miércoles, 29 de febrero de 2012

LXXIX - EN HORAS DE INSOMNIO - (cuatro sonetos) de Miguel de Unamuno. Las 2001 Noches nº 131

1

Me voy de aquí, no quiero más oírme;
de mi voz toda voz suéname a eco,
y a falta así de confesor, si peco
se me escapa el poder arrepentirme.

No hallo fuera de mí en que me afirme
nada de humano y me resulto hueco;
si esta cárcel por otra al fin no trueco
en mi vacío acabaré de hundirme.

Oh triste soledad, la del engaño
de creerse en humana compañía
moviéndose entre espejos, ermitaño.

He ido muriendo hasta llegar al día
en que espejo de espejos, soyme extraño
a mí mismo y descubro no vivía.

2

Hecho teatro de mí propio vivo,
haciendo mi papel: rey del desierto;
en torno mío yace todo yerto,
y yo, yerto también, su toque esquivo.

En vez de hacer algo que valga, escribo;
al afirmarlo todo no estoy cierto
de cosa alguna y no descubro puerto
en que dé tierra al corazón altivo.

Me desentraño en lucha con el otro,
el que me creen, del que me creo potro,
y en esta lucha estriba mi comedia;

pasan los años sin traerme cura;
bien veo que es mi vida una locura
que sólo con la muerte se remedia.

3

Dejar un grito, nada más que un grito,
aquel del corazón cuando le quema
metiéndosele el sol, pues no hay sistema
que diga tanto. Dice el infinito

del desengaño, dice cómo el hito
cayó que nos marcaba la suprema
jornada de ilusión, dice la extrema
resignación a lo que estaba escrito.

¿Definiciones? Sí, buenas palabras,
que aunque presumen ser abracadabras
no nos abren tesoro verdadero;

no se cura la vida con razones,
espacio, tiempo, lógica, sayones
sin compasión de todo cuanto espero.

4

La Tierra un día cruzará el espacio
celeste convertida en cementerio
de civilizaciones; el misterio
triunfará de la vida, pues reacio

fue siempre a la razón. Me pone lacio
el ánimo el pensarlo. ¿Acaso es serio
del mundo así entregarse al loco imperio
de cuya vanidad nunca me sacio?

Cruzará, vanidad de vanidades,
muerta, la soledad de soledades,
sin principio, sin fin y sin objeto;

mas entretanto, corazón, pelea
por esa vanidad; tal vez la idea
logre aplacarte, corazón inquieto.

jueves, 23 de febrero de 2012

EL AUTOR LEVANTA LA VOZ de Louis Aragon. Las 2001 Noches nº 131

Se han ido Escucho morir los pasos sobre la carretera les sigo
Me quedo parado como un tren en un túnel de hollín
Se diría una señal interminablemente en la noche que suena
Nadie nadie nadie
Me parece haber escuchado en alguna parte esta canción
Antigua antigua antigua
Aunque no se vea ni gota hay que tomar las cosas como son

Y nosotros a los veinte años delante de nosotros qué veíamos
de la carretera
Nosotros qué teníamos que decir al fin y al cabo

Escucho los pasos morir escucho
A lo lejos morir a los jóvenes
Desgraciadamente no es hablar por metáfora
Aquellos mismos que no mueren algo en ellos se apagó
Algo que se muere en ellos sin ni siquiera esperar a la mañana
Oh pálido cigarrillo de las palabras que estrellea un último
esfuerzo

No hay sólo fuegos artificiales para quemarse los dedos
Primero uno se dice que es un juego nada es tan bonito como
las llamas
Y como los demás primero se creía hacer lo que se debe
El diablo no devuelve su juventud a aquellos a quienes les
robó el alma
Los que vuelven marchitos y los que no vuelven
Nosotros también aprendimos a los veinte años a marcar el
paso

Hay siempre para vosotros jóvenes una guerra adonde partir

Partir uno se dice es partir y poco importa cómo
Ya que tanto vivir o morir uno como otro no tiene sentido
Se trata de estar ebrio o correr por este mundo cruel y
demente
A mí la demencia en las palabras me parecía ahí
una inocencia
Y entiendo a los que se hacen una boca de oscuridad
Hoy son a su vez lo que fuimos ayer

Hay siempre para vosotros jóvenes una guerra adonde partir

De una vez sentir como nadando su locura
Ir hasta el final de su fuerza tan lejos como se pueda en el mar
Cómo uno descubre el placer cómo se hunde en él
y se olvida ahí
Hacer una vez más el amor aunque uno se muera por volver
a hacerlo
Vergüenza para quien encuentra su límite a quien su límite
basta
Prudentemente quien retoma su apuesta y rechaza el desafío.

Hay siempre para vosotros jóvenes una guerra adonde partir
Todo era para vosotros una gran risa en el umbral de un país
desconocido

Llevabais en vosotros este poder que los ojos no pueden ver
Teníais la edad triunfante que marca todo con su pie desnudo
Este sol de dentro de vosotros a vuestros gestos ponía su
gloria
Los muros se han hecho para saltarlos Nunca se corre lo
bastante lejos
Cuando uno rompe los espejos qué hermoso color tienen los
puños
Hay siempre para vosotros jóvenes una guerra adonde partir

Cuando viene el anochecer sobre vosotros con la memoria del
día que ha sido
Que os sentáis pesadamente dentro de vuestras piernas sobre
la tierra
Esta arena en vuestra garganta ¿es acaso el orgullo de
vuestros rechazos?
Qué os da la mirada de los que prefieren callarse
¿Podéis hablar de otra cosa con este fusil en vuestras manos?
Alrededor vuestro la noche madura profundamente palabras
humanas

Hay sin embargo siempre para vosotros una guerra adonde
partir

Primero uno se servía de las palabras como de los huevos los
chorros de agua
Después han tomado en la palma de la mano un calor vivo
Nosotros también pensábamos que había que esperar
doblegarse
Me acuerdo de otra guerra y he aquí la guerra siguiente
Y claro duele lo que encontramos parecido
Y que haya entre las cosas y las palabras ese lazo
ensangrentado

Hay siempre para vosotros jóvenes una guerra adonde partir

El bien el mal quién ya no sabe distinguirlos se aturde
Si la guerra es el honor del hombre así como se decía antaño
Pesad vuestras palabras hombres que nacéis al hombre. Os lo
digo
Bueno que la hagan pero que sea en honor suyo esta guerra
Que sea al menos una guerra vuestra Hijos de la Patria
Donde no se pueda entre la cosa y la palabra honor elegir

Hay siempre para vosotros jóvenes una guerra adonde partir

Hay un mundo por conquistar de otra manera que con el
cañón
Un mundo donde tirar alegremente vuestro guante en la
balanza
Un mundo donde se puede nombrar a todas las cosas por su
nombre
Hay un mundo a la medida del hombre y de su violencia
Donde todas las palabras del hombre entre la vida y la muerte
eligieron
Reclamo en este mundo el lugar de la poesía.

Traducción: Claire Deloupy

lunes, 20 de febrero de 2012

NO CANTA EL MIRLO EN LA RAMA de Pedro Salinas. Las 2001 Noches nº 128

No canta el mirlo en la rama,
ni alta la espuma en el agua:
lo que salta, lo que canta
es el proyecto en el alma.
Las promesas tienen hoy
rubor de haber prometido
tan poco, de ser tan cortas;
se escapan hacia su más,
todas trémulas de alas.
Perfección casi imposible
de la perfección hallada,
en el beso que se da
se estremece de impaciencia
el beso que se prepara.
El mundo se nos acerca
a pedirnos que le hagamos
felices con nuestra dicha.
Horizontes y paisajes
vienen a vernos, nos miran,
se achican para caberte
en los ojos; las montañas
se truecan en piedrecillas,
por si las coge tu mano,
y pierden su vida fría
en la vida de tu palma.
Leyes antiguas del mundo,
ser de roca, ser de agua,
indiferentes
se rompen porque las cosas
quieren vivirse también
en la ley de ser felices,
que en nosotros se proclama
jubilosamente.
Todo querría ser dos
porque somos dos. El mundo
seducido por el canto
del gran proyecto en el alma
se nos ofrece, nos da
rosas, brisas y coral,
innumerables materias
dóciles, esperanzadas
de que con ellas tú y yo
labremos
el gran amor de nosotros.
Coronándonos, la dicha
nos escoge, nos declara
capaces de creación
alegre. El mundo cansado
podría ser -él lo siente-,
si nosotros lo aceptamos
por cuerpo de nuestro amor,
recién nacido otra vez,
primogénito del gozo.
¿Le oyes
que se nos está ofreciendo
en flor, en roca y en aire?
Pero tú y yo resistimos
la tentación de su voz,
la lástima que nos da
su gran cuerpo sin empleo.
Allí se quedan las piedras,
las violetas, ajenas,
tan fáciles de morir,
esperando
otro amor que las redima.
No.
Nuestro proyecto cantante,
empinado, irresistible,
de su embriaguez en el alma,
no se labrará en los mármoles
ni con pétalos o sueños:
se hará carne en nuestra carne.
Le entregamos alma y cuerpo
para que él sea y se viva.
Y sin ayuda del mundo,
de su bronce, de su arena,
tendrá forma en lo que ofrecen
nuestros dos seres unidos:
la pareja suficiente.
Y las dos vidas, viviendo
abrazadas,
serán la dócil materia
eterna, con que se labre
el gran proyecto del alma.

domingo, 19 de febrero de 2012

AUN MENOS QUE RELIQUIAS de Olga Orozco. Las 2001 Noches nº 130

Son apenas dos piedras.
Nada más que dos piedras sin inscripción alguna,
recogidas un día para ser sólo piedras en el altar de la
memoria.
Aun menos que reliquias, que testigos inermes hasta el juicio
final.
Rodaron hasta mí desde las dos vertientes de mi genealogía,
más remotas que lapas adheridas a ciegas a la prescindencia y al sopor.
Y de repente cierto matiz intencionado,
cierto recogimiento sospechoso entre los tensos bordes a
punto de estallar,
el suspenso que vibra en una estría demasiado insidiosa,
demasiado evidente,
me anuncian que comienzan a oficiar desde los anfiteatros
de los muertos.

¿A qué aluden ahora estas dos piedras fatales, milenarias,
con sus brillos cruzados como la sangre que se desliza por mis venas?
A fábulas y a historias, a estirpes y a regiones
entretejidas en un solo encaje desde los dos costados del
destino
hasta la trama de mis huesos.

Exhalan otra vez ese tiempo ciclópeo en que los dioses eran
mis antepasados
-malhechores solemnes, ocultos en la ola, en el volcán y en
las estrellas,
bajaron a la isla a trasplantar sus templos, sus represalias,
sus infiernos-
y también esos siglos de las tierras hirsutas, emboscadas en el ojo del zorro,
hambrientas en el bostezo del jaguar, inmensas en el cambio
de piel de la serpiente.
Pasan héroes de sandalias al viento y monstruos confabulados con la roca,
pueblos que traficaron con el sol y pueblos que sólo fueron
dinastías de eclipses,
invasiones tenaces como regueros de hormigas sobre un mapa
de coagulada miel;
y aquí pasan las nubes con su ilegible códice, excursiones
salvajes,
y el brujo de la tribu domesticando a los grandes espíritus
como un encantador de pájaros
para que hablen por el redoble de la lluvia, por el fuego o el
grano,
por la boca colmada de la humilde vasija.
En un friso de nieblas se inscribe la mitad confusa de mi
especie,
mientras cambian de vestiduras las ciudades o trepan las
montañas o se arrojan al mar,
sus bellos rostros vueltos hacia el último rey, hacia el último
éxodo.

Un cortejo de sombras viene del otro extremo de mi herencia,
llega con el conquistador y funda las colonias del odio, de la
espada y la codicia,
para expropiar el aire, los venados, los matorrales y las almas.
Se aproxima una aldea encallada en lo alto del abismo igual
que un arca rota,
una agreste corona que abandonó el normando y recogieron
los vientos y la cabras,
mucho antes que el abuelo conociera la risa y los brebajes
para expulsar los males
y la abuela, tan alta, enlutara su corazón con despedidas y
desgastara los rosarios.
Ahora se ilumina un caserío alrededor del espinillo, el ciego
y el milagroso santo;
es polvareda y humo detrás de los talones del malón, de los
perros extraídos del diablo,
poco antes que el abuelo disfrazara de fantasmas las viñas, los
miradores, los corrales,
y la abuela se internara por bosques embrujados a perseguir el
ave de los siete colores
para bordar con plumas la flor que no se cierra.
Y allá viene mi padre, con el océano retrocediendo a sus
espaldas.
Y allá viene mi madre flotando con caballos y volanta.
Yo estoy en una jaula donde comienza el mundo en un
gemido y continúa en la ignorancia.

Pero detrás de mí no queda nadie para seguir hilando la trama
de mi raza.
Estas piedras lo saben, cerradas como puños obstinados.
Estas piedras aluden nada más que a unos huesos cada vez
más blancos.
Anuncian solamente el final de una crónica,
apenas una lápida.

jueves, 16 de febrero de 2012

INCIDENTES DOMÉSTICOS [III] de Miguel de Unamuno. Las 2001 Noches nº 131

Es de noche, en mi estudio.
Profunda soledad; oigo el latido
de mi pecho agitado
-es que se siente solo,
y es que se siente blanco de mi mente-
y oigo a la sangre
cuyo leve susurro
llena el silencio.
Diríase que cae el hilo líquido
de la clepsidra al fondo.
Aquí, de noche, solo, éste es mi estudio;
los libros callan;
mi lámpara de aceite
baña en lumbre de paz estas cuartillas,
lumbre cual de sagrario;
los libros callan;
de los poetas, pensadores, doctos,
los espíritus duermen;
y ello es como si en torno me rondase
cautelosa la muerte.
Me vuelvo a ratos para ver si acecha,
escudriño lo oscuro,
trato de descubrir entre las sombras
su sombra vaga,
pienso en la angina;
pienso en mi edad viril; de los cuarenta
pasé ha dos años.
Es una tentación dominadora
que aquí, en la soledad, es el silencio
quien me la asesta;
el silencio y las sombras.
Y me digo: “Tal vez cuando muy pronto
vengan para anunciarme
que me espera la cena,
encuentren aquí un cuerpo
pálido y frío
-la cosa que fui yo, éste que espera-,
como esos libros silencioso y yerto,
parada ya la sangre,
yeldándose en las venas,
el pecho silencioso
bajo la dulce luz del blando aceite,
lámpara funeraria.”
Tiemblo de terminar estos renglones
que no parezcan
extraño testamento,
más bien presentimiento misterioso
del allende sombrío,
dictados por el ansia
de vida eterna.
Los terminé y aún vivo.

Noche Vieja de 1906

domingo, 12 de febrero de 2012

ES INFINITA ESTA RIQUEZA ABANDONADA de Edgar Bayley. Las 2001 Noches nº 131

Esta mano no es la mano ni la piel de tu alegría
al fondo de las calles encuentras siempre otro cielo
tras el cielo hay siempre otra hierba playas distintas
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada
nunca supongas que la espuma del alba se ha extinguido
después del rostro hay otro rostro
tras la marcha de tu amante hay otra marcha
tras el canto un nuevo roce se prolonga
y las madrugadas esconden abecedarios inauditos islas
remotas
siempre será así
algunas veces tu sueño cree haberlo dicho todo
pero otro sueño se levanta y no es el mismo
entonces tú vuelves a las manos al corazón de todos
de cualquiera
no eres el mismo no son los mismos
otros saben la palabra tú la ignoras
otros saben olvidar los hechos innecesarios
y levantan su pulgar han olvidado
tú has de volver no importa tu fracaso
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada
y cada gesto cada forma de amor o de reproche
entre las últimas risas el dolor y los comienzos
encontrará el agrio viento y las estrellas vencidas
una máscara de abedul presagia la visión
has querido ver
en el fondo del día lo has conseguido algunas veces
el río llega a los dioses
sube murmullos lejanos a la claridad del sol
amenazas
resplandor en frío

no esperas nada
sino la ruta del sol y de la pena
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada.

lunes, 6 de febrero de 2012

LA EDAD DE LOS MISSILES de Félix Grande. las 2001 Noches nº 25

Quería ir a Marte en el cohete. Bajó a la pista en las primeras horas de la mañana y a través de los alambres les dijo a gritos a los hombres uniformados que quería ir a Marte. Les dijo que pagaba impuestos, que se llamaba Pritchard y que tenía el derecho de ir a Marte. ¿No había nacido en Ohio? ¿No era un buen ciudadano? Entonces ¿por qué no podía ir a Marte? Los amenazó con los puños y les dijo que quería irse de la Tierra; todas las gentes con sentido común querían irse de la Tierra. Antes de que pasaran dos años iba a estallar una gran guerra atómica, y él no quería estar en la Tierra en ese entonces. Él y otros miles como él, todos los que tuvieran un poco de sentido común, se irían a Marte. Ya lo iban a ver. Escaparían de las guerras, la censura, el estatismo, la conscripción, el control gubernamental de eso o de aquello: el arte o la ciencia. ¡Que se quedaran otros! Les ofrecía su mano derecha, su corazón, su cabeza, por una oportunidad de ir a Marte. ¿Qué había que hacer, qué había que firmar a quién había que conocer para embarcar en un cohete?

RAY BRADBURY

... Lloro sobre la suerte del mundo y la mía.
CÉSARE PAVESE

1

Baja desde el futuro un tufo a crimen ecuménico
el mono horrible de la muerte espesa
remontando la selva calcinada que muestra el vaticinio
amanece jugando sobre los hombros del presente infectado
el mono horrible con su mueca colorada epiléptica
tira de las orejas a américa a asia a europa
retuerce la nariz al rostro occidental
mete los dedos en los ojos de oriente
y atormenta a la hoja del calendario que esta noche
con la unción del terror arrancamos entre silencio
desciende avanza esa bufaratada de infortunio
es como un tren de pudre que recula hacia ahora
con el furgón de cola cubierto de gusanos
y la locomotora vociferando ardiendo
diluvia una noción de llamaradas gigantescas
sofoca el hondo amago de los hongos horrendos
nos refuta la visión entrevista de un dolor general desde donde
como avispas locas manarán las quejas metálicas
imágenes de pueblos derritiéndose como azúcar morena
un fragor de infinito final de lumbre extraordinaria
un resuelto vastísimo como un átono coro
que interpretara augusto a las incalculables agonías

entre la urdimbre de lianas de los congresos de la paz
entre la fronda pantanoso de la bolsa del armamento
ágil y alucinante peludo apocalíptico baja desde el futuro
avanza el mono horrible de la muerte avanza oliendo
a multitudes agrietadas a naciones recubiertas de astillas
el mono llega haciendo cabriolas se detiene y restriega
en la epidermis del presente su bárbara pelambre
y se masturba cínico colgado del horro que anticipa
péndulo sonriente y espantoso miradlo

el tiempo se ha caído en un embudo loco
y gira y se revuelve y se transforma en una gelatina
que hiede al tenso crimen que estalla en el futuro
el tiempo desconchado desordenado avanza y retrocede
se contrae y se expande perdidas sus bisagras
como un motín de puertas al abordaje del vacío
el tiempo retorcido sin brújulas sin mandos
clama eructa enloquece y a los pies del presente
descompuesto vomita sus venideras hecatombes

2

(Tenemos miedo. Tenéis miedo.
Nosotros, para quienes ni existe
la calderilla del poder, subimos
por la espina dorsal del miedo.
Vosotros, a quienes el poder os es servido
matinalmente junto al desayuno,
descendéis por la espina dorsal del miedo.

Tenemos miedo. Tenéis miedo.
Pero mientras que nuestro espanto
segrega miradas circulares, busca
grietas de humanidad a lo largo de la amenaza,
vuestro pánico graso solamente rezuma
venalidad y odio. Nuestro miedo
es igual que un antílope en el bosque incendiado;
el vuestro, un gato oscuro, arrebujado de arañazos.
Nuestras manos hinchadas de terror
buscan únicamente manos;
las vuestras buscan mapas,
y tórridos decretos y fusiles.

Tenemos miedo. Tenéis miedo. El nuestro
es apesadumbrado y deambulante;
el vuestro, acorazado y tumefacto. Todavía,
pulpos de hipocresía, salamandras bursátiles,
todavía hay clases entre los espantados.
Todavía hay diferencias de matiz que advierten
la víctima en un miedo y en el otro la hiena.)

3

Se acabará oír mirar nacer
el venero del mundo se quedará obstruido
el manantial que baja entre las grietas de las peñas
luego sin ojos sin oídos sin labios ni hocicos que lo usen
viudo y errante sonará por las faldas de la montaña
como un balido dilatado y solo
-nunca la soledad habrá tenido tantísimas campanas-
torcidos vegetales con la fibra reseca cerrarán sus testuces en la tarde vacía
y el cogollo de polvo de los caminos miserables
irá borrando lentamente las antiguas pisadas:
hablo de la desolación

el mar los cinco océanos lamiendo
con su lengua bovina los arrecifes calcinados
y en los puertos pesquemos las barcas con su nombre de hembra
amable y torpemente escrito debajo de la quilla
una vez ya podrida la maroma otearán por la costa
bamboleándose humildes en el ir y venir de las mareas
algún velero inerme errará como un cáncer
sobre la superficie del agua solitaria:
hablo de la desolación

donde una raza hubiera sobrevendrá una estepa
interceptada vagamente por montones irregulares
de materias innominadas y de escombros enfermos
en los campos concisos y como rastro de la locura
brillarán entre el abandono las camisas de las serpientes
cadáveres de cuervos y de grajos pernoctarán de día
y de noche junto a cadáveres de reses en atroz camaradería:
hablo de la desolación

4

miradlo, ahí está todo mirad bien el diario
que alguno de vosotros depositó en la mesa
con la unción del terror

mirad bien el gorgoteo de todos esos titulares
que algún linotipista compuso lentamente
con la unción del terror

recorred esas crónicas meticulosas que alguien
mirando por encima del hombro tecleó sobre la máquina despacio
con la unción del terror

sumad todo el silencio del periodista en sus informes
sumad la lentitud del cajista en su sótano
sumadle al viejo vendedor del kiosco su temblor boreal
sumad la expectativa inerme del amigo que puso
ese periódico en la mesa
¡y abocicaos en ese impreso
como vacas sedientas y saciaos! y miraos después
los unos a los otros chorreando babillas de terror
desde las comisuras que han bebido y leído
y rumiad luego extenuados
en esta habitación donde el diario preside
¡y vociferad de una vez con las mandíbulas de bronce
ante esas grietas que se abren como unas fauces de prehistoria!

5

como un ecuador criminal cuelga el filo de un hacha
que de un cercén promete liquidar a la historia la historia
lo que ha sido algo más que un macizo concepto
la historia lo que ha sido la urdimbre emocionante
de una conducta universal y un fragor de futuro
arrebato adobe a adobe y sílaba tras sílaba
humanismo coraje la emoción misteriosa de la vida
todo el largo cordón umbilical mediante el cual los siglos
se insuflaban el uno al otro alimento para nacer
la permanencia modificada que venía desde épocas remotas
las vaginas abriéndose como sangrientos túneles
al paso de las asunciones toda esa celular aritmética
toda esa turba de pasión y de esfuerzo fue la historia

todo el bárbaro ceño del amor
la multitudinaria voluntad de camaradería
los musculosos sueños de aquellos que empleaban su existencia
en combatir las causas del miedo y del desastre
aquellos luminosos desprendidos segregando futuro
aquella obcecación purísima que era un imán aquello
aquello fue también la historia

la historia era también la nervatura de las esperanzas
ese relevo inmemorial de los hombres de ciencia
combatiendo obstinados a los males mortíferos
a la busca de un cósmico resuello de alivio y de fortuna
si mientras giraban los planetas majestuosos
y crecían las galaxias y se dilataba la mañana del mundo
ellos con batas blancas manos limpias y pequeñas necesidades
miraban a los cancerosos retorcerse en sus vidas únicas
y corrían hacia sus rincones sus materias sus cálculos
con la idea del servicio humano como un clavo en su corazón
la suma de esos grandes calenturientos era también la historia

la historia fue esa marcha ese avance de fiebre
ese alpinismo llameante por la montaña de las edades
ese proyecto general de pasos ese búcaro gigantesco
donde el agua del tiempo alimentaba las flores de los actos
esa mirada taladrante a la persecución del porvenir

¿el porvenir? hoy cuelga un hacha incomprensible
sobre la yugular de la historia el hacha chirriando pendulando
convierte el porvenir en un minuto en un segundo en nada
convierte a la conciencia en una llaga en un harapo en un escalofrío ¿el porvenir? ¿la historia? ¿la grandeza? ¿la multitud? ¿el hacha? ¡fuimos muchos amamos creímos quisimos lo mejor para todos!

6

(dan ganas de matarse y de llorar al otro borde del suicidio
ganas de ser un muerto que llora todavía
ganas de estar en una caja rodeado de aquellos que te aman
y continuar llorando amarillo hediondo
llorando por las quietas mejillas apagadas
dan ganas de llorar desde el subsuelo de la muerte
y contagiar de lágrimas y muerte a quienes contemplan tu cadáver

hasta que todos muertos en la alcoba callada
no haya más que un llorar de muertos congregados
un fluir de muchas lágrimas desde pestañas frías
un fluir en el silencio y en la quietud y la sombra
un fluir que repitiera dulcemente: asesinos.)

viernes, 3 de febrero de 2012

Editorial de Las 2001 Noches nº 131

Así, con mucho esfuerzo, acabamos de cumplir 15 años. Y esto, para una revista de poesía, es mucha vida.

Y si la revista de poesía es, además, de distribución gratuita desde el comienzo, quiere decir que ha sido mucha la energía necesaria para llevarla adelante.

En nuestro caso, esa energía proviene, directamente y sin intermediarios, del trabajo material y diario de aquellos que sostienen la revista: los socios de honor.

Es por eso que, antes de nada, queremos agradecerles que hayan decidido invertir en mantener vivos sus sueños, sus esperanzas, porque han hecho posible que muchos otros puedan soñar, tener alguna esperanza.

Los aforismos de este número tienen que ver con la esperanza, en el más amplio sentido de la palabra, porque, hoy día, las previsiones económicas, sociales, bélicas y anímicas, hacen indispensable su ejercicio.

Volviendo al comienzo: Las 2001 noches acaba de cumplir 15 años, y ya hemos empezado a celebrarlo, volviendo a aparecer en papel. Seguimos fieles a los principios: publicar la mejor poesía de los mejores.

Hoy, más que nunca, es necesario recordar las palabras que nos han guiado hasta aquí. Por eso, la Editorial corre a cargo de Edgar Bayley, porque nos gustaría que supiese (porque los muertos no mueren: vigilan y ayudan) que, al menos durante otros 15 años, no pensamos abandonar esta riqueza infinita, que es la poesía.

Después, poesía de Miguel de Unamuno, español de Bilbao, que mantuvo la esperanza hasta el final, como muestran sus obras, y Louis Aragon, a los 40 años de su muerte, porque define con clarividencia poética nuestra ambición: "Reclamo en este mundo el lugar de la poesía".

Continuamos, en la sección libros, con la segunda entrega de "La cosa de la carne", de Miguel Oscar Menassa, porque, para perdurar, es necesario saber de quién es el cuerpo que habitamos.

Y, como no hay dos sin tres, volvamos al comienzo: Las 2001 noches, revista que hoy tengo el honor de dirigir, ha cumplido 15 años de vida. En este tiempo ha cambiado nuestra edad, nuestra economía, nuestras circunstancias y hasta nuestro cuerpo ha cambiado. Lo que no ha cambiado es nuestro deseo de ser lo que hemos dicho que somos: trabajadores de la poesía.

Si después de leer este número de Las 2001 noches, usted ha decidido perdurar en el tiempo, viaje a nuestro lado: la poesía siempre puede más.

Carmen Salamanca

miércoles, 1 de febrero de 2012

EL MUSGO EN LOS HOGARES de Enrique Molina. Las 2001 Noches nº 117

Hay un aire letárgico en las casas
como el que hay en los nichos bajo los pies de las estatuas,
o en el raso de un cofre lleno de ajadas flores y cabellos.
El aliento ennegrece los objetos;
las paredes donde el viento del Oeste golpea con sus
calientes cuerdas:
los lechos, las cortinas de plegada cintura...
Es que tal vez, bajo los pisos, hay alguien de insondable
cabeza que nuestros pies despiertan, resonando,
mientras el día gira penetrando a morir en las más tristes
luces.

Henos aquí. La mesa ha sonado su blanco mantel y nos
reúne.
Aún galopa el estío jadeando ante las celosías,
con sus pasos envueltos en hirviente humedad.
Aquí están mis manos. Nuestros diálogos;
el ritual alimento sobre la piel del mediodía;
las cosas dirigidas a su tranquilo perecer,
en tanto suenan los cuchillos cada vez más opacos,
hasta que se confundan con un golpe de tierra sobre la
eternidad.

A veces, el océano pasa rozando las habitaciones
como un mendigo de terrible voz,
y hasta mis uñas quieren huir.

Pero aún estamos juntos entre las copas y los muebles
donde la sangre gotea,
reunidos en la ternura cuando las hojas vacilan,
aquí, como lobos retraídos,
o gentes que ya conocen su sabor.

Pero cuando los techos se sacuden, tocados de súbito
por mortuorios cielos,
y los platos se desmenuzan al compás de esos fúnebres sones
que nadie quiere oír,
nos miramos todavía sonriendo y nos contamos en
silencio...
Somos todos aún: nadie ha partido a ser el que se nombra
sollozando,
ya todo de vapor, con un traje vacío
donde se secan lágrimas, claveles...