lunes, 29 de junio de 2009

"Ni olvido ni perdón" de Norma Menassa. Las 2001 Noches nº 96

NI OLVIDO NI PERDÓN

Las tardes llenaban mi cabeza de palabras
y escuchaba tu voz vibrando en la apertura de las puertas
que daban a la calle,
cuando el viento dejaba de soplar
y el verano venía a ponernos en el dintel del mundo.
Me enseñaste a no temer lo negro de la ausencia,
a vivir separados, a amar al sol,
y a esperar la hora de la cena
como si de golpe cambiara de estación
y adentro otro país de frío luchara en un tiempo prolongado,
de esos que llegan hasta la raíz,
donde la tierra toma el color de mis cabellos,
y la arena desprestigia al álamo
que llora gusanitos de seda en la vereda.
Un hombre triste, laborioso y heroico, no queda en la ciudad,
se aparta de los otros y toma su fusil partiendo hacia el desierto.
Un hombre pensativo, toma distancia de los muros,
posee su prisión adentro de sí mismo,
vuelve a la tierra natural, a los olivos,
lejos de la llanura donde ya plantó el grano,
se pone de rodillas,
con la cabeza baja mira en la tierra al hombre
y hay hombre en todo lo que mira.
Yo lo veía partir todas las tardes con su fusil al hombro
y su rama de olivo mordida entre sus dientes,
y esperaba soñando túnicas blancas movidas por el viento,
y nunca tuve la noción exacta entre llegadas y partidas
porque todo en el hombre era otros hombres.
Y así comencé a amar, los hombres, las palabras,
y quise ser la carcelera, tener todas las llaves,
abrir las celdas de este mundo,
abrir el cofre de ciprés, tirar los restos, desparramar el oro,
tener una canción de acción y pensamiento
encarnada en los brazos,
ser una amante fiel,
sin negros pensamientos.

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