-En la memoria de los tontos, siempre se está mal; pero cuando los tontos nos rinden culto, se está peor.
-El vulgo quiere gestos, "paradas", ademanes trágicos; porque el vulgo tiene alma de esteta, aunque rudimentaria, y las actitudes de cuadro histórico y de estatua simbólica lo cautivan; las actitudes ésas buscan eso.
-Como las posturas demasiado elocuentes y siempre al pelo nunca son espontáneas -puesto que requieren ensayo previo-, el vulgo sabe tanto de los hombres que aclama o vitupera, como la concurrencia del teatro infantil respecto de los cómicos que la hacen reir.
-No solamente bajo los golpes de la adversidad se quiebran caracteres; se quiebran más ruidosamente bajo los dedazos imbecilizadores de una voluntad pública demasiado adhesiva.
-Muy contados son los famosos que se mantienen extraños a la presión centrípeta de la curiosidad que despertaron. -Todo admirador es un amo, o pretende serlo jamás te pongas al alcance de su adhesión.
-Perdóneme Juan Pueblo-, son claques voluntarias que vienen a cobrar sus palmadas. Si pagas, se mofarán de ti; si no pagas, te pondrán como no te pondrían dueñas: tú elegirás.
-Hay gente que no se admira de nada y ejerce el oficio de cortejar a los admirables. También hay holgazanes que gustan de visitar al carpintero en su banco y al albañil en su andamio.
-Como en la casa de las solteronas millonarias, entre los habituales de los famosos no se encuentra un tonto ni para remedio.
-La idea de la celebridad va unida, en casi todos los cerebros, a las ideas de riqueza, de magnanimidad, de manos abiertas.
-Para resultar el hijo de todos después de la conquista de las alturas, sería muy razonable quedarse en el valle y ser la Minerva de los que suben: a veces el escalón vale más y puede más que quien lo pisa.
-Muchos de los que te frecuentan vienen a silbar al pavo real: no esponjes tus plumas por más que te silben.
-No todos los famosos son gloriosos, como no todos los que penden de una cruz honran la cruz, ni todo lo que vive da notas.
-En la admiración femenina hay algo de entregamiento; el entusiasmo que despiertan los oradores sagrados pone en peligro sus votos.
-A veces la fama no es más que un fenómeno de farolerismo circundante: no a veces, muchas veces.
-Rechazarás al fetichismo de los que besan la orla de tu manto como quien besara tu carne viva: trátalos como a perros, porque son perros.
-Las lenguas de los que te ungen con ellas son más venenosas que las lenguas de los que con ellas te difaman. Las primeras te deprimen a tus propios ojos, las segundas a los ojos de los demás; pero las unas realizan la depresión de tu espíritu y las otras la de tu reputación; darás al calumniador el desmentido de los hechos y al adulador un puntapié.
-El amor de las multitudes es una túnica que puede incendiarse al primer movimiento indiscreto del que la lleva: tú la vestirás como una casulla de ritual; ninguna vez como prenda de abrigo.
-También es un traje cortado sin consultar las dimensiones del que ha de usarlo: está hecho a la medida del que lo cortó, que suele ser un adefesio.
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