lunes, 12 de septiembre de 2016

TODA LA NOCHE de Norma Menassa. Las 2001 Noches Nº 51

 
Toda la noche, el ruido del viento golpeaba las ventanas,
toda la noche semidespierta,
la monotonía insistía en los cristales.
De a ratos un jirón de viento azotaba y el agua ondeaba en
[sonidos diferentes
y a veces era sorda.
Mi alma lucía entre las sábanas una blancura de luna
[interrumpida
y el tiempo del eclipse se llenó de fantasmas.
Pasé entre las voces de las conversaciones
que subían de la calle
sorprendida a veces por gritos desencajados de la escena
e iluminé el insomnio de mi día infeliz,
de mi hora interminable
con pensamientos amarillos de papel despreciado
por el sometimiento de la inercia.
Toda la noche, conmigo entontecida,
la lluvia retrasaba los momentos
y todo era tardanza en los ojos del sueño fracasado
que se tragó la luz y acomodó las sombras
haciendo los entornos perceptibles.
Vi la ciudad golpeando en el asfalto
como un barco encallado
al que cuidadosamente fui sacando las anclas
y comenzó el vaivén.
¡Tierra del mar...!
y el navío zarpado iba al encuentro de
puertos invisibles
y todos nos perdimos abrazados.
Toda la noche festejamos sin ninguna moral,
el ruido del relámpago cayendo en rajaduras del espejo
que dejó en descubierto la variedad del mundo
y todos los males naturales.
Quedé toda mojada pegada a la ventana
que se abrió en el reflejo
y entré sobresaltada en la órbita de aquel
encogimiento orgánico.
Tuve un temblor
y aluciné una luz que me miraba fijo a una corta distancia.
Era la ventana del aparecido
y un hilo invisible
me unió al anónimo que me quería a mí
en esta extraña circunstancia.

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