domingo, 28 de junio de 2009

"El espejo" de Carlos Murciano. Las 2001 Noches nº 43

EL ESPEJO

ACÉRCATE al espejo. Pon
tu solitaria mano sobre su hombro y pregúntale.
Entra en la estancia familiar con paso
decidido y acércate a su hielo,
a su semiventana hacia el trasmundo.
Verás, mejor, oirás una voz turbia
con mil voces debajo de su son
hablándote. Mil voces
que alguien, un día, en su cristal dejara
caer, hundirse luego sin un gesto,
sin ese círculo feliz que acoge
cada rama que cae, cada piedra
que busca el hondo corazón del agua.

Asómate al espejo. Oirás, mejor, verás
cómo cruzan su mágico paisaje
miles de sombras que alguien puso, un día,
por un instante allí y allí quedaron
hechas carne de siglos, cuerpo de horas,
alma de soledades, para siempre.
Confíate al espejo. Cuando nada
te quede por decir, cuando te empujen
las olas del silencio y te acobarden
y no encuentres caricia o tibia mano
donde apoyarte, anda
hasta la estancia familiar y acércate,
asómate, confíate al espejo.
Puede ser el del grito vertical,
el que salpica un misterioso fango
o ese redondo que abre su pupila
como un grito implacable en la penumbra.

Es igual. No vaciles. Anda, extiende
tu mano solitaria y tan vacía
hacia donde respira su quietud
y verás cómo luego, al devolverla
a su lugar junto al costado,
la ha llenado el espejo de ese polen,
de ese polvillo de oro que desprenden
los años y las sombras.

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