I
COMPAÑEROS de lucha: este canto a vuestra fuerza sindical lo principio
convocando desde lo más rojo intenso de mi sangre a la muerte,
porque jamás seréis los constructores obreros de la vida
si ignoráis cómo trabajan los profundos mecanismos de la muerte.
Así comienzo este canto a vuestra fuerza sindical: desde abajo
cual si enterrase los oscuros cimientos de una casa,
para inducirla después con lentitud hacia la altura de hermosos cuerpos
cargados como todas las densas formas, de potencias eléctricas.
Otros hombres más universales dirían este canto
con el nombre del sol como insignia en sus bocas, del sol inagotable
que satura intensamente gusanos cosmogónicos
y enardece la rebelión de las panteras.
Mas yo, inmenso y brutal conocedor de sombras demoníacas,
afiánzome al hosco polvo con tenacidad de nervios
y lanzo este himno como ardiente flor de pólvora
que desde el piso asciende al vértigo de tempestades térmicas.
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