martes, 10 de diciembre de 2024

MEMORIA DE LA FIEBRE de Carilda Oliver Labra


Si pudiera estar segura de que matas una hormiga
y dices mi nombre mientras,
y trituras el arroz entre los dientes
y me besas.

Estará una almohada tras tu nuca,
ya robado el lugar de mi mano.

Te dije la palabra niño
a causa de que no sabías mirarme.
Tú viste una humedad de pie sobre la acera:
creíste que era yo.
Tendías la mano a un vaso:
estaba allí.
Y era tu alrededor,
tu nube
de escucharte llover para formarme.

¡Qué días aquellos tan caídos como para no volver!
¿En qué relojes, en qué casa de agonía
los echamos?
¿Dónde está el espejo donde nos vimos
terriblemente?
¿Quién se atreve a vivir en él sin ser nosotros?
¿Qué niña le sonríe con gloria en la mejilla,
contenta de no parecerse
a la que canta
resurrecta bajo otras
en el fondo callado del espejo,
contenta de no ser yo?

Ah, fugitivo,
siempre humo,
(no estás muerto y eres mi muerto preferido):
en el fondo del espejo
estoy con las tres rosas
como aquel día de serpentinas sucias
y mangos en la mesa.

No vuelvas
de madrugada a conocer mentiras agónicas,
renuentes.
No vuelvas.
El agua es tu aliento que ya he roto,
un árbol se me arroja entre los brazos.
No vuelvas
en la ceniza ni en el óxido:
sin querer me he comido tu fantasma.

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domingo, 8 de diciembre de 2024

Poema 410 de Emily Dickinson

La primera noche de aquel día había llegado -
y agradecida de que algo
tan terrible - fuera tolerado
pedí a mi alma que cantara -

dijo que sus cuerdas estaban rotas -
su arco - en átomos destrozado -
y entonces para componerlo - me dio trabajo
hasta la otra mañana -

y luego - un día tan enorme
como repetidos ayeres,
desplegó su horror en mi cara -
hasta enceguecer mis ojos

mi cerebro -se echó a reír -
y a balbucear - como un idiota -
y aunque pasaron años - desde aquel día -
la risita perdura -

y algo extraño - dentro -
de la persona que yo era -
y ésta - que no siente lo mismo -
¿podrá ser locura?


martes, 26 de noviembre de 2024

Poema X.24 de Roberto Juarroz

 

Los diferentes ángulos de la lluvia
nos distraen de la más íntima
naturaleza de la lluvia:
caer siempre perpendicular a algo.

Así a veces cae perpendicular al corazón,
pero el corazón tiene miedo
y escapa de todas las perpendiculares.
Otras veces cae perpendicular a los muertos,
pero los muertos ya no aciertan ninguna geometría.
Y otras veces cae perpendicular a la noche,
pero la noche la abraza como un surtidor por todas partes.

Sin embargo la perpendicular de la lluvia,
para cumplir su llamado,
no necesita ni siquiera una línea,
sino tan sólo un punto donde poder caer
y hundirse plenamente.

http://www.las2001noches.com/n198/inicio.htm