miércoles, 5 de enero de 2011

CANTO A LA FUERZA SINDICAL (II) de Germán Pardo García. Las 2001 Noches nº 46

II

Y os digo en nombre de las innumerables alianzas que existen
entre los brazos del hombre trabajador y los sólidos seres:
ved a los armoniosos árboles confederándose
sobre el poderoso flanco del gran monte antibélico.

Ellos son el primer símbolo de esta fuerza sindical de que os hablo,
contemplándola desde su nacer en la arcilla hasta su elevación al Cosmos,
porque también allá las estrellas únense para impulsar al Universo,
enarbolado en mástil nuclear de lámparas tremendas
con su fulgir de insectos nebúlicos de oro.

Os doy este humano ejemplo de los árboles porque son criaturas
que están cada vez más próximas al espíritu del hombre.
Su inminente incorporación a nuestras almas la comprendemos
al decir: más allá de la vida todos seremos árboles.

O al exclamar: estoy solo como un árbol ante la pérdida del crepúsculo.

Ellos fundaron la inicial conciliación de vegetales
para defender con su auxilio al proletario parvifundio.
Al arbusto individual creciéronle otros árboles
y apareció la fronda civil llena de voces y de ruidos,
como en las plazas de las ciudades las multitudes famélicas.

Comparo este murmullo de las labiales hojas con acento de palabras,
porque ellas son así: dialogantes en su idioma de verdes monosílabos.
Tienen su misterioso abecedario y conocen la semántica del viento,
y en elásticos alambres de raíz o esferas húmedas y azules
graban hondas inframúsicas que nosotros no escuchamos,
y las reviven al decaer la rauda tracción de la materia.

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