domingo, 26 de noviembre de 2017

EL PERRO RABIOSO de Rafael Alberti. Publicado en Las 2001 noches Nº 108


1
Muero porque las pulgas me inoculen
la sangre de los perros más rabiosos,
me vuelvan los colmillos venenosos
y el hombre que hay en mí me lo estrangulen.
Que ni el odio y la furia disimulen
cuanto de hirientes, graves, peligrosos
son mis serios arranques rencorosos,
sin puños que los frenen y regulen.
Época es de morder a dentelladas,
de hincar hundiendo enteras las encías,
contagiando mi rabia hasta en la muerte.
Revolcándose, mira inoculadas
aullar las horas de los malos días,
por morderlas ¡oh Tiempo! y por morderte.
2
Mordido en el talón rueda el dinero,
y se retuerce ya en su sepultura,
con la Iglesia y el hambre, la locura
del juez, del militar y del banquero.
Mordida y por el mismo derrotero
va la familia, llaga que supura,
en una interminable calentura,
jugo de muladar y estercolero.
Huele a rabia, a saliva, a gente seca,
contaminando un humo corrompido
la luz que ya no alumbra, que defeca.
El cadáver del Tiempo está podrido,
y sólo veo una espantable mueca,
una garganta rota, un pie mordido.

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