¿Vivir es ver pasar o es ver volver?
¿Vuelve siempre Calisto a entrar en el jardín de Melibea?
Como las nubes. ¿Pasan o regresan?
¿Son ya la poesía o son la vida?
¿Pensó Azorín en el retorno nietzcheano?
Dejo sobre la mesa el libro. Miro por mi ventana,
me vuelvo luego a la pared.
Fuera, las nubes flotan sobre las altas casas,
sus manos grises acarician casi las blancas azoteas,
los oscuros tejados
y sueñan alejarse hacia la sierra.
Dentro, miro de nuevo las paredes
sobre las que recuestan unos libros sus lomos.
Está todo en silencio, mas palpita
imperceptible casi en un suave latido
tu presencia invisible, tu perfume,
el ala dulce de tu lumbre amada,
de tu nube pasando.
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