Y al llamado del astro pasajero
Ningún hombre podrá gritar: iYO quiero!...


sábado, 3 de noviembre de 2012

DESPUÉS NACÍ A LA LIBERTAD de Miguel Oscar Menassa. Las 2001 Noches nº 136



Después nací a la libertad y me encadenaron
y así durante cinco siglos me tuvieron,
vivo y encadenado y me dieron algo de comer,
alguna lágrima para llorar por todo lo perdido.

Comí esa nada que me daban y lloré esas lágrimas
y me di cuenta que mi libertad medía sólo un eslabón.
Un ruido me separaba de otro ruido, una cadena
me ataba a otra cadena y a hombres como yo.

¡Oíd el ruido de rotas cadenas! y nada se escuchaba.
¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad! y nadie se movía.
Paz y amor nos dijeron y estalló la guerra.

Esclavos, exiliados, mutilados, muertos, desaparecidos,
así fuimos teniendo los nombres del dolor y de la rabia.
Así, por el único camino para sobrevivir, fuimos poetas.


jueves, 1 de noviembre de 2012

PARA LA LIBERTAD de Miguel Hernández. Las 2001 Noches nº 136



Para la libertad.
Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.
Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.