miércoles, 14 de marzo de 2012

ANABASIS de Saint John Perse. Las 2001 Noches nº 119

I

Estableciéndome con honor sobre tres grandes estaciones, tengo buenos auspicios para la tierra donde fundé mi ley.
Las armas por la mañana son hermosas, y el mar. La tierra sin almendras, entregada a nuestros caballos,
nos otorga este cielo incorruptible. Y no se nombra al sol, mas su poder se halla entre nosotros,
y el mar en la mañana como una presunción del espíritu.

¡Tú cantabas, poder, en nuestras rutas nocturnas!... en los idus puros de la mañana, ¿qué sabemos del sueño, nuestra herencia?
¡Durante un año aún entre vosotros! ¡Dueño del grano, dueño de la sal, y la cosa pública sobre justas balanzas!
No llamaré a las gentes de otra orilla. No trazaré
grandes distritos de ciudades sobre las laderas con el azúcar de los corales.
Mas mi designio es vivir entre vosotros.
¡En el umbral de las tiendas toda gloria! ¡Mi fuerza entre vosotros! Y la idea pura como una sal celebra sus audiencias en medio de la luz.

*

...Mas yo rondaba por la ciudad de vuestros sueños y establecía en los mercados desiertos ese puro comercio de mi alma, entre vosotros
invisible y frecuente como una fogata de espinos bajo el viento.
¡Tú cantabas, poder, en nuestras rutas espléndidas!... “En la delicia de la sal se hallan todas las lanzas del espíritu... ¡Avivaré con sal las bocas muertas del deseo!

A quien no ha bebido, alabando la sed, el agua de las arenas en un casco,
poco crédito le concedo en el comercio del alma...” (Y no se nombra al sol, mas su poder se halla entre nosotros.)

Hombres, gentes del polvo y de toda condición, gentes de ocio y de negocio, gentes de los confines y gentes de más allá, oh gentes de poco peso en la memoria de estos lugares; gentes de los valles y de las mesetas y de las más altas laderas de este mundo en la prescripción de nuestras orillas; husmeadores de signos, de semillas, y confesores de vientos al Oeste; seguidores de pistas, de estaciones, alzadores de campamentos en la brisa del alba; oh buscadores de puntos de agua sobre la corteza del mundo; oh buscadores, oh descubridores de razones para po-nerse en marcha,
no traficáis con una sal más fuerte cuando, por la mañana, en un presagio de reinos y de aguas muertas altamente suspendidas sobre las humaredas del mundo, los tambores del exilio despiertan en las fronteras a la eternidad que bosteza en las arenas.

*

...Con un vestido puro entre vosotros. Durante un año aún entre vosotros. “¡Mi gloria está sobre los mares, mi fuerza está entre vosotros!
Prometida a nuestros destinos esa brisa de otras orillas y, llevando más lejos las semillas del tiempo, el resplandor de un siglo en su cima sobre el astil de las balanzas...”.
¡Matemáticas suspendidas en los témpanos de la sal! ¡En el punto sensible de mi frente donde se establece el poema, inscribo este canto de todo un pueblo, el más ebrio,
llevando a nuestros astilleros quillas inmortales.

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