lunes, 19 de enero de 2015

CARTA AL POETA COLOMBIANO GERMÁN PARDO GARCÍA de Leopoldo de Luis. Las 2001 Noches nº 30

(Por sus poemas)
GERMAN Pardo García, voz al rojo
vivo de América, te escucho
cual si escuchara al viento lóbrego
sobre los páramos desnudos,
como si oyera desgarrarse
la entraña ciega, lo profundo
de los montes y de las rocas
clamando un grito ronco y último,

como si oyese despeñarse
la catarata de un diluvio
porque quien oye llover sabe
que el agua puede ahogar el mundo.

Tu voz es última y profética
como ardida en viejos chamuscos,
voz de la tierra, tierra misma
que rezuma remotos jugos,

germinales substancias, agrias
maceradas raíces, grumos
vegetales, como estallidos
hacia la patria de los frutos.

Voz de la tierra. Tierra misma
que se hace lengua, ardiente surco
por donde suenan sangre y vida
irguiéndose contra lo injusto.

Entre tus versos el calcáreo
indio atraviesa ardiendo, oscuro,
con su irredenta pesadumbre
y las llagas del escorbuto.

Por tus versos el pan fermenta
amantes féculas, regustos
sufridos. Pasan silenciosos
obreros a un compacto grupo

de esfuerzo diario. Abre homicida
la flor atómica su luto.
La americana noche extiende
su salvaje aliento telúrico.

Tú, Germán Pardo, eres con todo
lo que cantas, fraterno, uno
mismo, materia solidaria,
trozo vivido, grito único.

Tus poemas son como rocas
calcinadas. Riscos abruptos.
Minerales versos, de piedra
en planetarios yermos mudos.

O como tallos vegetales
que en los légamos alzan húmedos
su cereal astronomía,
sus largos brazos de bejucos.

O humanos cuerpos que respiran
bajo la pena hacia un anuncio
claro y difícil de esperanza,
de paz, detrás del infortunio.

Germán Pardo, tu voz de América,
tu maciza palabra escucho.
Sólo canta la verdad quien
con tierra y pueblo se hace uno.

La poesía es tierra viva
carne viva, hueso profundo.
Hemos de alzarla vivamente.
Igual que quien levanta un puño.