I
Este tejado tranquilo, donde pasean palomas,
Entre los pinos palpita, entre las tumbas;
Ahí mediodía el justo compone fuegos
¡El mar, el mar, siempre renovado!
¡Oh recompensa después de un pensamiento
Una larga mirada sobre la calma de los dioses!
II
¡Qué pura labor de finos relámpagos consume
El múltiple diamante de imperceptible espuma,
Y qué paz parece concebirse!
Cuando sobre el abismo un sol reposa,
Obras puras de una eterna causa,
El Tiempo centellea y el Sueño es saber.
III
Estable tesoro, templo sencillo a Minerva,
Masa de quietud, y visible reserva,
Agua que mana, Ojo que guardas en ti
Tanto sueño bajo un velo de llama,
¡Oh mi silencio!... ¡Edificio en el alma,
Mas altillo de oro de las mil tejas, Tejado!
IV
Templo del Tiempo, que un único suspiro resume,
Asciendo a este punto puro y me acostumbro,
Todo yo circundado de mi mirada marina;
Y como a los dioses mi ofrenda suprema,
El centelleo sereno siembra
Sobre la altura un desdén soberano.
V
Como el fruto se funde en goce,
Como en delicia cambia su ausencia
En una boca en que su forma muere,
Huelo aquí mi futura humareda,
Y el cielo canta al alma consumida
El cambio de orillas en rumor.
Traducción: Claire Deloupy
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